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domingo, abril 20, 2025

Cómo bailar con Trump sin caer en el ridículo

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Donald Trump ha puesto a girar el mundo a su manera.

Todos los días ensaya una rutina en el espejo y luego la pone en práctica.

La primera víctima suya fue Justin Trudeau, saliente primer ministro de Canadá, quien, tras un pasaje de pánico escénico, fue hasta la residencia de descanso de Trump —sin invitación de por medio— y se sometió a éste como sólo Marcelo Ebrard lo había en tiempos de López Obrador.

“Nunca he visto a nadie doblarse como lo hizo él”, admitió el poderoso presidente de Estados Unidos al referirse al hoy secretario de Economía.

Luego vino Gustavo Petro, presidente colombiano en caída libre y cursi lector de García Márquez.

En contraste, la presidenta Claudia Sheinbaum ha sabido moverse en las aguas heladas del trumpismo.

Se mantiene en su punto central —un punto de equilibrio—, como buena bailarina de ballet clásico.

No hay que olvidar que la doctora Sheinbaum estudió ballet clásico de los seis a los diecinueve años.

Eso le ha dado un necesario punto de equilibrio —en palabras de la académica Blanca Heredia— hasta en sus declaraciones públicas.

Su técnica en el ballet no fue la rusa —que lleva el cuerpo a su límite, en el mejor estilo Putin—, sino la inglesa, misma que combina el método vaganova —de la escuela rusa— con el estadunidense.

En ese sentido, la presidenta sabe flotar y utilizar los brazos como base de la fuerza.

Del método Royal Ballet aprendió que la ejecución correcta es una mezcla de saltos, giros, equilibrio y sustentación.

Parece fácil.

No lo es.

Hasta sus críticos más feroces le reconocen inteligencia y talento para enfrentar a Trump.

Su ventaja es que aprendió a tratar a un perfil muy parecido al de Trump durante décadas: el presidente López Obrador.

AMLO y Trump son almas análogas que bailan el tango con un compás acelerado, lejos de la relajación.

En resumen: ante el tango más agresivo, la presidenta recurre al elegante pas de deux.

Eso evita que haga los ridículos de Trudeau y Petro, y que se mantenga en clave sobria y discreta.

Por cierto: a sus reuniones de seguridad —convertidas inevitablemente en sesiones ligadas al tema migratorio— acude siempre el exgobernador Sergio Salomón, quien está en pleno proceso de transición para tomar posesión como comisionado del Instituto Nacional de Migración, tal y como la presidenta lo dijo hace algunos días.

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