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jueves, noviembre 21, 2024

Puebla, la joya de la corona

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Ahora que los aspirantes están preocupados o inquietos por ser candidatas o candidatos a la presidencia municipal de Puebla no queda más que revisar para qué quieren ser presidentes/as municipales. 

¿De verdad, alguien en su sano juicio quiere gobernar una ciudad ingobernable como Puebla?  

¿De verdad, alguien cree que gobernar la ciudad de Puebla es un trampolín para otro cargo de gobierno?  

¿De verdad, alguien considera que puede gobernar la ciudad de Puebla y ofrecer algún cambio real en la calidad de vida de los habitantes de Puebla y que ese cambio sea medible en indicadores de Coneval o de Inegi? 

Gobernar la ciudad de Puebla es más difícil que gobernar el estado de Puebla. Puebla ha tenido en este sexenio a varios góbers, algunos de ellos sin experiencia en la administración pública, y el estado sobrevivió. 

En 2024, habrá elecciones en la ciudad de Puebla.  

¿De verdad, alguien quiere lidiar —que no resolver— con la seguridad de Puebla?  

¿De verdad, alguien quiere enfrentarse a los grupos criminales que han tomado la ciudad de Puebla y que dejan cuerpos regados en distintas zonas de la ciudad? 

¿De verdad, alguien quiere pacificar la ciudad y puede hacerlo? 

¿De verdad, alguien puede llenar los zapatos de Jorge Murad MacCluf, quien hasta la fecha es considerado el mejor presidente municipal que Puebla ha tenido en las últimas tres décadas?  

Porque ya en el primer cuarto del siglo actual, lo mínimo que se podría exigir como presidente o presidenta municipal es repetir algunas de las hazañas de Jorge Murad. 

Los retos que la ciudad de Puebla y su zona metropolitana no se pueden resolver en tres años de una presidencia municipal. Los períodos municipales son muy breves y cada trienio se repiten las promesas, los diagnósticos, los presupuestos y hasta los slogans.  

 

*** 

Para 2024, los electores de Puebla exigirán un gobierno municipal que resuelva los pendientes acumulados durante varios años.  

Puebla está a unos años de llegar a sus 500 años de fundación.  

Esta conmemoración será memorable. 

Pero, ¿qué va a celebrar Puebla?  

¿Celebrará que su sistema de transporte público es multimodal y que hay líneas de Metrobús que conectan la periferia con el centro de Puebla? 

¿Celebrará Puebla que cuenta con un sistema de transporte con tren ligero, Metrobús y algunas líneas del Metro? 

¿Celebrará Puebla que es una ciudad incluyente en el que se eliminó el clasismo y la segregación social? 

¿Celebrará Puebla que abaste de manera equitativa de agua a sus habitantes? 

¿Celebrará Puebla que, a 500 años de su fundación, las combis tienen peluchito y camaritas para grabar cada vez que ocurre un robo en una combi? 

¿Celebrará Puebla que es una ciudad verde, arbolada, con una buena calidad de oxigenación? 

¿Celebrará Puebla que cada tres años se repavimenta la avenida Juárez, el paseo Bravo y la 16 de septiembre? 

¿Celebrará Puebla que es una ciudad con un sistema municipal de bibliotecas públicas o de nuevo se citará a la Biblioteca Palafoxiana como el símbolo del barroco de Puebla? 

¿Celebrará Puebla sus 500 años con un video realizado con droncitos y un algoritmo de inteligencia artificial?  

¿Celebrará Puebla que los indicadores de pobreza alimentaria disminuyeron? 

¿Celebrará Puebla que ya no hay feminicidios, y que es una ciudad segura para las mujeres? 

¿Celebrará Puebla que dejó de ser una ciudad de desaparecidas y desaparecidos? 

 

*** 

El otro gran pendiente para Puebla es una reforma profunda a la administración pública municipal, a su estructura fiscal y a su sistema de representación.  

