El diputado local Eduardo Alcántara Montiel, uno de los panistas que mejor conoce a la Organización Nacional del Yunque, ironizó sobre la existencia de la secta: “El Yunque no existe, es una yunta jalada por dos bueyes”. Más allá de esa declaración de la picaresca poblana, lo cierto es que la cofradía está más viva que nunca en la entidad poblana y su caballo de lanza no será el alcalde Eduardo Rivera Pérez ni el mismo partido, sino el exgobernador Marco Antonio Adame Castillo, jefe nacional de la agrupación confesional. ¿Quiere saber qué tipo de actividades realizará el jefazo de la ultraderecha? Un rastro debe hallarlo el 31 de julio de este año, cuando la dirigente estatal del PAN, Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández, comprometió a sus homólogos del PRI y el PRD, Néstor Camarillo Medina y Carlos Martínez Amador, a ceder el 65 por ciento de las candidaturas a organizaciones de la sociedad civil que simpatizan con el Frente Amplio por México. Ese día, a través de un convenio que no tiene validez jurídica, el encargado de aparecer como la cabeza de las expresiones “ciudadanas” fue ni más ni menos que Adame Castillo —que de perfil ciudadano tiene lo que nosotros de curas célibes—. Como era de esperarse, dicho acuerdo generó un escándalo y obligó a los líderes partidistas a minimizar el hecho, al asegurar que se trataba solo de acuerdos de “buena intención”. Hace unos días, Marko Cortés Mendoza, líder nacional del PAN, designó al exgobernador como coordinador de la campaña a la gubernatura del candidato del Frente Amplio por Puebla, que no será otro más que Eduardo Rivera Pérez, quien ya tenía consentido al jefazo yunquista con un contrato a cargo del erario de la capital poblana (eso se lo contaremos próximamente). Marco Antonio Adame tardó más en tomar su AU para venir a Puebla que en comenzar a buscar a priistas que terminaron siendo damnificados de la contienda interna de Morena, además de los panistas que han sido excluidos por las filias y las fobias de Augusta Valentina y Marcos Castro, secretario general del Comité Directivo Estatal. Lo que Adame detectó es que hay priistas y panistas que están saliendo muy bien ubicados en las encuestas de los municipios y distritos importantes, pero no hay ningún tipo de acercamiento o existen agravios de por medio debido a la política sectaria propia del líder moral de la dirigencia estatal, es decir, Eduardo Rivera. Así pues, la verdadera operación de Marco Adame no será la del simple comparsa del alcalde, sino quien tome el control del PAN poblano y la asignación de candidaturas. Eso quería la secta confesional desde hace mucho tiempo, pero no habían podido porque Rivera Pérez se olvidó de hacer política y prefirió sacar el cobre de su verdadera personalidad. Ahora, con el jefe nacional del Yunque en activo, todos tendrán que cuadrarse, les guste o no y, sobre todo, no deben olvidar que en esa secta solo hay jefazos y empleados.