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jueves, noviembre 21, 2024

Entre Moreno Valle y Luis Miguel

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A Felipe Flores. In memoriam.

 

 

“–¿Y las leyes?

“–¿Cuáles leyes, Fulgor? La ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros”.

Este diálogo lo pudo haber tenido en el pasado reciente cualquier cacique mexicano.

Y aunque hoy parezca impensable, todavía hay regiones en las que se practica la ley del más fuerte.

Kamel Nacif y Mario Marín fueron en diciembre de 2005 Fulgor Sedano y Pedro Páramo —célebres personajes de la gran novela de Juan Rulfo.

Y es que la tentación de torcer la ley suele ser brutal.

El poder, ya se sabe, es para poder.

Y con el poder se puede todo.

Por eso la tentación de poder debe guardarse en el armario.

Uno de los rasgos distintivos entre Benito Juárez y Porfirio Díaz fue que el benemérito murió a tiempo.

Es decir: antes de continuar embelesado con el poder.

(Ya lo estaba).

Juárez fue presidente de México en varios momentos entre enero de 1958 a julio de 1872.

En ese periodo, viajó con la Patria metida en un carruaje y en el único traje que portaba.

(Don Benito, adicto a la moda estadunidense de la época, gustaba de vestir traje zoot suit: camisa de cuello ancho, chaleco, pantalón holgado, cadena, tirantes, y sombrero de copa —chistera— de fieltro de color negro, copa con toquilla de cinta de tela con terminación en moño, ala con canutillo, damasco de seda —grabada con letras al centro—, cartoncillo y cerco de piel).

Hablar como Pedro Páramo significa actuar como un señor de horca y cuchillo, dueño de haciendas y almas: un patriarca.

El alcalde de Acteopan —Álvaro Tapia Castillo—, quien, alcoholizado, atropelló a su esposa y la arrastró dos metros, es un Pedro Páramo rupestre.

¿En qué momento se le ocurrió que podría salir impune de ese asesinato?

En el momento en que rindió protesta y juró respetar la Constitución.

José Cinto Bernal, alcalde de Juan C. Bonilla, fue abucheado por su pueblo en una ceremonia oficial al tiempo que le lanzaban klennex usados y otras lindezas.

¿Qué hizo para que lo trataran así?

Se portó como un Pedro Páramo vulgar.

Armando Pimentel Gómez, alcalde de Quimixtlán, huyó de su pueblo en la antesala del Grito de Independencia y se convirtió en prófugo al ser encontrado culpable de tener vínculos con bandas delincuenciales.

Todos estos ejemplos se ubican en el diálogo con el que inicia esta columna:

“–¿Y las leyes?

“–¿Cuáles leyes, Fulgor? La ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros”.

En Argentina, el expresidente Alberto Fernández fue denunciado por su esposa.

¿Qué hizo?

La golpeó, la humilló y la hostigó durante varios años, justo después de que le colocaran la banda presidencial.

El pecado del poder es un pecado original si quien lo tiene no es capaz de dominarlo.

Y ése es todo un reto.

Después de un tiempo volví a ver la serie sobre Luis Miguel.

Y descubrí algo:

El cantante y el exgobernador Moreno Valle eran muy similares en sus reacciones.

Ambos lanzaban objetos a sus subordinados —Moreno Valle arrojaba celulares— entre gritos y ataques de histeria.

Y algo más:

Pese a sus éxitos, eran víctimas de un constante mal humor.

En el fondo ambos eran dos Pedros Páramos metidos en un rencor vivo y en la naturaleza inhóspita del poder.

Ufff

 

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