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miércoles, abril 30, 2025

Misóginos, odiadores e hipócritas

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¿Los funcionarios públicos tienen derecho a divertirse en sus horas libres?

Sí.

¿Es delito tomarse unas copas?

No.

¿Tienen derecho a ir al Palenque de la Feria de Puebla?

Sí.

No entiendo, entonces, la carnicería que varios personajes han montado en contra de Lupita Cuautle, presidenta municipal de San Andrés Cholula, y de su esposo Edmundo Tlatehui.

Su pecado fue acudir al Palenque, tomarse unas copas y ser figuras públicas.

A su lado había diputados y diputadas en las mismas circunstancias, pero ellos no fueron tocados ni con el pétalo de una infamia.

Los videos que están circulando desde la noche del martes están cargados —aquí sí— de misoginia y violencia política de género en contra de Lupita Cuautle.

Más contra ella que contra su esposo.

¿Qué argumentan las buenas conciencias que se sienten agraviadas?

Que están en el Palenque con unas copas de más.

¿Es todo?

Sí.

Pero la bajeza se expresa brutalmente en los adjetivos calificativos que les endosan: sobre todo a Lupita, quien ha demostrado su capacidad de trabajo en beneficio de los pobladores de San Andrés.

El mundo es un lugar malvado.

Ya lo sabemos.

Y misógino.

Con estas expresiones públicas, queda ampliamente ratificado.

 

 

La droga rosa. En su más reciente columna —“Tarde de Perros”—, el periodista Daniel Hernández escribió unas líneas perturbadoras: “A este reportero le hicieron llegar varios reportes de que, en los antros y bares más exclusivos de Puebla, circula la droga conocida como Tusi, la cocaína rosa, que mezcla metanfetamina, opioides y otras sustancias que provocan euforia, sensación de fuerza, alucinaciones, entre otros efectos.

“En esos lugares, jóvenes influenciados por los corridos tumbados conocen a los protagonistas de estas canciones en su nivel local.

“En este sector, jóvenes y no tan jóvenes han sido seducidos por la droga de moda en las clases altas, a las que canciones de reguetón, rap y tumbados a diario les dedican frases sobre lo atractivo que es su consumo.

“La diferencia de clases se marca en todo y tiene símbolos. Desde hace mucho, quienes se consideran parte del sector adinerado se identifican con el color rosa; no es una casualidad el color escogido para la droga que va ganando terreno y que puede popularizarse en otros sectores cuando haya una nueva moda en las clases altas.

“La droga que llega a todo el mundo, en algunos países de Latinoamérica ya es identificada como un problema, pero, en la burbuja en la que dicen que vivimos, no la han detectado y no hay detenidos por su venta”.

 

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