Es sabido, que el gobierno entrante, tiene y muestra gran interés por los jóvenes en Puebla, entre muchas de las acciones públicas que anuncia pondrá en marcha. Más allá de la participación y activismo político, los jóvenes requieren de políticas públicas, que los conviertan en sujetos activos y no solo en sectores de votantes en cada proceso electoral.
Quisiera referirme a las alternativas culturales que son necesarias para los chavos y que aún no hay, que sirven para generar comunidad entre ellos y convivencias sociales, que les permiten asilar la violencia y el consumo virtual los individualiza.
Los espacios culturales en cada parque público o espacio de la ciudad servirán para las diversas expresiones artísticas que ellos son capaces de generar, tales como la música, el teatro y la literatura. En estos espacios, los jóvenes conviven y disfrutan su ocio, porque se vuelven organizadores de sus propias manifestaciones culturales con las que se identifican.
También hace posible que el tejido social entre ellos se reconstruya por una cultura de la paz y la solidaridad.
Ahora bien, en las propias instituciones de educación media y superior en Puebla, hay un gran capital humano, diverso y multicultural, que practica diversas expresiones culturales en sus propios espacios. Tienen grupos y colectivos que buscan foros para exponer sus habilidades, además hay creadores, cuenta cuentos y promotores de talleres y cursos para los todos.
Algunos datos para el contexto: en la ciudad hay un millón 692 mil 181 habitantes (censo 2020), en donde los jóvenes entre los 18 a los 29 años, suman:179 mil 347 mujeres y 177 mil 783 hombres.
De acuerdo con el Coneval (2020), en el estado hay grupos históricamente discriminados, como los indígenas, las mujeres, los adultos mayores y también los jóvenes, con un rezago social alto.
Mientras que, en la capital poblana, el total de viviendas con internet es de 305 mil 028 y las que tienen celulares son 440 mil 958 viviendas. Lo que demuestra el uso de las redes sociales, mientras que los libros en las casas han desaparecido.
Existen también 361 escuelas de nivel medio y superior y 301 de educación superior.
Sobre los espacios dedicados a la cultura, tenemos 26 casas de cultura, 169 bibliotecas y 36 museos. De estos, las casas de cultura solo programan actos institucionales.
Hay 41 auditorios en la ciudad, 123 casas y centros culturales en el estado, 23 galerías en la Puebla capital, donde las exposiciones son muy artesanales; 77 librerías, las más grandes y conocidas se reducen a tres, las demás venden libros de texto; 15 teatros en la ciudad, algunos han dejado de funcionar y unos dos son de interés; hay dos ferias del libro, una en la BUAP y la otra en la UPN, ambas de singular tamaño; en la ciudad están registrados 25 festivales diferentes, solo dos o tres generan interés y crean público (datos del SIC México).
Por otra parte, el porcentaje de jóvenes (18-29 años) que se sienten satisfechos con el servicio de parques y jardines en Puebla, solo es de 29.73 por ciento.
Mientras que la percepción sobre la inseguridad entre la población joven en Puebla es de 75.92 por ciento (de acuerdo con el CEIGEP). Y la confianza que tienen con la policía no rebaza 30 por ciento.
Lo anterior demuestra que las y los jóvenes carecen de espacios necesarios para satisfacer sus demandas socio-culturales y deportivas.
De igual forma, un porcentaje importante de jóvenes, no tiene acceso a eventos y espectáculos musicales de paga, porque no tienen dinero y los que trabajan, perciben apenas un salario mínimo.
Hace años, la izquierda en la CDMX, impulsó el Faro, un espacio para la recreación cultural de los jóvenes, más adelante el gobierno, los retomo y creó una “Red de Fábricas de Artes y Oficios (Faros), centros culturales y educativos de carácter alternativo que brindan formación en artes y oficios, ofrecen además una amplia programación cultural que incluye festivales de cine, conciertos, presentaciones de danza y funciones de teatro. Cuentan con servicios culturales como libroclubes, bibliotecas, ludotecas, cabinas de radio y salas de cine”.
Conclusión: las y los jóvenes necesitan espacios culturales, que les permita alejarlos de la violencia y los acerque más a la tolerancia y la inclusión social.