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miércoles, abril 2, 2025

Un candidato al Penal de San Miguel

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Rafael Moreno Valle citó a su equipo cercano para un tema que no lo dejaba dormir: ¿A quiénes metería a la cárcel una vez en el gobierno?

Se reunieron en su búnker del Presidente Intercontinental. John Peters, un asesor educado en Harvard —ex operador del presidente Clinton—, pidió la palabra. En un inglés bostoniano trazó varias rutas críticas. Una en particular atrapó al gobernador electo: administrar la justicia en función de los conflictos. En otras palabras: meter a la cárcel a alguien para desviar temas candentes. A cada crisis le sucedería una orden de aprehensión.

Moreno Valle quería peces gordos. Pidió una lluvia de nombres, aunque dejó en claro algo:

“Del lado del gobierno actual nos vamos a ir en contra de Alfredo Arango. Eso ya está negociado”.

Los integrantes del equipo soltaron los de Ricardo Henaine, Francisco Castillo Montemayor, José González —Pepe Tomate—, Carlos González (Nabla Ingeniería), Óscar García (constructor de hospitales), Vicente Gil y Armando Adame (ex presidente de la CMIC).

El asesor propuso hacer un calendario y, sobre todo, armar los expedientes judiciales para echarlos a andar una vez que fuera requerido un campanazo mediático.

Moreno Valle viajó a la Ciudad de México ese mismo día con el asesor estadunidense. Estaba por llegar la Navidad de 2010. Lo invitó a comer con el senador Manuel Velasco en Les Moustaches.

Velasco escuchó atentamente la estrategia judicial y les compartió lo que estaba ocurriendo en Chiapas, estado por el que buscaba la gubernatura:

“Mira, hermanito —le dijo a Moreno Valle—, el cabrón de Juan Sabines, gobernador de mi tierra, quiere meter a la cárcel a Pablo Salazar Mendiguchía porque en su gobierno se otorgó un bono sexenal por más de cien millones de pesos. En pocas palabras: lo quieren enjaular por los delitos de ejercicio indebido del servicio público y asociación delictuosa. (Risas) Para que me entiendan: lo quieren llevar al fresco bote entre quince y veinte años. (Risas). Pero aquí no termina todo. El góber Sabines tiene como operadores a otros dos cabrones: Raciel López Salazar, fiscal general del estado, y Florencio Madariaga. Éste fue subprocurador en tiempos de Roberto ‘El Croquetas’ Albores. (Risas). Incluso, Salazar Mendiguchía lo persiguió judicialmente. La venganza es dulce. Hoy Florencio se va a chingar a Pablo. (Risas). Moraleja, hermanito: necesitas dos cabrones así para que tu estrategia sea una chingonería. ¿Los tienes o te los presto?”. (Risas).

 

*

(24 de diciembre de 2011)

Adolfo Karam citó a Alfredo Arango en una casa de La Calera.

—Tengo información que necesitas conocer, hermano.

El ex secretario de Salud llegó al mediodía acompañado de su chofer en una Suburban blanca. Karam lo recibió y lo llevó a un pequeño estudio desde donde se veía una parte de la ciudad. Colocó su iPhone en una mesa, y antes de encenderlo le dijo:

—En esta grabación telefónica, Moreno Valle habla con el procurador Víctor Carrancá. Checa, hermano.

La voz del gobernador se escuchó clarísima.

“—Antes de la toma de posesión quedé con Marín de que la cabeza que va a rodar es la de Arango. ¿Lo ubicas?

“—Ah, sí, el ex secretario de Salud, ¿no, gobernador?

“—¡Ese cabrón! Empieza a armarte su expediente. Hay que meterlo al tanque en enero, Víctor.

“—Ah, ¿tan pronto?

“—Por eso me urgía verte, pero como me voy a un crucero por el Báltico no me quedó más remedio que hablarte por celular.

“—Ok, gobernador. Me pongo a trabajar en el caso.

“—Chíngale por favor, Víctor, es importante que los Reyes Magos lo visiten en el Cereso de San Miguel.

“—Ah, entonces preparo todo para el 5 de enero.

“—Hay un chingo de expedientes sobre Arango. Ya giré instrucciones para que te los hagan llegar hoy mismo a la Procuraduría.

“—Perfecto, gobernador”.

Arango veía el iPhone como si fuera una caja fuerte imposible de descifrar. Estaba pálido y tenía la boca seca.

—¿Esto cuándo pasó, mi Adolph?

—Hace dos días. Por eso me urgía verte.

—Mario estuvo de acuerdo entonces…

—¿Tienes dudas, hermanito?

—No me lo imaginaba, Adolph. Eso es lo que más duele.

—Así son estas chingaderas, brother. Estás a tiempo de ampararte o de irte de Puebla.

—Me dejaste sin palabras…

—Estos cabrones no se van a andar con miramientos, ¿eh? ¿Tienes abogado o te recomiendo uno?

—Tengo abogados, mi Adolph. Muchas gracias. Ufff. Qué amarga navidad voy a pasar.

—Sabes que cuentas conmigo, hermanito. Háblame cuando decidas qué vas a hacer.

—Me voy con una enorme decepción…

—Lo sé. Recuerda que somos pocos los amigos leales. Por eso para mí la política es una mierda.

—Me resistía a verla así, mi Adolph.

Karam lo acompañó a la puerta. Arango subió a la camioneta y le pidió al chofer que lo llevara a La Vista. Tenía veinte mensajes de su mujer. Todos relacionados con la cena de Nochebuena. Su mente estaba en blanco. Se talló los ojos como queriendo despertar de un mal sueño. Tragó saliva. La poca saliva que tenía. Buscó en su celular el nombre del exgobernador y escribió unas líneas.

“Buenas tardes, Mario. ¿Puedes tomarme una llamada?”.

(Continuará).

 

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