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miércoles, agosto 27, 2025

La mujer que acabó con el boato y el desfile de las Suburbans prietas

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Una escena:

Héctor Sánchez y Mónica Silva celebraban su boda en el jardín Las Trinitarias, en la zona del Barrio del Alto.

En una de las mesas, el gobernador Miguel Barbosa departía con Sergio Salomón Céspedes (a la sazón presidente de la JUGOCOPO del Congreso local), el fiscal Gilberto Higuera y el empresario Javier Pacheco.

(Todos ellos con sus esposas).

De pronto, sentado a la izquierda del gobernador, le pregunté sobre el proceso interno de la BUAP.

Fiel a su estilo, don Miguel hizo una reflexión que me dejó en claro que tenía sus simpatías por la doctora Lilia Cedillo, de quien ponderó su sencillez.

“Tiene un perfil muy distinto al que han tenido los rectores de la universidad. Me llama la atención su perfil científico”, me dijo.

Entendí que la veía como próxima rectora, y que ese escenario le gustaba.

En efecto: la doctora Cedillo no es adicta al ruido al que fueron afectos algunos de sus antecesores.

De entrada, generó un cambio en los protocolos.

Se acabaron los escoltas que, por decenas, cuidaban al rector.

Se acabaron las fiestas de cumpleaños que de pronto generaban perturbadoras analogías con las francachelas de los narcos.

Se acabaron la pompa y la circunstancia.

Se acabaron las Suburbans prietas.

Se acabaron los aletazos de caguamo.

En fin: se acabó el boato.

¿Y qué decir de las voces engoladas que presidían los informes?

La doctora les bajó la cortina a los rituales priistas del pasado y a los excesos, entre muchas otras cosas.

Su primer acto oficial marcó el nuevo estilo (ése que le gustaba al gobernador Barbosa): llegó discreta a su toma de posesión: con una vestimenta sobria, sin alhajas, sin guaruras, sin el desfile de las Suburbans, sin la frivolidad que rayaba en lo cursi, sin ese ‘no–sé–qué’ que daba mucho de qué hablar.

Su lenguaje, igualmente sobrio, reflejó de entrada que hablaba como científica (pero sin la pedantería de algunos que se sienten Premio Nobel).

Todo eso sorprendió a muchos.

Era claro que estábamos ante una nueva forma de llevar las riendas de la BUAP.

Hubo voces que la calificaron de ingenua.

El tiempo les calló la boca.

Otra novedad: la universidad dejó de ser con ella un sector más del PRI.

(Como el Campesino, como el Popular, como el Obrero).

La universidad cambió de rostro.

Y de narrativa.

Hoy, en la antesala de las elecciones, continúa igual de discreta.

Y como buena maratonista, sabe que todo tiene su tiempo, su ritmo y su respiración.

Un escenario se vislumbra: ganará sin problemas —una vez más— la carrera por la Rectoría.

 

¿Beatriz en Puebla? El hecho de que Beatriz Gutiérrez Müeller haya sido nominada (al parecer por una estudiante) en la puja por la Rectoría llamó la atención de muchos.

Sobre todo, porque hubo quienes pensaron que detrás de su eventual candidatura estaba la familia Vélez Pliego.

En particular: Francisco (Paco), el arquitecto.

Éste lleva años queriendo ser rector a través de interpósita persona.

Esta tarde, entre las 5 y las 6, la Comisión de Auscultación definirá quiénes cumplen los requisitos de la convocatoria.

La doctora Gutiérrez Müeller no estaría interesada en participar, una vez que ni siquiera solicitó la carta de antigüedad en la institución, requisito indispensable para contender.

Este jueves se registrarán los aspirantes que hayan cumplido con los filtros de la citada Comisión de Auscultación.

Pero Beatriz no acudió a la entrevista programada para oficializar dicha aspiración.

En otras palabras: al no haber interés en participar, no estará en la citada puja.

 

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