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viernes, marzo 29, 2024

El cuetero

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Muy emotiva resultó la presentación de Ricardo Augusto Trejo y Juan Manuel García Castillo durante el Primer Encuentro de Narradoras y Narradores de la Sierra Norte de Puebla en Pahuatlán el sábado anterior, acompañados por el presidente municipal Eduardo Romero. 

Ricardo Augusto Trejo hizo una semblanza de Serafina Aparicio Guzmán, mejor conocida como Ma Pina, quien fue la protagonista del relato donde se resaltaron la fuerza de su carácter y su pasión por mantener unida a la familia. 

Por su parte, García Castillo, dio a conocer su relato titulado El cuetero, en el que el personaje principal es un jovencito cuyo nombre de pila es Melesio, apodado El Chupas, quien ejerce su oficio en una fábrica de cohetes en Pahuatlán y que sueña siempre con encender, con un cigarro prendido, la mecha que hará la quema de un castillo. Con una prosa bien hilada, como tejedor de palabras, Juan Manuel nos describe de manera minuciosa el proceso de elaboración de la pólvora, de los cohetes, de las mechas, que en un entramado genial van a constituir un espectáculo visual en las noches serranas. 

Juan Manuel describe con exactitud al dueño del negocio: Don Melesio López es la imagen de los inventores de la pólvora, muy delgado, dotado de una personalidad que proyecta confianza y nobleza de espíritu, con los brazos cruzados en jarra verifica el trabajo de los operarios, ordena, instruye, ratifica en tono paternal, pero con seguridad. Un sombrero de palma de ala corta hace más chica su frente que protege un par de ojos rasgados, que al sonreír semejan un personaje plasmado en un jarrón chino… 

Antes de firmar un contrato para la venta de cohetes, don Melesio manda traer pulque, refrescos, cerveza, chicharrón tostado y medio chiquihuite de tlacoyos para comer pues afirma que Negociar con la barriga llena, siempre da mejores dividendos en un contrato. Un generoso acuerdo que incluye la manufactura de dos castillos, diez toritos y varias gruesas de cohetones y cuetes de luces expansivas. Y Luego acuden con algún escribano del pueblo para firmar el contrato con costos estipulados por cada día, material, precio total y la entrega de un adelanto para compras de materia prima. 

Juan Manuel, con su voz de patriarca, se ensaliva el dedo, da vuelta a la página cuyo contenido está en letra manuscrita, a la antigua usanza y sigue describiendo con precisión de cirujano la manera como se elaboran las mechas y los conductores. Y también relata que las bolsas de cemento sirven para cortarlas en tiras y armar los cohetes y, con los carrizos, la estructuras para las formas de los toritos. 

La noche que inician los juegos pirotécnicos, las autoridades, los padrinos, el mayordomo y don Melesio, acuden juntos al ritual del encendido del castillo, donde se enciende un cigarrillo y con reverencia lo entregan a la autoridad para que encienda la mecha. Prender el cigarrillo está vedado para cualquier oficial o aprendiz, por eso “El Chupas” -dice Juan Manuel levantando el dedo índice de la mano izquierda- se queda con las ganas y con los brazos estirados. 

Una ocasión, El Chupas solicita encender el cigarrillo y don Melesio le contesta: 

-Ya verás, ya verás, cualquier chico rato te va a tocar a ti. 

Todos respetan las reglas del trabajo por seguridad: no lumbre, no cigarros, no cerillos, no alcohol; hasta que un día fatídico sucede un accidente a causa de la caída de una botella vacía. Un chasquido, humo, grandes estruendos que vibran la tierra, gritos, y un correr de vecinos. Solo El Chupas, que al correr se tropieza con un banco y queda tirado, inerme ante las explosiones. Cuando lo recogen, al infeliz muchacho se le desprenden trozos de carne de la cara y los brazos, mientras pide, quejumbroso, que le den agua… 

Relato magistral de Juan Manuel García Castillo oriundo de Pahuatlán, quien también participa en la Antología de Narradores de la Sierra Norte de Puebla con un relato titulado El cuartillo.  

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