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miércoles, octubre 9, 2024

Update de tengo manita, no tengo manita

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Hoy cumplo dos semanas con tendinitis en el dedo pulgar, un dolor que comienza en la base del dedo y se extiende hacia la muñeca y el antebrazo; esta lesión es recurrente en artesanos, tenistas e incluso nadadores, yo no me incluía en ninguna de estos rubros y no, contrario a lo que se pueda pensar, no da por pasar horas escroleando la pantalla
del celular.

Entonces, ¿qué fue?, creanlo o no, queridos hipócritas lectores, mi pulgar se puso en huelga a raíz de mi mala postura para leer. Un fin de semana antes del primer aviso, leí Dinero y escritura de Olivia Teroba (Sexto Piso, 2024) sobre el camastro del parque acuático El Rollo.

La música electrónica de fondo, el sol ideal para templar el cuerpo de quienes vivimos en lugares húmedos y fríos; así como la soledad de la temporada baja hizo imperceptible las tres horas seguidas de lectura.

Mi mano izquierda soportó generosamente el
peso de 286 gr (dos veces lo que tengo permitido de
proteína por comida) mientras que el pulgar hizo
la titánica labor de presionar el centro de las 135
páginas de un libro de 22x15cm.

Pese a que soy diestra, a dicha mano no le gusta
hacerlo todo, es como si ella tuviera el derecho
de elegir; como si por ser ella la que escribe, la
que pone en palabras el pensamiento (entiéndase
cuando escribo a mano), gozara de privilegios, yo
pienso, tú existes, le diría con desdén a su compañera izquierda si pudiera hablar. Como si al ser ella la que señala, la que peina, la que alimenta,
decidiera que la mano izquierda fuera la del trabajo rudo.

La mano derecha entonces, sirvió como almohada aquel fin de semana y de vez en vez también para sostener un gin tonic o unos nachos. Intenté pasarle
la estafeta en varias ocasiones y protestó dejándose
caer rendida sobre mi regazo o manifestando pequeños calambres de adormecimiento.

La mano izquierda no. Ella (estuvo) está siempre ahí, silenciosa y envalentonada, esperando su turno de ser correspondida con un poco de atención y agradecimiento.

Yo también importo, tengo la misma fuerza que la
mano derecha que tantas amas, yo soy quien rasga
el plástico de tus libros nuevos, en la que te recargas
mientras piensas frente a la computadora, quien sostiene el pan de los sándwiches que le preparas a tus hijos, quien abre las cacerolas y en la que descansas el
peso de tu cabeza para dormir. Me diría desesperada
si pudiera hablar.

No sólo tengo una mano izquierda, soy a veces una mano izquierda esperando una oportunidad.

Apenas terminé el libro le tocó el turno a La invención de la soledad de Paul Auster en la versión booket que editorial Planeta reeditó por séptima vez en mayo de este año[1]. Misma técnica de lectura ahora desde mi cama.

Dolor. Dolor. Masaje. Hielo. Dolor. Analgésicos.
Más hielo. Más masaje. Cita con el fisio. Férula.
Analgésicos para caballo. Descanso indefinido.

Paul se quedó a la mitad de la historia, justo cuando habla del sepelio de su padre, pero Paul puede esperar, mi mano izquierda, mi dedo pulgar, no.

Sin la fuerza del pulgar izquierdo he postergado
hasta la urgencia las visitas al baño para la pipí, subir y bajar o bajar y subir las prendas resulta doloroso (bienaventurados los hombres y el zipper porque
de ellos es el reino de la chis). También descubrí que
me es imposible deshebrar el pollo o el queso para
las quesadillas de la cena.

La tarea de secarme el pelo se la he dejado al
aire y, como no puedo andar desnuda por la calle,
soporto estoica la molestia de ponerle ropa a mi
cuerpo. Luego la férula y un besito a mi dedo gordo
como diciéndole esto también pasará.

Por lo pronto ya tengo permiso (y puedo) escribir un poco. Ayer me llegó el soporte para libros que compré en Amazon en 139 pesos y con el que pretendo continuar la lectura. ¡Ah! y una mantita eléctrica para seguir apapachando mi manita izquierda y en especial al pulgar.

 

 

[1] Booket me parece una manera elegantísima para no
decir versión económica o de bolsillo, igual que con los
dupes antes clones, los tazos dorados antes teporochos o el
update para decir con más caché actualización.

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