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sábado, septiembre 28, 2024

Qué vulgares y ambiciosos resultaron ser los vulgares ambiciosos

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Gerardo Fernández Noroña se la pasó diciendo que todo lo que hacía por el movimiento de la 4T era absolutamente desinteresado.

Palabras más, palabras menos, aseguró que él no iba por cargos sino por servirle al pueblo: ese ‘Lorenzo Rafail’ dignificado a partir de 2018.

“Yo no soy un vulgar ambicioso. No somos iguales”, decía desde su canal de YouTube fraseando al presidente López Obrador.

Ahora que fue premiado con una senaduría plurinominal, se puso muy contento, tanto que todos los días lo presumía.

Veo los videos de Noroña por un tema de morbo natural y porque es el clásico político deslenguado que revela los detalles más privados.

Por él supimos, por ejemplo, que Nacho Mier andaba muy nervioso e irascible un día antes de que se definiera la candidatura de Puebla.

Noroña cuenta todo, y traduce los estados de ánimo del presidente, de Claudia Sheinbaum y de Marcelo Ebrard —por poner tres ejemplos.

Si va a una reunión privada, narra todo aquello que se dijo entre líneas.

Eso les da a sus videos un valor agregado.

A Marcelo Ebrard francamente lo detesta.

Durante el proceso interno de Morena a la Presidencia, no se cansó de hablar mal de él.

De vulgar ambicioso no lo bajó.

“Marcelo va por el cargo. Yo no. Yo puedo volver a vender libros en Santo Domingo. A mí no me hace el cargo. Yo soy del pueblo, y al pueblo le pertenezco”, juraba.

Hasta antes de que Ebrard apareciera como virtual secretario de Economía, y fuese el orador que habló en nombre de los otros cinco titulares designados, su vida era feliz.

Todo se descompuso a partir de entonces.

Esa tarde, en YouTube, recordó que Ebrard fue el único que impugnó a la doctora Sheinbaum y que fue un malagradecido con “el compañero presidente”, como le dice al presidente López Obrador.

En su emisión del viernes fue más allá.

Se quejó de que sólo lo hubiesen hecho senador plurinominal, una vez que merecía ser líder del Senado, líder de la Cámara de Diputados o parte formal del Gabinete.

Desde ese día, todo el tiempo hace sus cuentas chinas y asegura que no se cumplieron los acuerdos.

Jura que después de Sheinbaum y Ebrard, él quedó en tercer lugar, y que fue injusto que “el compañero presidente” lo haya puesto en cuarto lugar cuando en una Mañanera dio a conocer los resultados.

“No sé por qué el compañero presidente nunca me ha querido. Y eso que soy el más leal y afín al proyecto de la 4T”, dice constantemente.

Ahora entendemos la razón.

Noroña no cumple acuerdos.

Los desconoce en el minuto uno.

Ya se ve que sí va por cargos y que es un vulgar ambicioso.

Ha sido de tal tamaño su enojo que la doctora Sheinbaum ya declaró que hablará con él.

El caso de Noroña no es el único.

Hay cientos de Noroñas en los estados y municipios donde hubo elecciones creyéndose con mayores méritos que los demás.

Son esos que juran que estuvieron en la guerra por amor a la camiseta y que no tienen ambiciones.

Son los que andan rumiando que cuentan con más merecimientos que otros.

Son lo que anteponen el cargo a la lealtad.

Todos los conocemos porque siguen actuando como siempre.

¡Que Noroña los redima, por favor!

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