Toño Vázquez, ex presidente de Teziutlán, escuchó que en Xiutetelco había una bruja que veía el futuro.
Uno de sus ayudantes le habló de ella. “Es muy acertada, señor. A mí me vaticinó que me divorciaría a unos días de haberme casado. Al mes ya me estaban pidiendo el divorcio”.
Pidió verla. Se encontraron en Xiutetelco. La recibió en la casa de un exregidor.
—¿Qué quiere saber, patrón? —dijo ella.
—¿Qué va a pasar con la maestra Martha Érika Alonso? ¿Va a ser gobernadora? —preguntó él ante la incertidumbre que había en esos días.
La bruja abrió y cerró los ojos. Quedó en trance un par de minutos. Volvió a abrirlos.
Entonces escupió:
—Sí, pero no va a vivir para disfrutarlo. Hay nubarrones en su futuro. Veo a la Santa Muerte.
El exregidor, el exalcalde y el particular de éste voltearon a verse. No daban crédito a lo que oían.
—¿Estás diciendo que morirá? ¿Por qué lo dices?
—Porque veo que va a morir, patrón.
Toño Vázquez pensó en decírselos a Martha Érika, primero, y al senador, después, pero imaginó las respuestas. Sobre todo, la de Moreno Valle. No dijo nada entonces. Guardó silencio. Se quedó callado.
El sábado 8 de diciembre después de las once de la noche vio en internet cómo la presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le daba el triunfo a Martha Érika. Pensó en la bruja.
El domingo 9 de diciembre, la gobernadora electa pidió una cita con el arzobispo Víctor Sánchez. Estaba metida en una zozobra extraña. Ya había ganado la gubernatura, pero su expresión facial seguía siendo la misma. Estaba triste, y no sabía la razón. O sí, pero no quería confesarlo.
El senador, en cambio, no cabía de gusto. Celebraba el fallo todo el tiempo. A todos les decía que su operación en el Tribunal había sido sublime. “¡Le gané al presidente de México!”, vociferaba en las mesas de los restaurantes y en los pasillos del Senado.
Pero la gobernadora seguía triste. En esas condiciones vio al arzobispo. Apenas lo tuvo en frente, rompió a llorar. Él la consoló con unas palmadas en la espalda y la conminó a rezar.
Juntos lo hicieron varios minutos. La relación entre ambos era profunda. Él entendía hasta sus silencios. Ella le tenía una confianza inédita. En esa misma tristeza se mantuvo los siguientes días. Así fue a rendir protesta. Así estuvo en su primer discurso. Así subió al helicóptero Agusta que la llevaría a la muerte.
Toño Vázquez se preparaba para celebrar la Navidad cuando recibió un WhatsApp de un amigo suyo. “Ya viste lo que paso Toño? Murió la gobernadora”.
Se metió a Twitter y encontró la gritería. Sudó frío. Pensó en la bruja.
(Continuará).