El sistema político mexicano nos dio de nueva cuenta una lección.
No hubo ninguna sorpresa.
Claudia Sheinbaum obtuvo la nominación como coordinadora nacional de la Cuarta Transformación.
La morenista qué punteó en las encuestas, alcanzó el anhelado cargo, antesala de la candidatura presidencial. Además, Claudia fue la preferida del núcleo morenista. De ahora en adelante salvaguardar el legado de la Cuarta Transformación, con todas las implicaciones de esto.
Un ciclo de repetición. La naturaleza de la sucesión. El fantasma de la fractura. El portazo tras conocerse los resultados de las encuestas. La post encuesta es más importante que la encuesta.
1988 nos dejó momentos turbulentos.
Cuauhtémoc, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez rompieron con el PRI tecnócrata y postularon a Cuahutémoc Cárdenas como candidato del Frente Democrático Nacional. El candidato más competitivo de la izquierda mexicana en el siglo pasado.
Luego llegó el 2006 con el fraude electoral denunciado por Andrés Manuel López Obrador. El candidato izquierdista desarrolló su campaña electoral con gran simpatía popular. Los góbers priistas se lanzaron a apoyar al candidato del PAN, Felipe Calderón Hinojosa.
Calderón fue presidente y la izquierda se movilizó con plantones y demandando el “¡voto por voto!”
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La matraca es el género preferido de la clase política.
La porra.
El andamiaje del poder.
La fantasía del poder.
La intervención del poder.
La herencia es la utopía de la voluntad de poder.
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Claudia Sheinbaum se encamina a ser la presidenta de México.
Desdobla, en estos momentos, la herencia política de Morena.
Por supuesto, que Andrés Manuel López Obrador recorrió todo el país durante varias décadas y que su liderazgo popular se ubicó en lo simbólico.
La herencia política para Claudia Sheinbaum es muy grande.
Claudia deberá regresar al pueblo.
Sheinbaum deberá huir del canto de las sirenas de góbers impacientes por obtener candidaturas a cambio del corporativismo de los votos.
La trama del 2024 cruza el oasis de candidatos populares con probado arraigo en el pueblo.
Así ganará Morena en el 2024.
(En el script de la 4T, el obradorismo retiene la hegemonía).
Las candidaturas de acuerdos entre cúpulas son un retorno al viejo Pri, y son un freeway a la derrota electoral.
Lo que nutrirá la candidatura de Claudia Sheinbaum será la fortaleza de candidatos y candidatas populares en los estados de la República.
Los políticos de la oligarquía deberán esperar nuevos tiempos.
Ese es el mensaje de la candidatura anunciada de Claudia.
Quien coordinará a la 4T es quien puntea en las encuestas.
Una premisa simple pero popular.
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La eventual salida de Marcelo Ebrard Casaubón de Morena resuelve de manera anunciada la sucesión.
Una película con candidaturas progresistas nos ubica en un país cuyo horizonte está en la izquierda y en los sectores progres.
De darse este paisaje, habrá una campaña de altura. La democracia es el escenario para confrontar propuestas y proyectos de país. Este miércoles las pasiones políticas se han desbordado.
La política es el arte de lo imposible. La incertidumbre es parte de la democracia. Morena deberá tender puentes entre el equipo de Claudia y el de Marcelo.
No hay que olvidar qué Ebrard es un personaje protagonista de la izquierda progresista, y que en muchos momentos ha razonado bajo el sombrero obradorista.
Marcelo deberá mirarse en el espejo de Manuel Camacho Solís, su maestro, en el aciago 1994. Su propuesta deberá ir más allá de una esperada ruptura con Morena. Marcelo deberá escuchar al pueblo y trascender una borrosa Polaroid del 88 y el 2006.
Andrés Manuel deberá ser garante de los acuerdos políticos entre Marcelo y Claudia.
La decisión que tome Marcelo Ebrard, la qué sea, sucede en un entorno de competencia. A final de cuentas, gana el ciudadano.