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lunes, enero 27, 2025

El gobernador que escupía pasta italiana cuando vociferaba

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Conocí al gobernador Rubén Rocha Moya en una cena en la que estaba el ya nombrado embajador de México en España Quirino Ordaz.

La cita fue en “Parole”, un restaurante italiano ubicado en Polanco.

Me habían dicho que el gobernador de Sinaloa era un académico metido en la política.

Con ese chip llegué.

Mi impresión fue terrible.

Me encontré con un tipo absolutamente lépero y vulgar.

(Lépero, en el mejor sentido, significa soez, bajo, ordinario).

Cada vez que yo hablaba de don Miguel Barbosa, gobernador de Puebla en ese tiempo, Rocha Moya escupía insultos de todo tipo.

Sin ningún rubor.

Escupía, a la par, fragmentos del fetuccini Alfredo que se estaba comiendo.

Con él estaba uno de sus hijos.

Éste era la réplica sin matices del sinaloense.

El embajador Ordaz, en cambio, era un caballero frente a su sucesor.

Estaba por irse a España, pero justo ese día el presidente López Obrador había puesto en pausa la relación diplomática.

La gran charla sólo era rota cuando Rocha Moya vociferaba.

Hoy que Sinaloa es un dolor en el hígado de este país, no puedo dejar de pensar en el fetuccini que salía del gobernador cada vez que ensuciaba la mesa con algún comentario soez, bajo, ordinario.

 

 

La guerra sucia de Trump. El presidente Trump envía colombianos ilegales a bordo de aviones estadunidenses a su tierra natal.

El presidente Petro se inconforma, no autoriza el ingreso y exige el debido protocolo.

Trump reacciona e impone gravámenes comerciales escalonados del 25 al 50 por ciento (sobre mercancías colombianas), restricciones al ingreso migratorio a Estados Unidos de funcionarios del gobierno de Petro y el cierre de la sección de visas en la embajada estadunidense en Colombia.

Ufff.

La guerra de Trump sí es la guerra.

El caos surge como un vallenato cantado por Rubén Blades.

¿Cómo se llama la obra?

No lo sé, pero la película que se avecina pinta para ser terrible.

Quienes pensaban que Trump iba a renunciar a ser Trump están equivocados.

Estos tambores de guerra son el inicio de algo peor y tienen una dedicatoria perturbadora para México.

Todo esto me recuerda a Rocha Moya escupiendo fetuccini en la impecable mesa del restaurante “Parole”.

 

La “Sí reelección” y las bacinicas “democráticas”. La presidenta Claudia Sheinbaum reiteró que en la reforma electoral que viene desaparecerán dos figuras de las que se han beneficiado algunos parias: reelección y candidaturas plurinominales.

(Noroña, quien es adicto a ambas bacinicas, se quejó de nuevo porque considera que eso afecta a la democracia mexicana).

Tiene razón la presidenta.

La reelección va en contra del principio maderista de 1910 y las plurinominales ya perdieron su sentido original que beneficiaba el ingreso de las minorías al Congreso.

Noroña, por ejemplo, nunca ha ganado una elección.

En ese sentido: siempre ha entrado por la puerta de servicio.

Además, el gran demócrata se ha beneficiado una y otra vez del principio pervertido de la “sí reelección”.

Es hora de purificar la política mexicana y eliminar a zánganos como el Niño Verde —y otros parias que se siguen sintiendo niños— de las curules y los escaños.

Sheinbaum nunca ha sido beneficiaria de la reelección ni de una candidatura plurinominal.

¿A qué le temen los Noroñas y los Niños Verdes?

Otra vez pensé en Rocha Moya escupiendo el fetuccini Alfredo en la mesa impoluta del “Parole”.

Asquito.

 

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