Justo cuando un comando armado sembraba terror en el complejo Médico de Atlixco, el secretario de Seguridad Pública daba órdenes a sus elementos para que ingresaran y sacaran información de un joven —“Juan Carlos N.”— que ocupaba, visiblemente herido, la cama 25.
Los policías se negaron a cumplir las órdenes, pues era suicida enfrentarse a sicarios armados con metralletas y granadas.
El accidentado diálogo fue grabado por uno de los uniformados y hecho llegar a quien esto escribe para exhibir la irresponsabilidad de Antonio Hernández Pacheco, también llamado “comisario”, quien está al frente del organismo de Seguridad Pública.
En ese contexto, la madrugada del 4 de noviembre de 2024 también fueron masacrados dos policías y, entre una lluvia de balas de grueso calibre, fue lanzada una granada de esquirlas contra una patrulla que alcanzó a esquivarla.
Esta trama inició unas horas antes en una fiesta de halloween efectuada en la junta auxiliar de San Diego Acapulco, donde un joven conocido como “El Salchicha” —presuntamente ligado a un cártel del estado de Morelos— fue baleado por uno de los contertulios.
De inmediato, fue trasladado al Hospital Gonzalo Río Arronte por dos amigos: un hombre —que, según versiones, fue encontrado sin vida horas después en Chipilo— y una mujer, a la que conocen como “Estrella”, y quien supuestamente fue secuestrada por el grupo armado al mismo tiempo que remataban a “Juan Carlos N”.
Se sabe que elementos de la Policía Estatal llegaron escoltando al joven herido desde San Diego Acapulco hasta la puerta del hospital, en donde tomaron fotos de su ingreso al nosocomio.
Luego se retiraron y lo dejaron sin custodia.
Durante la madrugada, y ajenos a lo que ocurría, Armando y Lupita, adscritos a Seguridad Pública, estacionaron la camioneta oficial, en la que cotidianamente hacían sus rondines en ese sector, en un predio que se encuentra frente al hospital.
Esto en aras descansar un poco del ajetreo del día y estar pendientes por cualquier reporte.
De pronto, llegaron muchos hombres armados a bordo de camionetas —pertenecientes a otro cártel de Morelos— con una sola finalidad: ejecutar a “Juan Carlos N.”.
Y así lo hicieron, generando gritos y caos en el complejo médico.
En tanto, otros miembros de la banda detectaron la patrulla estacionada y rafaguearon a Armando y a Lupita, quienes se hallaban dentro de la patrulla.
Lupita alcanzó a pedir apoyo, pero ya era demasiado tarde.
A través del sistema de radio, que opera bajo una banda UHF, surgió la orden de “7” —clave de Hernández Pacheco— en el sentido de que todos los elementos se trasladaran al hospital en el que estaba internado “El Salchicha”.
Entre gritos y órdenes confusas, la voz entrecortada de un policía informa que hay muchos hombres armados en el libramiento con dirección norte.
Otra voz pide que todos “apaguen códigos” y conmina a los elementos a estar pendientes.
Una tercera voz llama a ingresar al hospital “para sacar 44” (clave que significa ‘información’) de “Juan Carlos N”.
Y deja en claro que es orden de “7”.
La respuesta de otro policía es tajante: “Les estamos diciendo que hay cuarentai… ¡Son sesentaiseis, sesentaisiete los que están disparando! ¡Son varios vehículos los que están distribuidos! ¿Cómo vamos a entrar (al hospital) ahorita?”.
(El terror del policía es evidente en esta parte, y no duda en gritar que son “sesentaiseis, sesentaisiete” los que están disparando. Queda claro que el miedo no conoce de cifras”).
Pero el enviado del comisario Hernández Pacheco no titubea: “¡Son órdenes del 7 para sacar datos del masculino al interior del 70! (clave con la que se conoce al hospital)”.
Y otra voz grita, desesperada, que urge la presencia de una ambulancia, pues Armando y Lupita fueron acribillados a unos pasos de donde sólo reina el Caos, hijo de Crono (Primigenio) y Ananké (Mitología), y padre de Nix (la noche) y abuelo de Éter.
Esta historia de terror deja en claro el papel que juega el comisario Hernández Pacheco, quien es visto por sus subordinados como un hombre cargado de contradicciones, malas prácticas y muchos, oscuros, intereses.