Gilberto Higuera Bernal ha sido un hombre que ha tenido que remar a contracorriente todo el tiempo. Su llegada a Puebla fue para incorporarse como subprocurador y, en los hechos, era el encargado de investigar y profundizar en los casos más preocupantes que le exigían solucionar al antiguo procurador Víctor Antonio Carrancá Bourget. Su llegada, como era entendible, no fue bien vista por las mafias locales que no perdían oportunidad para obstaculizar su trabajo y traerlo envuelto en una campaña de grillas. Desde ese tiempo, el trabajo Gilberto Higuera fue su mejor carta de presentación. Como todos sabemos, el morenovallismo se extinguió en un campo de Santa María Coronango, vinieron los enroques y Gilberto Higuera quedó como encargado de despacho de la Fiscalía General del Estado. Nuevamente, la hidra que habitaba en esa institución comenzó a moverse para aprisionarlo y hacer su agosto. No fueron meses sencillos. El abogado tuvo que sortear revueltas internas, dirigidas por aquellos que veían su inminente pérdida de cotos de poder y aquellos que hacían negocios con vil impunidad. Higuera Bernal tejió fino. Su trabajo nunca estuvo en los medios sino en una operación quirúrgica que lo llevó a desmontar el putrefacto aparato que le heredaron y que incluía, en una buena medida, a aquellos que después encontraron cobijo con José Antonio Gali Fayad. Al llegar Miguel Barbosa Huerta a la gubernatura hubo de inmediato una buena química entre ambos, comunicación y coordinación, por lo que fue ungido como titular de la FGE. De 2019 a la fecha, muchos casos han salido a la luz. El fiscal ha sido el encargado de integrar las carpetas de corrupción de los funcionarios morenovallistas y judicializarlos. El crecimiento de las denuncias contra servidores públicos ha sido vertiginoso. Los resultados están a la vista. A la par, el fiscal tuvo que llevar a cabo la investigación de las células del crimen organizado que operan en la entidad y, junto con la Secretaría de Seguridad Pública estatal, el Ejército mexicano y la Guardia Nacional, han dado golpes contundentes que produjeron miles de detenciones en poco más de un año. Todo ese trabajo se realizó con la pandemia a cuestas y una emergencia sanitaria que enloqueció al mundo. Los casos más recientes en los que Gilberto Higuera ha dado resultados inmediatos fueron el esclarecimiento de las masacres de Ciudad Serdán y Atlixco. Otros en su condición preferirían dejar que las cosas se ocultaran y que murieran con el paso de los meses. El fiscal no es de esa especie. Ahora, en un claro entendimiento de la demanda social y del Ejecutivo del estado, puso todo el aparato para resolver el feminicidio de Cecilia Monzón Pérez. Un caso resuelto en tiempo récord. Puebla no es San José de Gracia, ni Aguililla ni existen casos como Debanhi. Eso hay que agradecérselo al gobernador y al fiscal.
EL PRI, EL PEOR ALIADO
Las más recientes elecciones en seis entidades demostraron que el PRI y su dirigente nacional Alejandro Moreno Cárdenas, Alito, son los peores aliados que cualquier partido pueda tener. Hay dos casos dignos de revisión y que fue donde ganó la coalición PAN-PRI-PRD. En Aguascalientes, la coalición ganó con una panista de cepa María Teresa Jiménez Esquivel que nunca perdió la ventaja en los sondeos de opinión con la que arrancó la contienda. Al hacer la revisión histórica, en 2016 el PAN compitió en solitario y obtuvo 51.9 por ciento de los sufragios, pero este 2022 se espera que obtenga una votación máxima de 46.8 por ciento. En todo caso, el voto duro panista sigue más vivo que nunca. ¿Cuál es la aportación del PRI? La última vez que ganó el tricolor la gubernatura fue en 2010 con un 54.4 por ciento. Dante Delgado Rannauro, presidente nacional de Movimiento Ciudadano, dio la estocada final al tricolor al asegurar que su partido obtuvo más votos en Aguascalientes y Quintana Roo. En ambos fue la tercera fuerza política. El caso de Durango es el más emblemático, ya que el tricolor se ufana del triunfo, lo cual es muy cuestionado. Para empezar, entre los mejores activos que el tricolor tuvo fueron el delegado especial de Morena, Ignacio Mier Velazco que, ahora se sabe, no hizo nada para ayudar a su candidata, quien tampoco permitió que la ayudaran y fue responsable de una campaña caótica. Se estima que el priista Esteban Villegas obtenga hasta 55.5 por ciento, mientras que Morena quedaría con 40.9 por ciento. El dato es interesante porque hace seis años, el PAN-PRD ganó con 46.6 por ciento, mientras que Villegas sumó 42.4 por ciento. La pregunta de oro: ¿De dónde salió el 40.9 por ciento de votos de Morena de este año? Si hacemos caso a la lógica, hay una migración priista hacia ese partido. Los panistas nunca respaldarían al partido guinda. Así pues, el respaldo del PAN resultó crucial para el triunfo. ¿Ahora entiende por qué el PRI y Alito son los peores aliados de cualquier partido?