21.6 C
Puebla
miércoles, julio 9, 2025

La muerte viaja en moto (segunda parte)

Más leídas

Stanley, ciudadano estadunidense que murió dos veces el 5 de julio, tuvo mucha mala suerte en las últimas horas de vida.

Se topó, de entrada, con dos asesinos (en motocicleta) muy perseverantes.

Antes de las tres de la tarde del 4 de julio, vieron cómo compró un reloj Cartier en la zona de Angelópolis.

Lo siguieron.

Lo vieron entrar al estacionamiento de Plaza Solesta después de las tres.

Fueron testigos de cómo ingresó, junto con su esposa, a un restaurante.

Y ahí estuvieron alrededor de siete horas esperando a que saliera.

¿Qué querían?

Su reloj Cartier.

El Tank Must anda en 78 mil pesos, y es de los más baratos.

El Santos–Dumont, de oro amarillo y acero, cuesta 222 mil.

Otro Santos–Dumont, de puro oro amarillo, tiene un valor de 397 mil.

Y ya si hablamos de palabras mayores: el reloj esqueleto Santos–Dumont (tamaño grande, movimiento automático esqueleto, oro amarillo, dos correas de piel) se cotiza en 925 mil pesos.

(El Cartier crash oro amarillo de 18 quilates se vendió en noviembre de 2021 en 860 mil dólares, pero esos relojes no nadan en las aguas poblanas).

Los asesinos en moto sólo sabían que Stanley había adquirido un reloj Cartier, y eso les bastó para saber que era un reloj caro.

Por eso esperaron alrededor de siete horas para consumar su atraco.

Mala suerte para el ciudadano estadunidense, pues, toparse con dos asesinos tan pacientes y obstinados.

El segundo rasgo de mala suerte vino después, una vez que fue herido de gravedad en la espalda y en un brazo.

Si la pareja enfrentó a los asesinos después de las diez de la noche del 4 de julio, los disparos y la posterior huida culminaron a las 10:40 de la noche.

A esa hora, la esposa de Stanley llamó a una ambulancia, la cual los trasladó a un hospital de la zona de Angelópolis.

(Hay varias versiones que coinciden en que fueron llevados al Hospital Puebla).

Para mala suerte de Stanley, un empleado administrativo antepuso el depósito a la atención inmediata.

Sin paga no hay servicio, fue lo que dijo.

Pero Stanley se estaba desangrando.

No importaron los alegatos.

Primero la paga, luego el servicio.

Y como no hubo depósito inmediato, poco después de las doce de la noche (ya del 5 de julio) Stanley seguía desangrándose afuera del hospital.

Finalmente, después de un buen rato, fue atendido.

Demasiado tarde: había perdido mucha sangre.

Stanley falleció a las cuatro de la mañana.

Y todavía hay quien se horroriza porque el gobierno de Alejandro Armenta busca regular las motocicletas.

Está comprobado que los autores del mayor número de crímenes viajan en motocicletas.

Las cifras no mienten.

Así son de duras las estadísticas.

No es un tema personal contra los motociclistas.

Es la cruda realidad.

Como la brutal realidad que vivió Stanley, de 35 años de edad.

Notas relacionadas

Últimas noticias

spot_img