En política para ser un partido político hay que parece un partido político. Ese no es el caso de Morena que se asemeja a un grupo de tribus en guerra fraticida por el poder. Esto no es sorpresa. Muchos de los grupos que ahora coexisten en el partido guinda provienen del PRD, en donde la división y confrontación era el modus vivendi. En Morena el problema es todavía mayor al tratarse del partido en el poder. Bien lo ha dicho el gobernador Miguel Barbosa Huerta: las dirigencias no han entendido que dejó de ser un movimiento y debe estructurarse como un partido. ¿Eso qué significa? Que, a parte de su vida orgánica, está llamado a crear su propia institucionalidad, equilibrio de poderes y reglas mínimas para transitar hacia la conservación del poder. Las facciones existen en todos los partidos, pero lo que diferencia a los morenistas es que están dispuestos a quebrar la vida institucional y mantenerlo a la zozobra bajo la lógica de que a río revuelto, ganancia de pescadores. Ahora que se avecina la renovación de los consejos nacional y estatales, así como las respectivas dirigencias de los 32 estados, ya comenzaron las triquiñuelas para que Morena siga en el limbo y no haya cambios. Una de esas interesadas en que todo se mantenga igual es Eloísa Vivanco Esquinde, presidenta de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, quien pretende aprobar un lineamiento que sería inconstitucional. La nueva elección será definida no sólo por aquellos que ya forman parte del padrón sino por todos los que estén interesados en participar, una estrategia muy bien pensada a fin de captar a todos aquellos que estaban al margen, pero querían participar en el partido. La propuesta que se está cocinando es que haya dos tipos de votantes: los puros, que tendrían votos de calidad, y los votos de segunda, es decir, aquellos que apenas militan. Como se entiende, la propuesta es un disparate, pero es justo lo que quiere Eloísa y el grupo de duros de Morena -todos encabezados por Bertha Lujan Uranga-: que la elección se judicialice y, entonces, se eche abajo y Morena siga sin la renovación de sus dirigencias. En el caso de Puebla, una de las interesadas en hacerse del partido es Claudia Rivera Vivanco, quien ya se dio cuenta que será muy difícil obtener el triunfo tal y como están las reglas. Así pues, madre e hija están en la vía de impulsar lo que sea necesario para anular la elección y posponer todo lo que se pueda la renovación. El único problema que no han caído en cuenta es que todo está puesto para la renovación debido a que forma parte de la estrategia para fortalecer las aspiraciones presidenciales de Claudia Sheinbaum. Pero esa es otra historia que luego le platicaremos.
LA LEY ESTILO PAN
Un par de sujetos pueden llegar a un centro de vacunación atestado de menores de edad y padres de familia y disparar a quema ropa en contra un objetivo, lo que deriva en cuatro personas lesionadas, entre ellas dos niños. ¿Y la policía? Esa es la pregunta clave. La respuesta de la Secretaría de Seguridad Ciudadana municipal reconoció que no pudieron capturar a los autores del atentado porque en ese momento solo había un agente vial a pie, mientras que los agresores iban en motocicleta. La penosa explicación dibuja de cuerpo completo el gobierno del panista Eduardo Rivera Pérez. Tras el ataque, el Ayuntamiento de Puebla se montó en el discurso que su participación había sido tan valiosa que lograron detener a La Zorra, un narcomenudista al que estaban dirigidos los balazos. Y, bueno, sería el colmo que no pudieran detener al sujeto porque fue uno de los heridos y atendidos. No es que hubiera una búsqueda y captura. Al día siguiente del hecho que se volvió motivo de comentarios nacionales, la gestión de Eduardo Rivera desplegó un amplio operativo en el Centro Histórico. No vaya usted a creer que fue para capturar algún delincuente importante o para dar un golpe contra una banda. Las acciones policiales estuvieron destinadas a retirar a los lavadores de coches o viene-viene que operan en ese lugar. La razón es sencilla: a raíz de que entraron los parquímetros, un negociazo para los yunquistas, nadie puede competirles ni echarles a perder las ganancias.