La decisión de Claudia Rivera Vivanco de ofrecer una disculpa pública a Yasmín Flores Hernández, excoordinadora Ejecutiva de la Presidencia Municipal de Puebla, por las acciones ocurridas durante su gobierno y que derivaron en violencia simbólica, psicológica, política, económica y de género, debe entenderse como una estrategia para evitar su eliminación de la contienda electoral del próximo año y matizar cualquier acción jurídica que se derive de la resolución del tribunal.
La principal pregunta es por qué después de años de negarse a reconocer esta violencia con su exfuncionaria, ahora la expresidenta municipal morenista esté dispuesta a reconocer el fallo del Tribunal Electoral del Estado de Puebla.
La primera razón debe explorarse en su decisión de generar los suficientes elementos para demostrar ante los tribunales que ha cumplido a cabalidad con la sentencia y explorar la posibilidad de echar abajo su inscripción en el Registro Nacional de Personas Sancionadas en Materia de Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tendrá en sus manos el destino final de Rivera Vivanco, pero no es lo mismo que los magistrados lleguen al análisis del expediente con una resistencia total a acatar el mandato judicial o que encuentren a una persona con atenuantes.
Los magistrados locales determinaron que las pruebas presentadas por Flores Hernández acreditan un registro por el periodo de cuatro años y cuatro meses, lo que le impide —hasta el momento— buscar un cargo elección popular el próximo año.
La ruta jurídica a la que apostaría Claudia Rivera suena compleja y difícil para obtener un resultado positivo, pero siempre queda un recurso por explorar y sería equivocado no hacerlo, sobre todo porque la disculpa pública no significa un reconocimiento expreso de lo ocurrido sino el acatamiento de un ordenamiento judicial.
Si es o no responsable, lo determinará el TEPJF, pero mientras no hay objeción ni resistencia, una acción que atraviesa a todos aquellos que han sido sancionados anteriormente y que ha confirmado a los magistrados el perfil violentador de los implicados.
Por otra parte, al acatar una parte de la resolución del TEEP, Claudia Rivera pretende encontrar otras salidas jurídicas ante los procesos que puedan derivarse, principalmente la carpeta de investigación que se inició en la Fiscalía General del Estado contra todos los implicados en la violencia cometida contra Yasmín Flores.
En dicha carpeta se encuentra involucrados René Sánchez Galindo, exsecretario de Gobernación municipal; Margarita Rodríguez Daruich, exfuncionaria adscrita a la misma dependencia, así como Rivera Vivanco. La segunda fue vinculada a proceso, pero la investigación quedó detenida inexplicablemente durante dos años.
Ahora que la investigación ha sido retomada, hay un cambio en el Ministerio Público encargado de resolver la denuncia y existe una mayor sensibilidad de la FGE para atender el caso, el panorama se complica todavía más para la exalcaldesa, ya que la mayoría de los argumentos contenidos en la carpeta son casi similares a los que el TEEP validó como acciones que derivaron en la violencia simbólica, psicológica, política, económica y de género contra Flores Hernández.
Lo que es un hecho es que al aceptar ofrecer una disculpa pública, Claudia Rivera Vivanco acepta que su gobierno incurrió en violencia política por razones de género, lo que echa a la basura de la historia política de Puebla la bandera que la expresidenta municipal tomó y que iba acompañada con asumirse como feminista y defensora de las mujeres.
¿Cómo puede ahora proclamarse defensora de las mujeres si como alcaldesa no impidió una agresión contra una de sus funcionarias? Pero aún: ¿cómo podrá declarar su sororidad si este caso fue exhibido durante su gestión y siempre negó su veracidad?
La disculpa pública emitida también es un duro revés a la política de igualdad de género del Ayuntamiento de Puebla y que encabezó la académica Catalina Pérez Osorio. ¿Por qué si había denuncias sobre este tipo de casos nunca se actuó en consecuencia? ¿Acaso apostaron por el olvido del caso y nunca imaginaron que la tenacidad y demanda de justicia de la víctima resultaran victoriosas?
De igual forma es un expreso jalón de orejas a la Contraloría municipal en la gestión de Rivera Vivanco, cuyo titular era José María Sánchez Carmona, quien conoció de primera mano el caso y nunca se pronunció al respecto. Y ya sabemos: la omisión también puede entenderse como encubrimiento.
Con este cúmulo de antecedentes cómo revertirá el equipo claudista la percepción ciudadana de su lucha a favor de las mujeres.
Todo es mucho más complejo y preocupante porque en la gestión morenista también habría ocurrido otro caso de agresión contra una mujer: el hostigamiento sexual y laboral contra la exasistente personal de la Presidencia Municipal de Puebla, razón por la que Andrés García Viveros, excoordinador Ejecutivo municipal y uno de los mejores amigos de la exalcaldesa, se encuentra en calidad de procesado.
¿Y LA FOTO APÁ?
En el canal de YouTube de información política Sin Censura se dio a conocer una noticia por demás reveladora. Resulta que el alcalde Eduardo Rivera Pérez habría contratado los oficios de hackers para que borraran de la red la fotografía en la que aparece muy sonriente con Genaro García Luna. De acuerdo con el reportero Ricardo Sevilla, el alcalde no ofreció ninguna respuesta al canal cuando fue interrogado por qué se había borrado la imagen. Ah, pero eso sí, aprovechó para rasgarse las vestiduras con el tema del exfuncionario de Felipe Calderón Hinojosa. Lea su declaración: “La relación que quieren hacer de García Luna con el PAN, me parece que son cosas distintas; cada servidor público debe hacerse responsable de su actuar y debe responder ante las autoridades ante cualquier acción dentro del cargo que se haya ostentado. Hay adversarios, de cara al próximo proceso electoral en 2024, que quieren sacar raja política de una situación de la cual ya está siendo sancionada la persona responsable”. Se ve que el edil se tomó en serio sus palabras de asumir su responsabilidad y por eso mandó a borrar la imagen. ¡Ah qué yunquesitos de piel delgada!