La presidenta Claudia a Sheinbaum resumió la trama Peña Nieto con unas cuantas palabras: “No viene el nombre. Nada más ‘N’. (…) No viene el nombre completo (de Peña Nieto), nada más que en un lugar dice ‘N Electo en el 2012’.”
Y lo dijo con una sonrisa irónica.
Antes había dicho que el reportaje de The Marker, un medio israelí que reveló que el expresidente había recibido sobornos por un monto de 25 millones de dólares, había estado “medio tremendo”.
“Bueno —dijo al final de su comentario–, (Peña Nieto) ya dijo que no es así”.
Y volvió a sonreír.
Antes, el expresidente ofreció una entrevista a Ciro Gómez Leyva.
Ahí, tras reiterar que el reportaje había sido tergiversado por algunos medios nacionales, dijo algunas de estas lindezas:
Que nunca (como presidente) fue responsable de asignar contrato alguno y que, en consecuencia, no recibió el soborno por 25 millones de dólares.
Que Pegasus (el software para espiar) lo han usado todos los gobiernos y que ese sistema (de espionaje) es incomprendido por la gente.
Que en México todo mundo se siente espiado.
Y que “en beneficio de quién” se hicieron esas revelaciones.
Peña cree que es muy hábil para lavarse las manos.
No lo es.
Basta recordar los audios en los que participan personajes de la empresa española OHL (desde 2021 se llama OHLA) afincados en México, tales como José Andrés de Oteyza (a la sazón, expresidente de la filial en nuestro país), Pablo Wallentin (exjefe de Gabinete), Gerardo Ruiz Esparza (secretario de Comunicaciones y Transportes en el sexenio de Peña Nieto) y otros conspicuos y picarescos personajes de la empresa y del gobierno.
No está de más recordar que OHL México fue una de las empresas que mayores ingresos obtuvo en la administración de Peña Nieto (aproximadamente 136 mil 749 millones de pesos de esa época) y que, pese a la gravedad de los audios difundidos, jamás se realizó ninguna investigación desde el gobierno de nuestro personaje.
Todos se fueron con los bolsillos llenos (incluido, faltaba más, el expresidente), aunque uno de ellos —Gerardo Ruiz Esparza— no disfrutó sus ganancias, una vez que falleció de un derrame cerebral.
Hoy, como entonces, Peña Nieto jura que no asignó contrato alguno ni recibió sobornos, aunque están muy frescas las escenas cuando recibió en Los Pinos a Juan Miguel Villar Mir, presidente de OHL en España.
De esas reuniones surgieron negocios brutales, sobornos y afectuosas palmadas en la espalda.
No en balde, su empresa se convirtió en una de las principales operadoras de infraestructura en México.
Entre las obras que los angelitos de OHL hicieron hay que señalar el Circuito Exterior Mexiquense y el Viaducto Bicentenario (con todo y concesiones).
Sus ingresos provenían principalmente de peajes, contratos de construcción y asociaciones público–privadas.
Dichas concesiones significaron el 50.1 por ciento de los ingresos totales de OHL México, y el 63.3 por ciento de sus ingresos por peajes en el país.
No hay espacio periodístico en el mundo que albergue todas las obras que hicieron en el sexenio peñista.
Y aún así, Peña Nieto todavía niega que él asignara contratos.
Jugar golf en Madrid, en Punta Cana,
Y en Marbella tiene un alto costo.
Pero a él, faltaba más, no le preocupa.
Cierro esta columna con un análisis a vuelo de pájaro de los audios que evidenciaron a esta bola de pillos de altos vuelos, sin consecuencias penales de por medio:
Las conversaciones grabadas sugerían prácticas de corrupción, como sobornos a magistrados, manipulación de costos en concesiones carreteras, favores a funcionarios (como pagar estancias en hoteles de lujo) y la obtención de información privilegiada sobre licitaciones.
En una llamada del 16 de enero de 2015, Pablo Wallentin pregunta a Gerardo Fernández, director jurídico de OHL México, “¿Cuánto hay que darles a los magistrados?”, en relación con un litigio sobre el Circuito Exterior Mexiquense.
Fernández responde sugiriendo “una manita” (insinuando un soborno).
Estas conversaciones implicaban estrategias para influir en decisiones judiciales sin dejar rastro contable
En otra grabación, Wallentin y José Luis Muñoz, director de planeación financiera, discuten sobrecostos en el Viaducto Bicentenario. Wallentin dice entre carcajadas: “La etapa 2 la vamos a hacer hasta el año 2023 y queremos cobrar por adelantado como si ya lo estuviéramos haciendo”.
En otra llamada, De Oteyza admite: “¡Pablo, esto es un fraude! Vamos a meter unos gastos de una fase que nunca vamos a construir”, reconociendo un desfalco.
Y todo dicho, también, entre risas de júbilo.
Un audio de marzo de 2015 muestra a Wallentin molesto con una asistente porque se cobró la estancia de Gerardo Ruiz Esparza en el Fairmont Mayakoba, un hotel de OHL.
Wallentin reclama: “Oiga, la voy a agarrar a patadas… a Ruiz Esparza le cobraron sus estancias”, indicando que la empresa pretendía cubrir los gastos del funcionario.
Ruiz Esparza, por supuesto, negó haber recibido favores.
En una llamada de febrero de 2015, Wallentin informa a De Oteyza que Carlos Bussey, director de desarrollo carretero de la SCT, le proporcionó un disco con detalles de proyectos carreteros en Indios Verdes y Ciudad del Carmen, incluyendo cómo se licitarían.
La SCT negó que se entregara información privilegiada.
Los audios sugieren que el 6 de abril de 2015, Villar Mir y De Oteyza se reunieron con el presidente Peña Nieto en Los Pinos para discutir el conflicto con Infraiber, una empresa que litigaba contra OHL por un contrato de conteo de vehículos en autopistas.
En una llamada posterior, Ruiz Esparza y Wallentin comentan la reunión, afirmando que OHL no tenía obligaciones legales con Infraiber.
Las filtraciones reforzaron las acusaciones de corrupción contra el gobierno de Peña Nieto y el PRI, especialmente en el Estado de México, donde OHL tenía concesiones de largo plazo.
La plataforma “Ahora”, de Emilio Álvarez Icaza, acusó a OHL de financiar campañas del PRI.
¡Que viva la extraordinary life, hijos de Villa!