Concluyo con esta entrega el misterioso caso de mi iPad extraviado (y finalmente recuperado).
Desde que lo perdí he sentido una especie de angustia tecnológica irreductible.
¿Cómo llamarían los médicos a este caso?
Así como existen el Síndrome del Intestino Irritable y el Síndrome Cri-du Chat (que tiene que ver con la pérdida del cromosoma 5, que provoca malformaciones y retrasos en el desarrollo), seguramente existen el Síndrome del Ipad Perdido (SIP) y el Síndrome del Ipad Recuperado (SIR).
O el Trastorno por Déficit de Ipad (TDI).
Mi iPad lo perdí la tarde del martes.
La mañana del miércoles, por una inevitable costumbre, abrí los ojos (suelo despertar entre las 5 y 5:30 de la mañana) y lo busqué a tientas.
(Tengo una almohada pequeña donde suelo colocarlo).
No estaba.
Sentí un primer vacío clavado en el cuajo (esa otra alma que nos avisa de temas relacionados con el estrés o la angustia, o el enojo, o la ira: o todo eso junto).
Recordé que ya no lo tenía.
Y volví a entrar en desazón.
(Esa desazón que llevaba a Frida Kahlo a pintarse en una cama de su casa coyoacanense con varios aparatos quirúrgicos en el cuerpo).
Me acostumbré durante años a escribir mis columnas y mi prosa novelística en mi iPad.
(La iMac la uso para escribir poemas).
Esta confesión que hice pública en un tuit, hace algún tiempo, me llevó a aparecer en algo que se llama “Es de mamadores”, y a estar nominado entre los “mamadores del año”.
No gané.
Quedé entre los finalistas.
Hubo un tipo más mamador mayor que yo que me arrebató el título de las manos.
(Los usuarios de Twitter saben a qué me refiero).
A partir del miércoles, mis columnas las empecé a escribir en mi iMac.
Cosa complicada.
Los códigos son surrealistas.
Un ejemplo: el guión largo (la raya de en medio que usaba para hacer acotaciones) ha desaparecido, por lo que ahora sólo recurro a los paréntesis.
El símbolo de arroba (@) está camuflado en una combinación de teclas (hay que tundir al mismo tiempo la tecla ‘option’ y la tecla de la letra ‘q’).
(Tuve que tomar un curso intensivo en YouTube para entender ese extraño secreto).
En consecuencia: tardo más ahora en escribir mis columnas que con mi iPad.
Además, es complicado llevar mi iMac a los restaurantes donde tengo mis comidas.
No es nada práctico.
Mi iPad, en cambio, era tan ligero que me acompañaba a todos lados.
Ha habido casos extremos en que he escrito mis columnas en mi iPhone, pero no es recomendable.
Sobre todo, si uno va manejando.
El caso es que me dolían el alma y el cuajo cuando mi querido Ernesto Echeguren intervino para ayudarme a solucionar este conflicto.
Esto generó que Eduardo Cué Pandal se comunicara conmigo para anunciarme que estaban en busca del iPad perdido.
Y a la generosidad se sumó mi querido Rodrigo Escudero.
Fue don José Celma quien cerró la pinza.
Mientras escribía esta columna me notificaron que el iPad había sido hallado y que este mismo jueves me lo entregarían.
He recibido toda clase de pésames desde que hice pública mi desgracia
Gracias a todos.
Sólo espero no ser nominado nuevamente al ‘mamador del año’ por esta trama macabra que tuvo un final feliz.