En un lugar de la sierra norte de cuyo nombre no quiero acordarme, el robo de huachicol es una costumbre en la que participan autoridades municipales, trabajadores de PEMEX, pobladores, policías, madrinas y hasta las infaltables madrecitas de quienes extraen gasolina o gas de los ductos que cruzan esa región de la poderosa sierra madre oriental.
Todos saben quiénes participan en ese trenecito del huachicol exprés.
Todos se protegen y se ayudan.
Todos hablan en voz baja y golpeada (como Fulgor Sedano, la mano derecha de Pedro Páramo).
El día en que Omar García Harfuch haga un operativo en esa región —como el que encabezó en el Estado de México— van a salir corriendo de la madriguera lo mismo ratas y zopilotes que tlacuaches y zarigüeyas.
La pax narca es una realidad ahí, pero nadie habla de ello.
Si la estrategia de seguridad de García Harfuch se extiende, la cosa va a ponerse buena.
Y es que sacudiría un árbol cargado de tráfico de influencias, protección crepuscular (matinal y vespertina), gobernadores cómplices (Rocha Moya, por ejemplo), alcaldes y diputados alcahuetes, directores de Seguridad metidos en la nómina, policías aceitados, halconcitos en edad de merecer, madrecitas consentidoras y toda esa fauna que conforma la Gran Familia Mexicana.
La duda que mata es una:
¿Hasta dónde llegarán los operativos?
Si en Guerrero o Sinaloa, por ejemplo, la razzia no toca las alturas, sabremos que estamos ante una operación pactada.
Es decir: una operación hechiza que no tocará los verdaderos intereses.
Una operación a la mexicana.
(Con Lalo el Mimo y el Caballo Rojas en los papeles de Puck y Suck).
Realmente le urge a este país que la Operación Enjambre (uno de sus sinónimos es “hervidero”) vaya a fondo.
(Un gringo viejo observa todo —con sus binoculares— desde su residencia en Mar-a-Lago, Florida).
Si Harfuch quiere ser tomado en serio, no tendrá otro camino que darle un golpe a la colmena.
Enjambre significa: “Una gran cantidad de cosas, animadas o inanimadas, agrupadas, y generalmente en movimiento”.
Es decir, quiero decir: Chapitos y Mayitos moviéndose bajo las faldas del gobierno de Sinaloa, con la absoluta complicidad de Rocha Moya, sus funcionarios y una larga lista de personajes: el escorpión meloso y con bonete, el tigre con chistera (presidente del Club Vegetariano y la Cruz Roja), el burro pedagogo, el cocodrilo metido a redentor (padre de pueblos), el Jefe, el tiburón, el arquitecto del porvenir, el cerdo uniformado, el hijo predilecto de la iglesia que toma clases de inglés y democracia…
(Personajes, cortesía del poeta Octavio Paz).
Hoy por hoy, todos estamos a la expectativa.
Si el Enjambre de Harfuch va en serio, él se colocará en la lista de invencibles en la elección de 2030.
¿Quién podría superar un logro así?
Pero si la operación se decanta en un burdo montaje, las ilusiones y las expectativas se perderán en ese trenecito de la infancia del chocolate Exprés.