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miércoles, agosto 20, 2025

¿Es correcto dejar propina?

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La propina es una práctica comercial no obligatoria para el consumidor que se ha extendido en restaurantes, bares, hoteles, gasolineras y múltiples servicios en México. Esta práctica se ha ocupado para que los empleadores no dignifiquen las condiciones laborales de sus empleados, cargando esta responsabilidad al consumidor y priorizando de manera sistemática a las y los trabajadores, pues además de un salario paupérrimo, en la mayoría de casos no dan prestaciones de seguridad social.

Lo que en apariencia se entiende como un símbolo de buena educación es en realidad una de las formas más perversas de precarización laboral. Por ello no es normal que quienes ejercen trabajos relacionados con la propina sean sectores vulnerables de la sociedad y que por si fuera poco se encuentren en la informalidad.

En México, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), más de dos millones de personas dependen de las propinas como fuente principal de ingresos. Esto significa que meseros, valet parking, personal de limpieza en hoteles, repartidores y despachadores de gasolina viven al día, sin saber cuánto ganarán realmente al final de su jornada y sin generar derechos laborales mínimos como la antigüedad, la repartición de utilidades o vacaciones.

La propina sustituye lo que debería ser un salario fijo y seguro. El salario mínimo en México en 2025 se ubica en 248.93 pesos diarios, alrededor de 7 mil 500 pesos mensuales, pero miles de trabajadores del sector servicios difícilmente alcanzan esa cifra, ya que sus ingresos fluctúan en función de la temporada, del número de clientes y, sobre todo, de la voluntad de cada consumidor, que de manera generalizada sea aceptado en un estándar mínimo de 10% y que en algunos lugares llega a ser obligatoria y de hasta el 20%, lo que más bien significa una mala práctica ante el consumidor que puede ameritar clausura si existe una queja ante la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO).

El sistema de propinas genera una distorsión cultural y moral: el consumidor se convierte en el responsable de garantizar que el trabajador tenga para sobrevivir. Si no deja propina, o si deja menos de lo que socialmente se espera, se le señala como “codo” o “maleducado”, como si su deber fuera sustituir la función del patrón. En otras palabras, el cliente, además de pagar por el servicio, queda como culpable de la precariedad de algunos empleos. Se genera así una relación desigual en la que el empleador es el único que nunca pierde: recibe ingresos, reduce costos laborales y, en muchos casos, se apropia de parte de las propinas bajo el pretexto de “fondo común” o “gastos de administración”.

Si es correcto dejar propina o no, es una respuesta compleja, sobre todo si lo que puede significar un reconocimiento al esfuerzo y la atención, termina por ser el subsidio de un empleador tacaño y poco ético. Lo malo no es la propina sino las condiciones de trabajo precarizadas de algunos empleos, por ejemplo, los maestros, enfermeros, pasantes, escritores, reporteros, etcétera, estos últimos ajenos al sistema de propinas, pero con condiciones de trabajo muy semejantes.

¿Es correcto dejar propina? En una película clásica de Quentin Tarantino, Perros de Reserva, la primera escena es una discusión entre delincuentes sobre si debe o no dejar propina. Mr. Pink argumenta que no piensa pagar por algo que es obligación del patrón, mientras que otros personajes lo tachan de tacaño y terminan obligándolo a dejar dinero. Esa escena, más allá de lo anecdótico, refleja con crudeza el dilema que hoy enfrentamos: la propina como responsabilidad socialmente impuesta, que traslada al consumidor la carga que debería asumir el empleador.

 

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