En la íntima intimidad, la presidenta Claudia Sheinbaum está enfrentando sapos, culebras y todo tipo de reptiles.
(Algunos, por cierto, de su propio partido).
Los tiene medidos.
Sabe quién es quién.
Nadie la engaña.
Está enterada de quienes conspiran en la oscuridad.
Tiene sus fichas y sus generales.
Y, seguramente también, ha escuchado grabaciones delicadas que se han dado en su entorno.
En el entorno del poder.
(Lo que abarca a quienes ocupan cargos de primer nivel).
Carlos A. Pérez Ricart, analista especializado en temas de seguridad, hizo en su columna de Reforma un retrato hablado de lo que vive hoy la presidenta.
Me permito compartir con el hipócrita lector unos fragmentos luminosos:
“Sheinbaum ha preferido el camino arduo y arriesgado: enfrentar la corrosión que se agazapa en las entrañas propias. Sanar con veneno, templar con fuego, golpear hacia dentro para conjurar la metástasis. Aunque duela en Palenque, aunque se deslave la bandera, aunque descomponga la matraca, aunque Adán Augusto López mire con miedo desde la sala de urgencias. Son las cosas de gobernar.
“A pocos días de cumplir un año en Palacio Nacional, Sheinbaum revela un proyecto político semejante a un organismo en tratamiento. Soporta la medicina que lo debilita para, en ese mismo tránsito, recobrar energía y vitalidad renovadas. Justo aquello que ella llamaba, en campaña, continuidad con cambio.
“Solo eso explica que la Presidenta no parezca debilitada por las fracturas, sino templada por ellas. Hoy, parece menos la administradora de un complejo legado y más la artesana de su propio sexenio —de su propio poder.
“(…) A veces en política, como en medicina, los tratamientos que desgastan son los únicos capaces de curar. Apostar por cortar hacia dentro, por exponer a su propio movimiento a un dolor inmediato, es la manera de evitar que la corrupción se propague como metástasis. Esa decisión —la de golpear, templar y transformar la fragilidad en resistencia— es la que hoy define el estilo de gobierno de Claudia Sheinbaum.
“La desconfianza con que la miran los propios desde la sala de urgencias es, en realidad, la prueba más clara de su éxito”.