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jueves, noviembre 14, 2024

El empresario que derrotó a los políticos (Nuevos pasajes del Affaire Layón-Gali)

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Una vez más, el empresario Pepe Layón ganó una etapa del juicio contencioso administrativo que enfrenta con la familia Gali Lopez desde hace algunos años.
El magistrado instructor Lorenzo Martínez Benítez, titular de la Ponencia Tres de la Primera Sala Colegiada del Tribunal de Justicia Administrativa del Poder Judicial del estado de Puebla, resolvió este miércoles 2 de octubre que “se sobresee” dicho juicio.
Sobreseer, ya lo sabemos, significa poner fin a un procedimiento penal o sancionador.
La historia es larga y ya la hemos contado en este espacio en varios —polémicos— momentos:
Dos buenos amigos poblanos se sientan para hacer un trato.

Uno de ellos, Pepe Layón, es un empresario joven con futuro.

Otro —Tony Gali Fayad—, ni siquiera pintaba entonces para ser gobernador del estado.

(Él y su benefactor —Rafael Moreno Valle— no habían cruzado sus caminos)

Se sientan, pues, los dos amigos en los mejores términos.

Buenas cosas en común son las que los alientan.

Los abrazos de caguamo le dan paso a la parte seria.

Cada uno lleva a sus abogados.

Hay cordialidad en este ritual de negocios en el que uno será el arrendatario y otro el arrendador.

Se sientan y hablan de los puntos finos del contrato.

Estamos por ahí de 2004.

(Puebla era gobernada por don Melquiades Morales, y Vicente Fox era presidente de México. Andrés Manuel López Obrador era, por entonces, jefe de Gobierno del Distrito Federal).

Gali tiene un terreno en lo que hoy es Vía Atlixcáyotl, muy cerca del fraccionamiento La Vista, y lo quiere arrendar.

En un terreno liso y llano sin un solo metro de cemento.

(El metro cuadrado en esa zona de guerra anda entre los 20 mil y 30 mil pesos. Y gracias a la fuerza del mercado —que es una fuerza brutal—, todos los días aumenta).

Pepe Layón quiere ser su arrendatario para montar ahí dos agencias automotrices.

Se ponen de acuerdo en la renta mensual y en los términos.

Y firman el contrato por quince años.

El tiempo transcurre y pasan los tres lustros.

Antes de eso, hacia 2013, Tony Gali tiene que presentar su declaración patrimonial pues todo indica que será el candidato del morenovallismo a la alcaldía de Puebla.

Hay un problema:

El terreno que le arrendó a Pepe Layón ya cuesta cerca de 200 millones de pesos —hoy anda en cerca de 400— y no es conveniente meterlo en la declaración patrimonial.

Decide entonces donarlo a sus tres hijos: Tony, Edy y Dinorah.

Al vencerse el contrato original, Pepe Layón se sienta ahora con Tony Gali junior para la firma del nuevo trato.

(Gali padre venía de ser alcalde y microgobernador de Puebla).

Y en ese contexto aparece una cláusula franca y contundentemente reveladora:

“Quinta. Destino. El ‘Predio Arrendado’, con las agencias ya construidas, opera actualmente como dos agencias de automóviles y el arrendatario podrá destinarlos a otros tipos (de) usos, destinos o actividades en el futuro, si por algún motivo terminare una o ambas de dichas ‘concesiones’”.

La cláusula es muy clara y no hay forma de distorsionarla.

Tiene una lectura única.

Y esa lectura establece que el arrendatario (Pepe Layón) podrá destinar el “predio arrendado” a “otros tipo (de) usos, destinos o actividades en el futuro”.

Así lo hizo Pepe.

Cerró las dos agencias de automóviles y levantó una plaza comercial.

Es ahí cuando se apersonó Tony Gali junior para exigir que el contrato fuese respetado.

Según él —y evidentemente también para su padre—, Layón había violado las cláusulas.

Pronto se fueron a un pleito legal.

Las semanas corrieron.

(Las semanas siempre corren. Los días también. Y qué decir de los años).

Junior —como le dicen al hijo mayor del exgobernador Gali— se volvió a apersonar con Pepe Layón para amenazarlo.
La trama pasó a una autopista judicial.
Y desde entonces, Pepe Layón ha venido ganando todas las etapas de este juicio, no obstante las presiones brutales a las que Tony Gali padre ha sometido a jueces y magistrados del Poder Judicial.

 

Pepe Layón y Alejandro Armenta: los caminos paralelos. El 13 de noviembre de 2023 publiqué en esta columna las siguientes líneas que siguen muy vigentes:

La lealtad es un ave rara en la política y en los círculos que la rodean.

Lo más natural es la cuchillada en el callejón de las deslealtades.

Cuando un político gana una elección o una candidatura, le surgen virtudes inéditas que hasta el susodicho desconocía.

De ser un hombre común se vuelve un titán.

En el proceso interno de Morena que acaba de concluir con la unción de Alejandro Armenta Mier, ocurrieron muchas cosas que poco a poco iremos desgranando.

Una de éstas tiene que ver con los hombres leales que acompañaron a los aspirantes pese a que pudieron haber bailado el viejo vals de la dualidad esquizofrénica.

Ése que se baila con uno primero y otro después.

Los personajes de los que hablaré han sido ejemplo de un ejercicio poco común en esas aguas heladas del cálculo egoísta.

Todos los aquí mencionados tuvieron invitaciones para bailar el vals con otros equipos.

Todos ellos las desoyeron porque en su agenda no figura la traición.

Pepe Layón, por ejemplo, es un joven empresario, muy exitoso en los ramos inmobiliario y hotelero.

Donde pone el ojo pone una primera piedra.
Desde que arrancó la precampaña del senador Alejandro Armenta, trascendió que Layón pasó a formar parte de su equipo financiero.

El principal apoyo.

El más importante.

Al mismo tiempo, otros empresarios poblanos se incorporaron a otros proyectos políticos.

No faltaron las invitaciones al vals de otros equipos.

Y es que Pepe Layón es garantía en todos lados.

Su respetabilidad está a prueba de fuego.
Con el paso de las semanas, las invitaciones aumentaron.

Y nuestro personaje inevitablemente las rechazó.

Todas.

Una por una.

¿Por qué lo hizo?

Una fuente que pidió la gracia del anonimato me dijo que por un tema de congruencia.
Congruencia y lealtad: dos aves raras en el aviario de la política.

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