Disculpen las molestias que les ocasione, pero, si alguien o algunos de los militantes que forman parte de los grupos que existen al interior de las principales fuerzas partidarias, están pensando que estas elecciones son ideológicas y de principios, pues déjenme decirles que no es así.
Quiénes sigan pensando en el purismo y el sectarismo como elementos fundamentales de su quehacer político, viven en el error, como dirían los viejos priistas. Ningún estamento partidario en estos momentos quiere voltear a ver, su declaración de principios, estos, solo sirven para registrarlos como documentos solicitados ante las autoridades electorales.
Aquellos que creen que, por traer una boina negra y una estrella de cinco puntas, están haciendo la “revolución”, solo siguen en el viaje. Lo mismo los que proclaman a los cuatro vientos, que son de “izquierda” y los que saben de memoria la Internacional, son y practican como lo escribió Vladimir I. Lenin: El Infantilismo de Izquierda.
Estas elecciones como las muchas que han pasado no son y serán ideológicas, son pragmáticas que se traducen en supervivencia política para los partidos pequeños y para los grandes, significa seguir manteniendo el poder.
Los clásicos militantes que no logran comprender los cambios que se han sufrido sus organismos partidarios y los propios procesos electorales, seguirán en sus barricadas ideológicas y con su bote de pintura para ser llevados a pintar bardas.
Porque las elecciones se ganan con votos, dinero, partido y perfiles ganadores que garanticen que los electores saldrán a las urnas a votar por dichas candidaturas.
A estas alturas quién se puede espantar de tantas escisiones internas, de brincos de un partido a otro y en su caso que muchos priistas se vayan y se corran hacia Morena. Siempre ha sucedido en los institutos políticos que, en cada proceso electoral, salgan y entren como si no pasará nada.
Unos lo hacen para buscar inmunidad e impunidad, otros buscan candidaturas a como de lugar y los políticos de altos vuelos, lo hacen porque han sido expulsados del paraíso en sus organizaciones. Aunque también lo hacen para cobrar facturas con sus dirigencias o líderes ante su exclusión.
Nadie se sale por cuestiones ideológicas o de ideas, mucho menos por principios.
Tal vez por eso, veamos ahora con sorpresa para unos y enojo para otros, el arribo de viejos y recientes políticos en los principales partidos políticos. Que se banaliza la política, por supuesto y eso a nadie le interesa.
Generar crisis entre los partidos, también es válido, sumar perfiles cuestionados o no, sirve para sus estrategias, sí. Dispersar votaciones, también ayuda, tener partidos regionales no es nuevo, son recipientes para candidatos débiles o para que dividan el voto en municipios y distritos.
En estos tiempos vemos muchos ejemplos de la política pragmática que esta práctica: MC, quiso postular al gobernador de NL, Samuel García y le fallo su estrategia. El PRI en alianza con el PAN, los nacionalistas nunca pensaron en estas alianzas. Morena, abriendo sus puertas de par en par, para el arribo de priistas de alto vuelo y de base, impensable para los puros.
Hoy lo que se juegan las principales fuerzas partidarias, no son los viejos ideales y mucho menos las batallas ideológicas entre la derecha y la izquierda. Solo es pragmatismo frío y por la lucha del poder.
Quien sume votos y les garantice el triunfo electoral será bienvenido al paraíso de la cuatroté.
Conclusión: “El PRI, no se destruye, solo se transforma”.