Las fotos dicen más cosas de una persona que su currículum.
En el caso de Miguel Ángel Arévalo Sosa — empresario facturero de Tony Gali— y sus socios y prestanombres esto es más que elocuente.
Gracias a Facebook —sitio ideal para seguir la ruta del dinero—, Arévalo y sus muchachos exhiben lujos, mañas y adicciones.
Vea el hipócrita lector.
Durante un viaje de placer, Arévalo Sosa va a un coffeeshop llamado Resin —ubicado en Ámsterdam, Holanda— y sube una imagen en la que posa en las afueras de esa tienda de cannabis (marihuana).
Luce feliz metido en unos jeans, unos tenis, una chamarra y sus inevitables anteojos oscuros.
Es el 12 de junio de 2011.
Ha empezado a hacer negocios brutales con Gali, quien para entonces ya es el secretario de Infraestructura de Rafael Moreno Valle.
La extraordinary life empieza a llegar a algunos personajes como Arévalo Sosa, quien empezó muy modestamente como vendedor en Rocacero, una empresa dedicada a la venta de materiales de construcción.
(Algunas voces juran que en algún momento fue taxista).
Metido, pues, en el inicio de una prometedora vida, Migue, como le llaman sus íntimos, no duda en poner un pie de foto a su visita a la célebre cafetería:
“Y alas caféterías…. AAAA FUMAR MOTA!!!!!!!”.
El instante es maravilloso, pues Migue todavía exhibe una imagen modesta, muy diferente a la del exitoso facturero y constructor de Gali en el que se convertirá.
Con una falsa playera Polo —seguramente de fabricación china—, Migue va ese mismo día a un bar.
Nada como unas cervezas holandesas y unas salchichas ahumadas —rookworst— después de entrarle a la cannabis.
Se ve que ya le dio el monchis: el hambre que da después de fumar marihuana y que provoca que el fumador arrase con toda la comida a su paso.
Otro pie de foto:
“Los europeos,,,, si que la pasan bien alas iglesias van a chelear”.
La ortografía también dice mucho de una persona.
La de Migue Arévalo es fatal.
No es la de un empresario exitoso: es la de un modesto vendedor de materiales de construcción.
En lugar de “a las” escribe todo el tiempo “alas”.
Y no es un recurso para facilitar la escritura.
Es como esas comas (,) que usa como puntos suspensivos.
Esto demuestra que el dinero cambia todo, menos la orfandad gramatical.
Muchas joyas, relojes vistosos, autos de lujo, sí, pero qué poca ortografía.
Migue aparece junto a una motocicleta.
Su pasión es la velocidad.
Esa velocidad con la que factura o hace obras para Gali, es la misma a la que es adicto en su motocicleta.
Otra imagen feliz de quien empieza a ganar su dinerito al amparo de su jefe y protector.
Y un gran pie de foto:
“Con todo ala pista!!!”.
Otra vez esa ala que lo marca.
Por falta de espacio, mañana continuará esta visita a su álbum familiar.
Sea generoso el lector.