El martes 21 de enero se cumplen seis años de que don Guillermo Pacheco Pulido rindió protesta como gobernador interino de Puebla.
¿Cuáles fueron los entretelones de ese momento y cómo se movieron algunos actores políticos en aras de quedarse con el interinato?
He aquí algunos fragmentos de la novela que próximamente publicaré y que será la continuación de “Miedo y asco en Casa Puebla”.
*
El exgobernador Tony Gali viajó a la Ciudad de México el 26 de diciembre de 2018.
En el restaurante del hotel Majestic ya lo esperaba César Yáñez. Gali no se anduvo con rodeos y desde el primer momento le expuso su plan al hombre de confianza del presidente López Obrador.
—A ver qué te parece mi estrategia, hermanito. Mis abogados dicen que ésta es la única opción para impedir que los ojetes morenovallistas se queden con la gubernatura interina.
—¿Qué estás pensando, Tony?
—Se puede lograr una reforma a la Constitución de Puebla para que yo pueda ser el interino. Mis abogados están cuadrando el tema, pero necesito que mis hermanos y hermanas me apoyen. ¿Cómo ves, bro?
—Uy, Tony, suena muy audaz.
—Algo le comenté a Olguita Sánchez Cordero del tema.
—¿Y qué te dijo?
—Nada, pero me sonrió con un aire de complicidad, hermanito.
—No suena mal.
—¿Cómo crees que lo tome nuestro amigo el presidente?
—Es cosa de sensibilizarlo.
—Yo soy el único que puede lograr la unidad. Si el interinato se queda en manos de los hijos de la chingada del morenovallismo, todo se va a volver un desmadre.
—Me lo imagino.
—¿Qué garantizo yo, hermanito? Certidumbre, estabilidad, unidad, buena relación con nuestro presidente y diálogo con todos los partidos.
—Ajá.
—Yo me sometería al dictado de nuestro presidente para lograr que las elecciones extraordinarias sean las más transparentes, democráticas y pacíficas de la historia moderna de Puebla.
—Suena bien.
—¿Cómo está Dulce?
—Bien, Tony.
—Salúdamela mucho y dile que va a tener de nuevo a un amigo gobernador.
—Habla con Julio.
—¿Con qué Julio, bro?
—Con Julio Scherer.
—Ah. ¿Y le platico todo?
—Sí.
—¿Me ayudas a convencerlo?
—Habla con él y dale detalles de esto.
—¡Va, bro! Pero necesito que me ayudes. Es muy importante contar contigo y con la señora ministra. Créeme que no se van a arrepentir. Tú y Dulce van a tener las puertas abiertas de Casa Puebla para todo.
—…
—En cuanto mis abogados tengan el proyecto de reforma te lo mando. Es factible siempre y cuando ustedes me ayuden, hermanito.
Yáñez desayunaba sin decir palabra. Tomaba café, movía la cabeza, asentía con mucha prudencia, y escuchaba. Sólo escuchaba.
—Entonces así le hacemos. Es muy importante que en cuanto puedas me eches porras con el jefe, bro. Tú eres el único que le habla al oído.
—Ya no, Tony. Desde la boda cambiaron las cosas.
—¡Pero te quiere mucho! ¡Fuiste el único que estuvo con él doce años seguidos!
—Vamos a ver qué se puede hacer. Habla con Julio. Es muy importante que hables con él.
—Ok, hermanito. Lo voy a hacer. Te quiero mandar un regalo de Navidad para Dulce. Te va a buscar Bernie. Bernardo Fernández. ¿Te acuerdas de él?
—Ah. Bernie… Sí.
—¡Es cagado mi hermanito!
*
Tony Gali salió del Majestic y se dirigió al Presidente Intercontinental.
En el café Balmoral ya lo esperaban dos abogados. Él pidió unas claras a la mexicana y un café. Antes, se tomó unas pastillas que le recetó el médico una vez que dejó de ser gobernador. Los días que corrían eran delirantes: días de guerra.
—¿Se imaginan los últimos momentos de Rafael? —les preguntó a bocajarro.
—Ufff, gobernador —dijo uno de ellos.
—Tengo la imagen pegada todo el día. No la puedo hacer a un lado. ¿Qué iría pensando en todo el tiempo que duró la caída? Dicen que fue un putazo seco, pero algo debe pasar por tu mente en esos momentos, ¿no? ¿Qué habrá pensado? ¿Le habrá dado tiempo de arrepentirse de algo?
Los abogados llenaron de exclamaciones la mesa. Luego, uno de ellos sacó unos documentos.
—Mira esta tarjeta, gobernador. Es lo que nos pediste.
