Marcelo Ebrard está muy lejos de parecerse a López Obrador.
¿Qué le falta?
Una pasión brutal por levantarse temprano y recorrer los pueblos.
¿Qué le sobra?
La petulancia que lleva a todos lados.
Juan Ramón de la Fuente está muy lejos de parecerse a López Obrador.
Como canciller, es un canciller ausente.
No se le ve, no se le nota.
Es un cero a la izquierda.
Ebrard responde —mal— los dichos de Trump.
De la Fuente ni siquiera intenta rebatirlo.
¿Quién acompañará a la presidenta Claudia Sheinbaum en la guerra que viene con el presidente de Estados Unidos?
Ninguno de ellos reúne las características para enfrentar a Trump.
Una mirada suya —enviada desde la Casa Blanca— evidenciará el miedo que le tienen.
La presidenta hace hasta lo imposible por enfrentar hasta sus dichos más ligeros.
Ellos, en cambio, hacen discretos mutis.
(El plural de mutis es —oh, sorpresa— mutis).
Ebrard y De la Fuente no sirven para la trama que viene.
García Harfuch está entretenido en sostener al inútil gobernador de Sinaloa, el impresentable Rubén Rocha Moya.
Mario Delgado, ufff, sobrevive en su exilio magisterial, lejos de los días de gloria.
¿Quién acompañará a la presidenta en esa guerra?
Adán Augusto López hace boxeo de sombra con Ricardo Monreal.
(Los morenistas podrán arañarse, pero nunca, jamás, buscarán hacerse daño).
Noroña vive sus quince minutos de fama en la Presidencia del Senado.
Y hace como que grita —que es lo suyo—, pero no asusta a nadie.
Alejandro Esquer se la pasa bajando las instrucciones de AMLO en el Senado.
¿Con quiénes de ellos cuenta la presidenta para enfrentar a Trump?
La respuesta es dura.
Con ninguno.
La presidenta está sola en la antesala de la guerra contra Trump.
Duele decirlo.
Esos que parecen hombres son fantasmas.
Nadie de su entorno la acompaña frente a la belicosidad del elefante Trump.
(Un elefante bebé con sonajas en la mano).
Que el Golfo de México nos redima.
(Si es que todavía se llama así).
Qué paradoja:
A la presidenta Sheinbaum le hace falta un López Obrador en el gabinete.