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martes, julio 8, 2025

México en su transición

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Hay que distinguir entre la transición a la democracia y la transición de gobierno, una mirada pesimista las confundiría, concluyendo aceleradamente que México ha retornado hacía un autoritarismo y que Morena es el nuevo PRI. Nada más equivocado. México aún construye su sistema democrático y ha tenido diversas transiciones de gobierno. La ciudadanía ha aprendido a participar en las elecciones y a moldear su comportamiento de manera estratégica: voto útil, voto de castigo, voto nulo o abstención estratégica, etcétera.

Las elecciones en este punto son insustituibles y reflejan la necesidad de innovar en los procesos electorales para convencer al electorado en un sistema plural, de participación amplia, elección directa y opinión pública sujeta a diferentes articuladores que construyen narrativas desde medios alternativos, principalmente redes sociales. Es decir, el electorado ha evolucionado y ello implica mayor complejidad, aunque los programas sociales y el control corporativo continúan influyendo en el voto, su peso tiende a reducirse ante un electorado cada vez más consciente y con comportamiento orgánico que construye su opinión y preferencia política de manera más sofisticada.

Ahora bien, en el aspecto formal, resulta importante discutir con seriedad ¿Qué sistema electoral se está construyendo y qué reglas podrían empoderar aún más a la ciudadanía? De ahí que el anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum de una reforma electoral nos convoca a reflexionar temas importantísimos, quizá no para 2027, pues sería muy precipitado, pero si para 2030, año en el que la ciudadanía decidirá si continuar con el modelo alternativo de nación, que dejara de ser una aspiración para ser una realidad, sea para bien o no.

En medio de este debate considero que hay dos temas fundamentales en el aspecto procedimental de la democracia. El primero es el gran costo que implican las elecciones, sobre todo en lo que hace al presupuesto público multimillonario que reciben los partidos políticos y del dinero bajo la mesa que circula entre las candidaturas durante los procesos electorales, que sumados al principio de autodeterminación partidista, termina por encumbrar burocracias que controlan como franquicias o patrimonio personal los instrumentos de interés público que son los partidos políticos; en segundo lugar y en un aspecto más realista de la democracia mexicana, conviene pensar qué tan relevante son los espacios de representación proporcional, mismos que tienen por objetivo dar representatividad a las minorías, pero en los hechos han sido componendas de las burocracias partidistas.

Hay otros aspectos importantes a reflexionar además del tipo de representación que debe instalarse en nuestro sistema electoral y el presupuesto con el que se realiza. Por ejemplo, las alianzas partidistas, pues aunque nuestro sistema es pluripartidista en los hechos se ha ido consolidando un bipartidismo imperfecto, por ello ¿qué sentido tienen partidos satélites o rémoras que no tienen representatividad en la sociedad mexicana?

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