Lo de Bartlett es la Patria.
En las elecciones de 1986, en Chihuahua, el PAN, a través de Francisco Barrio Terrazas, iba con todo para ganar la gubernatura.
Había vencido toda clase de obstáculos —cañonazos del PRI, vinculaciones a proceso, amenazas, chantajes—, y Pancho Barrio parecía imparable ante un timorato Fernando Baeza.
El día de la elección, sin embargo, algo se movió de su lugar.
Un protón se salió del núcleo del átomo y generó una reacción inusitada en las urnas.
El fraude se fue a vivir a Chihuahua con esa franqueza norteña tan envidiable.
Según Enrique Krauze, el fraude fue orquestado en Bucareli, cuyo huésped sexenal era Manuel Bartlett Díaz.
Los días siguientes —una vez que se confirmó el triunfo del priista Baeza—, Bartlett se reunió con un grupo de intelectuales, entre los que se encontraba Krauze.
Y fue en ese contexto —con el estado incendiándose— cuando se acuñó la expresión “fraude patriótico”, teniendo como personaje principalísimo al secretario de Gobernación que hoy está al frente de la Comisión Federal de Electricidad.
Del “fraude patriótico” de 1986 al “traidores a la Patria” de 2022, ¿cuántos años han pasado?
Treinta y seis años.
Casi nada.
El caso es que la patria sigue en un bolsillo del licenciado Bartlett.
En Chihuahua, el argumento fue que la Patria estaba en riesgo si ganaba el PAN.
En san Lázaro, el argumento fue que la Patria estaba en riesgo si el PAN y sus aliados frenaban la llamada Ley Bartlett.
En los dos casos, Bartlett y Acción Nacional han estado frente a frente.
Infancia política es destino.
Aquel Bartlett no sabía que con el tiempo iba a estar del lado opuesto al de su partido de aquellos años: el PRI.
Era un Bartlett institucional que respondía con un “sí, señor” a las instrucciones del presidente: Miguel de la Madrid Hurtado.
El tablero se movió en 2018, pero no el “sí, señor” con el que Bartlett le responde, ahora, al presidente López Obrador.
Muero de ganas por ver la Patria que Bartlett lleva en el bolsillo.
¿De qué tamaño será?
¿Qué colores tiene?
Volver a la radio. Gracias a Rafa Cañedo, dueño de la estación de radio más escuchada en Puebla —La Tropical Caliente—, estoy de vuelta en los micrófonos.
Me acompañan en esta aventura —como en muchas otras—, Alejandra Gómez Macchia y Nacho Juárez.
El programa que hoy inició lleva el perturbador nombre Sencillamente hipócrita, en alusión al periódico Hipócrita Lector, en el que los tres nos movemos.
Gracias, Rafa, por abrirnos las puertas de tu estación.
Tras una ausencia de años en la radio, vuelvo a una de las pasiones que me quita el sueño.
Que sea para bien.