Me centraré en el sistema de representación.  

Las regidurías deberían votarse por los distritos o regiones de cada ciudad. No se vale que al votar por un candidato/a a la presidencia municipal llegue por default una planilla. Y que esa planilla represente solo los intereses de un partido o de los grupos internos de ese partido.  

Como en los cargos de regidores no hay una representatividad real y funcionan en la práctica como cuotas partidistas, no hay un compromiso de los regidores con la gente, al menos no en el papel representativo. Las y los regidores son un volado. 

En una ciudad de la complejidad demográfica y geográfica como Puebla, más bien valdría fortalecer a las Juntas Auxiliares o de plano, aplicar un criterio demográfico para crear otras autoridades políticas o administrativas.  

La megalópolis poblana y su zona conurbada requieren soluciones del siglo XXI y no las viejas recetas que funcionaron en los lejanos 90 del siglo pasado. 

Salvo en algunos municipios pequeños en donde hay un contacto más directo entre los electores y los regidores, la representatividad de los cabildos está en crisis. 

 

*** 

Lo peor que le sucedió a Puebla fue hacer elecciones concurrentes. 

Porque cuando el elector vota en las elecciones concurrentes no está pensando ni en su municipio ni en la composición del Congreso local.  

Solo está pensando en las elecciones federales.  

O más bien, el elector solo se enfoca en la elección del presidente o la presidenta municipal. 

Por eso, es equivocado cualquier análisis sobre el 2024 en Puebla que omita un dato básico: cuando el elector se forme en las casillas, recibirá seis boletas. 

Y no hará un voto diferenciado.  

En otras palabras, no reflexionará sobre su contexto local.  

Dicho de otro modo, la elección del 2024 será una elección presidencial. 

Y la elección presidencial jalará todas las demás elecciones.  

Peor aún, en una elección concurrente, los candidatos a regidores se invisibilizan.  

Nadie sabe ni quienes son ni están obligados a conocerlos. 

Los regidores que “ganan” una elección no se la deben a las personas ni a los votantes.  

Se la deben al “presi” que ganó la elección o al partido que los colocó en la planilla perdedora en una posición cómoda para “ganar” aunque su candidato o candidata pierda. 

 

*** 

Esto que se presentó hace algunos años como la panacea de la democracia en Puebla, evita que los electores reflexionen sobre el sentido de su voto en el municipio.  

Así se da el caso que, en el torbellino electoral del 2024, los electores estarán más preocupados en los dimes y diretes de la campaña presidencial que en los detalles de las propuestas, candidatos y agendas municipales.  

Y aquí viene lo peor. 

Puede darse el caso que “X” partido presente a un buen candidato o candidata municipal, pero que su candidata o candidata municipal sea muy chafa, entonces, ese buen candidato o candidata municipal, quedará sepultado por la ineficiencia de su candidato o candidata presidencial.  

Para que el Estado funcione, los gobiernos municipales deben funcionar. Requieren fortalecer sus facultades administrativas, y, algo que a nadie le gusta oír, y menos en campaña, fortalecer sus capacidades fiscales.  

Los municipios que no tienen una fortaleza fiscal, difícilmente resolverán los problemas que aquejan a las ciudades.  

 

*** 

Vienen las campañas electorales para el 2024. 

Se reciclarán las promesas.  

Se reciclarán las fotos, las selfies y hasta los videos. 

Hace falta un amplio debate sobre los municipios, sobre el papel de las juntas auxiliares y sobre la representatividad de los cabildos.  

No hay recetas mágicas ni dedazos milagrosos.  

El municipio de Puebla se reinventa cada tres años con poca imaginación. 

Pero a los partidos no les importa mucho.  

Tratarán de llevar la elección municipal a la arena presidencial.  

Porque a las dirigencias nacionales de los partidos no les importa nada, Puebla es un municipio más. Todo lo contrario del enfoque local.  

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