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lunes, octubre 6, 2025

El corral es el mensaje

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No los metieron ahí por equivocación o porque ya no había lugar en otro espacio.

No los juntaron en bloque por error del auxiliar del auxiliar.

No los metieron como puercos en chiquero sólo porque a un empleado menor se le ocurrió.

El corral de los adanes (los Monreal, los Andys, los Esquer, los Alcalde, los Velasco) fue armado expresamente para ellos.

En años anteriores —incluso aquel 9 de marzo, cuando los susodichos le dieron la espalda a la presidenta mientras pasaba—, los corrales no existían.

Había, sí, un espacio amplio para los invitados especiales, pero no un corral.

Un espacio de solaz esparcimiento, pero no un corral maquilado con barrotes.

Una zona VIP en la que cabían ellos (con todo y sus egos robustos).

La semana pasada, cuenta Raymundo Riva Palacio, vía el senador Esquer llegó la orden del expresidente López Obrador para que se incorporara) en la discusión sobre la reforma a la Ley de Amparo) un transitorio que viola absolutamente la Constitución al hacer retroactiva dicha legislación.

La camarilla de Adán Augusto, en consecuencia, se fue por la libre y adicionó esa aberración, misma que caerá como la estatua de Saddam Hussein en la Cámara de Diputados.

Quizás ésta haya sido la poderosa razón —sumada al agravio del 9 de marzo— que motivó la genial idea del corral de la ignominia.

Y parafraseando al viejo McLuhan (a quien ya no leen ni los doctores en Comunicación Política): el corral es el mensaje.

Ahí está contenido todo el universo político mexicano, como en El Aleph de Borges (a quien ya no leen ni los narradores ni los poetas) están contenidas simultáneamente todas las imágenes del universo.

 

 

 

Manuel Bartlett por Carlos Meza. En tiempos en que la lealtad es un espacio desechable y poco frecuentado, el abogado Carlos Meza Viveros da sobradas pruebas de amistad (y, en consecuencia, de lealtad) a Manuel Bartlett Díaz —su amigo, y jefe suyo en varios momentos— en la columna que publica los lunes en El Sol de Puebla: “Sólo para abogados”.

Es agosto o septiembre de 1997.

Entro a la oficina del secretario de Gobernación (el propio abogado Meza), quien me recibe con los versos de un poeta del siglo de oro español.

(No recuerdo si eran de Lope o de Garcilazo).

Nos volvimos amigos desde el primer momento.

Y en todo este tiempo, aunque no nos frecuentamos, sabemos que la amistad sigue viva, latente y perseverante.

En su columna, Carlos Meza habla de “una periodista chupóptera” (sus calificativos me encantan por brutales e inesperados) que tomó la palabra la semana pasada en la Mañanera de la presidenta Sheinbaum.

¿Con qué fin lo hizo?

Para hablar mal del licenciado Bartlett.

Carlos la califica y la mata en renglón y medio: “cuyo tono malicioso puso de manifiesto sus intenciones”.

Y da luz sobre éstas: “insistió en atacar a Manuel Bartlett con diversas acusaciones”.

Ante ello, nos dice, Claudia Sheinbaum “respondió con firmeza y mesura, reconociendo la posición histórica y política de cada quien. Subrayó que ‘lo que me parece importante reconocer de Bartlett es la defensa que hizo del patrimonio nacional’, y enfatizó que ‘mientras todos esos que defendían andaban vendiendo el patrimonio de la nación, Bartlett defendió al petróleo’. Con estas palabras, la Presidenta reivindicó el papel de mi mentor y amigo, desde una perspectiva patriota y de soberanía energética, frente a los ataques mediáticos que carecían de objetividad”.

Me llama la atención que estas líneas surgen en un momento en que muchos le han dado la espalda al exgobernador Bartlett, lo que habla mejor todavía del abogado Meza.

No es fácil escribir, como él lo hace, de un hombre metido en diez tormentas.

Don Manuel ha sido uno de mis personajes favoritos tanto en centenares de columnas como en una novela.

Es decir: lo he criticado con todo, aunque también he reconocido sus talentos, que son muchos.

Si Bartlett hubiese nacido en Francia, ya habría sido presidente.

O Primer Ministro, de haber nacido en el Reino Unido.

Pero nació en México y las circunstancias no se acomodaron.

Algo más:

Ha sido uno de los actores principales de esta novela mexicana que nació en los años setenta.

Su paso por la historia reciente es brutal y definitivo.

Y debo decirlo: es uno de los pocos sabios que siguen vivos, lúcidos y vigentes en este país que tantas batallas ha enfrentado últimamente.

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