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domingo, noviembre 24, 2024

Los dinos de Morena

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Solo ellos lo saben.

Quisieron borrarle a los estatutos de su partido la palabra izquierda.

La consideraron una palabra maldita.

Un vocablo hiriente e incómodo.

Les recuerda una hoz y un martillo, que quieren mandar al tiradero de la historia.

Porque en la palabra izquierda caben muchas cosas y muchos mundos.

Caben los estudiantes caídos en la represión brutal de Tlatelolco en 1968.

Cabe el pensamiento anarco-magonista.

Cabe el pensamiento de José Revueltas.

Caben Zapata y su toma de tierras, quitándole la tierra a los hacendados.

Cabe la huelga de Río Blanco y los mártires de Cananea.

Cabe el jueves de Corpus de 1971, cuando las fuerzas del Estado priista reprimieron una marcha estudiantil.

Cabe el levantamiento zapatista del primero de enero de 1994, cuando la clase tecnocrática festejaba la fantasía del ingreso al norte globalizado.

Caben las huelgas estudiantiles de la UNAM, la del CEU y la de los cegehacheros. La que paralizó la UNAM durante un año, pero evitó el alza de cuotas.

Caben las normales rurales y las luchas contra los fraudes electorales “patrióticos”.

Cabe la persecución del Estado priista durante la guerra sucia.

(Ahí está la novelística de Carlos Montemayor para atestiguar esos años aciagos.)

Caben las movilizaciones para que se apruebe la despenalización del aborto y para universalizar los derechos sexuales y reproductivos.

Cabe la APPO que tomó las calles de Oaxaca en un plantón de varios meses y se enfrentó a la PFP de Ulises Ruiz.

En la izquierda, están los Vallejo, los Valentín Campa, y los Martínez Verdugo.

Cabe la lucha de los electricistas despedidos de Luz y Fuerza del Centro, y que desde el SME resistieron la extinción de la compañía durante el gobierno calderonista.

En el vocablo izquierda caben como en un mitin, los comunistas y los excomunistas, los obreros y los campesinos, los socialistas y los ecologistas, los antisistema y los anarquistas benevolentes, los que llegan en bicicleta y los que se van a pie, las madres del comité Eureka que buscaron a sus hijos, las feministas y los punks millenials, los católicos sin dogma y hasta algún dogmático despistado.

***

Hoy que llegaron al poder, o quienes ya se preparan para retenerlo en el 2024 se sinceraron.

“Ya no somos de izquierda. Bueno, en realidad nunca lo fuimos.”

El tomarse selfies cuando antes grafiteaban sus consignas en los muros, ha dejado anodados a los morenistas.

Hoy son los antípodas de lo que siempre juraban que soñaron.

Al final, el voto de la mayoría se impuso y se quedó la palabra maldita, “izquierda” en los estatutos de Morena.

Un vocablo herético del que los dinosaurios morenistas se quieren olvidar, pues le recuerda su ADN patriarcal.

Los estatutos consideran que “Morena es un partido-movimiento de izquierda y antineoliberal conformados por mexicanas y mexicanos libres que impulsan la Cuarta Transformación de México.”

Al final, Morena le queda a deber a la democracia. Poco a poco se convierte en un partido de cúpulas y de clientelas. Una dirigencia que se prolonga en el tiempo sin dar lugar a un proceso de elección democrática, pues es una dirigencia débil, porque se coloca del lado de la estabilidad.

Lejos quedó Morena en comprometerse con el espíritu democrático que tanta falta le hace a la izquierda.

“Con el pueblo todo y sin el pueblo nada”, se desvanecen en el aire de los discursos.

Más pobre aún, Morena ha renunciado al debate de las ideas, a la construcción de una agenda popular y democrática, y de afirmar una vocación que trascienda las coyunturas electorales.

Quizás, Morena, la cúpula partidista resolvió en el corto plazo sus diferendos hacia el 2024.

Quizás, Morena, la cúpula del partido sacó adelante su congreso y puede festejarlo, un reducido grupo de morenistas.

Pero las promesas de la Cuarta Transformación, para que posean vigencia, requieren reactivar procesos populares, comprometerse con agendas civiles, y dialogar con todas las causas y frentes que han luchado por la transformación del país desde hace varias décadas, con siglas muy diversas y hasta sin siglas ceremoniosas.

Un Morena de dinosaurios, bien puede ganar la elección del 2024. Pero eso no transforma nada.

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