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jueves, noviembre 21, 2024

Ebony, Liliana, María Isabel y Tadeo

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¿Qué más quisiera uno que la violencia disminuyera con la pandemia de Covid-19 y que de la pandemia hubiéramos aprendido algo? No algo nuevo, sino algo más sencillo.

En una entrevista en Confabulario, Verónica Munguía, a propósito de su novela El cuarto jinete publicada por Era en el 2021, considera que las viejas conductas se han recrudecido.

Mungía escribió una novela ubicada en la Edad Media, donde dos médicos enfrentan la peste bubónica.

Al inicio de la novela uno puede leer la plegaria de Jean de Venette:

“A veces sueño que sólo yo quedo vivo en esta ciudad y me despierto sudando, y mi corazón pegado a mis costillas es un pájaro asustado, preso en una jaula. Otras veces sueño que soy un niño, un desamparado rapaz campesino y que los campos están florecidos, cubiertos de botones blancos y mis talones se hunden en tibio limo. Entonces me pregunto: ¿acaso sueño con mi infancia porque ya se acerca a mí la Peste? ”

En la entrevista la escritora mexicana, nos recuerda que los tiempos que vivimos son parecidos a esa irracionalidad que se vivía en la Edad Media, resultado de las pestes que asolaban a la población.

 

El horror normalizado

Los primeros días del nuevo año nos han dado un portazo.

Nos han sacudido con distintos hechos violentos.

El cuerpo de un bebé, conocido como Tadeo, exhumado de un panteón de la ciudad de México, en Iztapalapa, fue hallado en el cereso de San Miguel.

Los días pasaron y la agenda mediática local se saturó de otros temas.

El fin de semana, la fiscalía de la Ciudad de México emitió un comunicado informando sobre las investigaciones en torno al cuerpo exhumado del panteón de San Nicolás Tolentino en Iztapalaba.

El sábado, la fiscalía de Puebla emitió un comunicado señalando que el cuerpo hallado en el basurero del cereso de San Miguel era el cuerpo del bebé exhumado.

La madre de Tadeo, quien fue enterrado el 5 de enero de este nuevo año, al enterarse de la noticia del bebé hallado en Puebla fue al panteón sospechando que se trataba de su hijo.

Halló que en la tumba no se hallaba el cuerpo de su hijo.

La movilización de activistas mostró la relevancia de la participación y el acompañamiento de la sociedad civil en estos procesos.

Todavía el 22 de enero, el períodico El País, publicaba un texto “La doble muerte de Tadeo: el escalofriante caso del cádaver de un bebé robado y arrojado en un basurero de una cárcel en México”.

Ahí, Elena Reina, escribía las devastadoras líneas: “El caso de Tadeo ha destapado el horror con el que convive México de una forma casi natural. La aparición del cadáver de un bebé en una cárcel no fue un escándalo, ni siquiera local”.

La última frase es brutal. Describe una sociedad que ha normalizado la violencia. Que se ha acostumbrado a distintas formas de violencia y que ensimismada no voltea a mirar a lo que sucede a su alrededor.

( ¿Cómo introducir en un Cereso el cuerpo de un bebé sin que nadie se percate? ¿Quién o quiénes realmente controlan el ingreso al Cereso? )

El caso de Tadeo, que señala El País, minimizado en Puebla, muestra el deterioro de amplios sectores de la sociedad.

Además, mostró ribetes preocupantes, cuando la Comisión Estatal de Derechos Humanos le envió una carta a la Comisión Nacional de Derechos Humanos para que no investigara el tema.

Este lunes en la mañanera, el presidente de la república, atajó cualquier especulación. Achacó el caso de Tadeo al neoliberalismo.

“Fruto podrido de la descomposición social, son hechos lamentables que no deberían suceder y tienen que ver con el pasado reciente.Eso es lo que nos dejó la política neoliberal…el neoliberalismo desemboca en una crisis profunda en lo económico, en lo social y en lo moral”.

Para la clase política, todo se encuentra en el pasado.

 

María Isabel

En esa semana abrumadora nos enteramos que en Zoquitlán, fue enterrada la niña María Isabel, de 10 años.

El lunes pasado se dirigió a casa de su vecina por la noche, pero nunca llegó. El martes por la mañana fue hallado su cuerpo con señales de abuso sexual en un lote baldío.

 

Nos falta Liliana

La primera semana de enero también nos trajo la noticia de la desaparición de Liliana Lozada Juárez.

En las redes sociales se compartieron mensajes como el siguiente: “Fue vista por última vez el lunes 3 de enero a las 10:00 horas en la zona de Bosques de San Sebastián, en la ciudad de Puebla, viste blusa blanca, falda blanca, botines negro y sombrero negro. Sus hijos la esperan… ”

Y el fin de semana también nos trajo la noticia de que su cuerpo había sido hallado sin vida en el municipio de Huaquechula, en lo que fuera una fábrica textil,18 días después de su desaparición.

