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domingo, diciembre 8, 2024

La fallida presión de Lalo Rivera al CEN del PAN

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Dicen las abuelitas que la desesperación es mala consejera y Eduardo Rivera Pérez acaba de comprobarlo el pasado lunes, al morder dos veces más el polvo en su intento porque la contienda por la dirigencia estatal del PAN en Puebla se defina a su favor.

El aprendiz de dictador bananero está sumamente preocupado porque este fin de semana recibió el reporte de que Mario Riestra Piña y Genoveva Huerta Villegas consiguieron el respaldo de la mayoría integrantes del Consejo Estatal del PAN para que encabecen el Comité Directivo Estatal.

Al hacer la revisión de los números, Rivera Pérez descubrió que en una sola semana perdió el control del máximo órgano de gobierno panista en la entidad y, en este momento, sus empleados Felipillo Velázquez Gutiérrez y Rocío Sánchez de la Vega solo cuentan con 49 votos de los 114 votos del Consejo Estatal.

Los focos rojos y las alarmas se encendieron en el Yunque burocrático porque al perder el partido prácticamente se quedarán sin la única trinchera que les permita hacer frente a cualquier investigación que surja por el manejo financiero en el Ayuntamiento de Puebla por parte de Eduardo Rivera y el bribón de Adán Domínguez Sánchez.

El nefasto escenario desató, ahora sí, la desesperación del exedil oriundo de Toluca y en un arranque poco calculado acudió a Jorge Romero Herrera e integrantes del Comité Ejecutivo Nacional para exigir que se conformara una planilla de unidad.

Esa fue la verdadera razón de la visita del pasado lunes de Mario Riestra, Genoveva Huerta, Felipillo Velázquez, Rocío Sánchez de la Vega y Augusta Díaz de Rivera Hernández (quien todo parece indicar que no había sido convocada porque llegó con una hora de retraso) al CEN del PAN, en donde fueron atendidos por Juan Carlos Martínez Terrazas, secretario adjunto de la oficina de asuntos sin importancia.

Como era de esperarse, la propuesta de crear una planilla de unidad nunca fructificó, entre otras cosas, porque, en su soberbia infinita, ninguno de los empleados de Eduardo Rivera estuvo dispuesto a ceder prácticamente nada. Querían la presidencia, la secretaría general, todas las posiciones necesarias y, a parte, ser el feto en el aborto.

La realidad es que al enviar a Martínez Terrazas
como responsable de la mesa de diálogo, Jorge
Romero Herrera envió el mensaje más claro sobre
la importancia que tienen las peticiones que haga
Eduardo Rivera: Para el círculo de poder panista no
es prioridad.

La actitud del presidente nacional del PAN responde a un asunto de congruencia: El respaldo que logró de todos los grupos políticos en la entidad poblana a su candidatura fue gracias a la operación política y los consensos que construyó él mismo. El Yunque burocrático fue uno de los muchos grupos que se sumaron, pero nunca el factor de unidad.

Con el lloriqueo de Eduardo Rivera y su exigencia de que desde el CEN se construyera una planilla de unidad, Jorge Romero se vio en una posición muy incómoda porque el yunquista prácticamente quería obligarlo a que desconociera a los aliados que lo respaldaron y quemara sus naves a favor de una secta de fascistas que solo han generado encono y pleitos.

Esa impericia, producto de la desesperación de Eduardo Rivera, fue el mejor indicativo de la preocupación que vive el yunque burocrático. En tanto, el mensaje del CEN del PAN es que no habrá preferencia por nadie y que el mejor gane.

Este frentazo llevó a Rivera Pérez y su mafia a iniciar una segunda operación para hacer hasta lo imposible por retener el control del PAN en Puebla. Fue así que este martes nos enteramos que Augusta Díaz de Rivera pretende anular la participación de 11 consejeros estatales con cualquier pretexto, principalmente que no han asistido a varias sesiones a las que han sido convocados (no se ría, esa es la babosada con la que salieron).

Esta absurda maniobra, obviamente, es la confirmación de que se saben perdidos.

¿Procederán las anulaciones de los consejeros? Es poco probable y, por el contrario, da armas para que el CEN ahora sí intervenga para garantizar que haya piso parejo.

Además, impedir la participación de esos 11 consejeros tampoco provocará un movimiento en los números a su favor, por una sencilla razón: No son votos que ganen para Felipillo Velázquez, sino que pretenden arrebatar a sus adversarios, quienes, de acuerdo a sus primeras estimaciones, continuarán con una ventaja, cerrada pero consistente.

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