Ir en escuela católica por gusto y que mis papás alardearan lo responsable y estudiosa que era me otorgó la fama de ser la niña fresa de la familia. Cuenta la leyenda que desde que nací fui callada, tímida e inocente. Una niña chipilque usó biberón durante el kinder y que siempre estuvo pegada a los libros y a mamá.
Ser fresa entre los primos significaba hablar como si tuviera una papa en la boca, usar colores Prismacolor, plumones mágicos y saber decir dos que tres cosillas en inglés. Ser fresa para los tíos era, además, no decir groserías, sentarme derechita y obedecer a mis papás.
Es por la disciplina de las monjas. . . es por los diez mandamientos. . . porque en esa escuela hay que confesarse una vez a la semana. . . porque Moni sabe que Dios todo lo ve, todo lo oye y todo lo sabe . . .
Surgió entonces entre algunas primas y vecinas el éxodo de la escuela mixta hacia la católica con la intención de aplacar el temperamento de sus hijas y alejarlas de las tentaciones carnales como los roces cuerpo a cuerpo en Educación Física o los juegos de Semana Inglesa en el recreo.
¿Dónde andaba yo? Inscrita en el Club del Verbo Encarnado buscando mi nombre de monja: Sor Mónica de Jesús pa´servirle a Dios y a usté.
La niña fresa de trece años se iría a España a tomar los hábitos una vez que concluyera la secundaria y la preparatoria. Mi vida estaba resuelta. De niña fresa a monja fresa.
Fui entonces una especie de confesionario para mis amigas. Una Celestina y doctora corazón. Las escuchaba con esmero, escribía poemas de amor para su enamorado y curaba con abrazos las heridas de la ruptura.
Un año antes de terminar la secundaria sepulté por los siglos de los siglos la idea de convertirme en monja gracias a que a las religiosas les hizo falta tantita madre y me echaron de la escuela cuando nos quedamos sin un peso partido por la mitad.
(Alan, el vocalista del grupo Magneto y un vecinotambién influyeron en ello, pero eso es otra historia)
Busqué lugar entre las escuelas hermanas con billete en mano producto de las tandas y el empeño de joyas mas el boletín de Niña De Padre Enfermo Solicita Inscripción se había compartido con éxito y no hubo poder divino que me otorgara uno entre sus aulas.
Lloré todo el verano. La angustia no me dejaba dormir. La última opción era la escuela mixta cercana a la casa a la que podía llegar incluso caminado.
Mi intención era pasar desapercibida, hablar lo menos posible y evitar mirar con sorpresa a lo chicos de mi salón. Sin embargo, a la maestra de Español se le ocurrió la brillante idea de presentarme ante el grupo:su compañerita viene de una de escuela muy prestigiosa con alto nivel académico, a ver sin no la aburrimos con lo que enseñamos aquí. Diles tu nombre y que la fila dos se recorra un lugar para que su compañera se siente hasta el frente.
De esta manera fue como pasé de niña fresa a ñoña fresa en dos minutos.
Del mismo modo, mi labor de monja de confesionario colgó los hábitos cuando descubrí la vida terrenal y candente de la verdadera adolescencia. Las cartas de amor y los corazones rotos se solucionaban a beso limpio detrás de las puertas del salón y a moco suelto con dos o tres caladas de cigarro en el baño.
Nada era secreto, bastaba con ir a hacer pipí para estar al tanto: Me gusta Ricardo de 3A, Atte. Yo. Laura 1B y Saul1C se aman, Que chingue a su madre la de Español, etc, decían las pintas de las puertas de los excusados.
Me adapté como pude. Empecé por enchinarme las pestañas, ponerme un poco de gloss entre clase y clase y me rasuré las piernas a escondidas de mis padres; sin embargo,jamás pude salir del lugar donde la maestra me puso el primer día de clases.
Y pues sí, que chingue su madre la de Español.
El peor ciclo escolar de mi vida porque además de todo aquello, me enamoré.
El resto, es historia.