—No, cabrón, no me pidas que la lea ahorita. Mejor explícamela en lo que me como mis claras.
—Okei, okei, gobernador. Aquí están planteados los artículos que tendrían que modificarse para que tú puedas ser el interino. Hablo, por supuesto, de la Constitución poblana. Aquí se plantea también lo que nos pediste: que el gobierno interino dure cuando menos un año y medio para que puedas recomponer la armonía en el estado.
—¡Perfecto, mi rey! ¿Cómo ven el planteamiento? ¿No es una locura que yo repita en la gubernatura y que esté al frente cuando menos un año y medio? Díganmelo honestamente.
—No, góber, no es una locura. Y aquí lo fundamentamos jurídicamente.
—¡Pues este arroz ya se coció, papá! Ármenme tres juegos de tarjetas. Uno es para la señora ministra, otro es para mi amigo César Yáñez y otro más es para Julio Scherer. Lo bueno es que cuando menos ya tengo dos de tres votos. Sólo falta que mis amigos me ayuden a convencer al presidente.
—Qué bueno, gobernador. Aquí están los juegos que me pides.
José Antonio Gali se comunicó por teléfono con Julio Scherer. Nadie le respondió. Luego marcó el teléfono de Olga Sánchez Cordero. Tampoco le tomaron la llamada. Mandó dos mensajes de WhatsApp —uno para cada uno— diciéndoles que les enviaría dos tarjetas informativas.
—Dice la secretaria que se la mande por aquí —le dijo un auxiliar minutos después.
Le tomó una foto a la tarjeta y la envió. Más tarde, cuando Sánchez Cordero la leyó, la compartió con César Yáñez y le dijo que era un despropósito el planteamiento jurídico. “Es inconstitucional lo que quiere tu amigo”. Luego le respondió a Gali vía WhatsApp:
—Qué buena propuesta, querido Tony. En este momento me pongo a operarla.
La secretaria agregó una carita y un dedito en su WhatsApp.
*
Olga Sánchez Cordero esperó que terminara la Mañanera para abordar al presidente.
—Quería comentarle un tema, señor.
—¿Qué pasó, Olguita?
—Estoy armándole un expediente sobre el caso Puebla. ¿Le puedo adelantar algo?
—¿A ver?
—Resulta que los panistas están muy divididos. Por un lado, los morenovallistas impulsan al actual encargado de despacho, y por el otro está el ex gobernador Gali.
—¿A quién apoya Gali?
—A él mismo, señor presidente. (Risas).
—¡Pero no se puede! ¡Eso sería reelección! (Risas).
—Así es, señor, pero ya hasta armó una estrategia jurídica para justificarla. Incluso plantea que el interinato dure hasta un año y medio. (Risas).
—¡Estos señores quieren todo, Olguita!
—¡Todo, señor!
—¿Qué dice César Yáñez? Este Gali es muy su amigo. Hasta fue padrino de su boda.
—Ya le comenté a César, señor, y le dije que es un despropósito. Además, es inconstitucional.
—¿Pero César qué opinó, Olguita?
—Estuvo de acuerdo conmigo en eso, señor.
—¿No lo está apoyando?
—Se han reunido, señor. Han desayunado y están permanentemente en contacto. Pero le dije a César que deje correr a Gali porque a nosotros nos conviene que haya dos grupos en lugar de uno.
—¿Nos conviene la división de los panistas?
—Yo pienso que sí, señor, para que al final usted pueda decidir sin presiones.
—¡Entonces déjalo correr! ¡Que crea que lo apoyas, Olguita!
—Eso estoy haciendo, señor presidente. Incluso le mandé un WhatsApp diciéndole que me parecía muy buena propuesta y que la iba a operar. (Risas).
—¡Pero que César no vaya a echar a perder todo! ¡Es muy su amigo!
—Si usted me lo permite, señor, le voy a decir que ya hablé con usted y que estuvo de acuerdo en echarlo a correr para que los panistas lleguen divididos a la decisión.
—¡Dile, Olguita, que apoyo totalmente tu idea! ¡Éstos son insaciables! ¿Qué no se han dado cuenta que las cosas ya cambiaron y que yo no voy a permitir las cochinadas de antes?
—Pues por lo visto no se han enterado, señor. (Risas).
—¡Pues que se vayan enterando! (Risas).
—Por cierto, señor, Gali pretende hablar con Julio Scherer para que lo apoye.
—¡Dile a Julio que lo reciba y que le haga creer que la Consejería Jurídica lo va a asesorar en todo para que él se quede de interino! (Risas). ¡Estos conservadores tienen una doble moral que envidiaría Porfirio Díaz! (Risas). (Continuará).