Desde los primeros días de su desaparición, familiares y amigos de Liliana Lozada dieron a conocer su desaparición después de dirigirse en un taxi de plataforma a la ciudad de Atlixco.

En los días posteriores a la desaparición de Liliana Lozada, familiares y amigos de Liliana, hicieron una protesta.

La noticia del hallazgo de su cuerpo fue dado a conocer por las autoridades a través de medios de comunicación. Varias horas después de la circulación de esta información, las autoridades corroboraron el hallazgo.

Liliana Lozada fue enterrada este domingo en un panteón del municipio de Sanctorum, en Cuautlancingo. Es un panteón donde las tumbas de los niños se ornamentan con rehiletes de colores que mueve el aire, es un panteón sin árboles, terregoso y de un pasto seco, a unos metros se encuentran bodegones de la industria automotriz.

La tarde de este domingo diversos colectivos realizaron en el zócalo del municipio de Atlixco una acción de protesta por el feminicidio de Liliana Lozada.

 

Ebony

En esa reunión de protesta también se recordó a Ebony Tookie Ortiz Rangel, una cantante e influencer, de 21 años de edad, quien también fue hallada muerta luego de un mes de su desaparición.

Ebony Ortiz fue reportada desaparecida el pasado 16 de noviembre del año pasado; su cuerpo fue hallado el 24 de diciembre.

A Ebony le gustaba la fotografía, y también le gustaba Atlixco.

Mientras redacto estas líneas escuchó una versión de la canción Stay de Rihana en you tube. De manera entonada,  Ebony canta: “… now tell me now/tell me now/ you know…”.

 

“La policía no nos cuida”

El común denominador de estos hechos de violencia contra mujeres y niños es la impunidad.

No hay ninguna persona detenida por estas acciones, pero las acciones policiacas se encaminan a detener a jóvenes mujeres que venden calcetas en las calles de la ciudad, “pasearlas”, o más desaparecerlas por varias horas.

El fin de semana otra mujer joven, Leslie Alcántara es reportada como desaparecida cuando ofrecía calcetas en los alrededores del Paseo Bravo, el sábado, al filo de las dos de la tarde.

Durante varias horas, fue retenida por los cuerpos policiacos. Por la noche es presentada ante al Ministerio Público, los cuerpos policiacos buscan incriminarla en la venta de drogas y portación ilegal de armas, e intentan obligarla a firmar una declaración a modo, informa la familia.

Pero la denuncia de su madre, ha vuelto viral el abuso a sus derechos.

Y distintos grupos de mujeres feministas se han solidarizado con ella.

En facebook se encuentra un grupo llamado “Justicia para Leslie Alcántara Lazcano”.  El grupo se volvió popular y el lunes por la tarde, ya contaba con mil 200 integrantes que compartían sus publicaciones exigiendo la libertad de Leslie.

“Porque vender calcetines es ilegal, pero pasar un bebé muerto al penal no lo es”.

“Somos nenis no narcotraficantes”

Esto no son muestras aisladas del fallo institucional.

Cuando Olimpia Coral Melo quiso hace algunos años poner una denuncia porque un video intímo con sus imágenes circulaba en las redes sociales, el Ministerio Público se burló de ella.

Cuando Olimpia Coral Melo quiso proponer por primera vez una ley para sancionar el ciberacoso digital, un diputado de Puebla se burló de ella, y señaló que una ley así sería “avalar la putería”.

***

La semana pasada también se dieron a conocer los puntajes de percepción de la seguridad en Puebla

Los números no son nada halagadores y prácticamente repiten tendencias nada positivas.

En septiembre del 2021, el índice de percepción de inseguridad era del 68.8% y en diciembre es de 81.9%, de acuerdo a los datos de Percepción Social sobre Inseguridad Pública por Ciudad de Interés. El índice señala que en Puebla hubo un cambio estadísticamente significativo.

Pareciera entonces que algo rebasa a las autoridades.

Que 8 de cada 10 personas se sienten inseguras en la ciudad de Puebla.

Que el retorno al semáforo verde o el retorno a los espacios colectivos de la nueva normalidad trae consigo una vorágine de violencia.

Los poderes fácticos, la corrupción, la política fifí y la política chaira, las inercias de violencia estructural, la indiferencia de la sociedad, la apatía, y todo lo que le quieran añadir, detiene las buenas intenciones de las retóricas transformadoras.

La realidad abigarrada queda ahí, como si fuera el cuarto jinete anunciado por Juan de Patmos.

Presta para ser descubierta: ya sea en una morgue, en un terreno baldío o en el basurero de una cárcel.

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