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viernes, julio 11, 2025

El gritón y el político

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Muchas cosas podrán decirse de Porfirio Muñoz Ledo, menos que fuera tonto o irracional.

Sacar a relucir, sin que venga al caso, que era un golpeador de mujeres —viniendo el comentario de un misógino—, es la prueba viviente de que la envidia tendría que ser un pecado capital.

El senador Noroña sigue sin perdonarle a Muñoz Ledo que lo haya dejado en ridículo en una célebre sesión en San Lázaro.

Y éste lo hizo con elegancia.

Ese agravio lo ha querido curar de muchos modos,

casi siempre infamantes.

Pero lo que escupió hace unas semanas, de quien este miércoles cumplió dos años de haber muerto, rompió la cuadratura del círculo.

“Muñoz Ledo era un golpeador de mujeres”.

Lo dijo susurrando, como para que

no se oyera.

Pero sí se escuchó.

Y luego agregó como para salvarse: “Se tenía que decir, y se dijo”.

No ofreció pruebas de su dicho.

Simplemente lo soltó sin que viniera al caso.

Para curar heridas.

Por envidia.

Muñoz Ledo ha sido el mejor parlamentario que ha habido en México, seguido de Pablo

Gómez.

La capacidad de ambos para articular discursos improvisados fue emblemática.

Y qué decir de su capacidad para el debate.

No crearon, por desgracia, una escuela.

Ellos fueron, también, los mejores polemistas.

Acostumbrado a creerse sus mentiras, Noroña se siente el mejor parlamentario del país, el mejor polemista.

Error.

Es un gritón de cantina en una de las tribunas más altas del país.

Su tono amenazante ya no asusta a nadie.

Recientemente, los estudiantes del CIDE lo exhibieron tras apalearlo en el debate.

En una de las más recientes emisiones de su su programa de YouTube, Noroña volvió a escupir sobre la

tumba de Muñoz Ledo con la impunidad de los cobardes.

Él, que ha sido acusado de misógino en varias ocasiones.

Él, que ha tratado pésimamente a su pareja sentimental durante las transmisiones que hace.

La historia ya juzgó a Muñoz Ledo, y lo

tiene en un sitio francamente preponderante. A Noroña lo ha empezado a juzgar.

Y el resultado es patético.

Mientras Muñoz Ledo pasó a la historia como un gran político doblado de intelectual, Noroña ha de quedar como un gritón parlamentario doblado de calumniador.

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