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miércoles, julio 3, 2024

El PAN, en crisis permanente

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Del actual régimen de partidos en el país, se podría subrayar que tanto el PAN como el PRI son ahora los dos institutos partidarios más viejos, (el primero fundado en 1939 y el segundo en 1946) puesto que el PRD acaba de perder su registro legal.

Los demás, como PT y PVEM seguirían como los que tienen más años en la vida electoral; MC y Morena, por decir algo, son los partidos más recientes en la arena de la competencia política.

Sirva lo anterior para enmarcar la llamada crisis interna por la que atraviesa Acción Nacional, misma que se agudizó aún más por los resultados de las pasadas elecciones que se vivieron en todo el país.

Cabe señalar que los panistas no son muy dados a exteriorizar sus problemas domésticos, y tampoco les gusta, más que por disciplina, lo hacen por sus tradiciones muy cerradas y por mantener en secrecía los asuntos de su propia organización.

Sin embargo, su situación política y de credibilidad social la vienen arrastrando desde antes del 2012 cuando no pudieron seguir manteniendo el poder y para el 2018 se hace más visible su pérdida de votos. Primero, su candidato jamás pudo enfrentar en ese momento a Andrés Manuel López Obrador, quien captó todo el descontento y el hartazgo existente ante los abusos de Enrique Peña Nieto y su partido.

Ricardo Anaya Cortés, con la coalición (PAN, PRD, MC) logró apenas 10 millones 249 mil 705 votos, comparados con los de López Obrador, que fueron 24 millones 127 mil 451 votos. Es decir, el blanquiazul, nunca se ocupó por reflexionar, analizar y procesar su fuerte derrota que vivió en esos años.

Tampoco fueron capaces de poder transformarse como partido y hacer los cambios estratégicos que necesitaban. Siguieron conformándose con sus espacios de las pocas gubernaturas, diputaciones federales y senadurías, jamás aceptaron críticas y nunca actuaron como oposición al proyecto social que se empezaba a vivir en México.

Arrastraban una crisis permanente de credibilidad como opción de derecha, perdieron su presencia y dejaron a los adversarios como lo habían hecho a lo largo de su historia política.

Sin saberlo dejaron de representar a varios sectores sociales y su lucha se concentró solo en el mero electorerismo sin sustancia política y mucho menos ideológica.

Como partido perdían en cada proceso más y más votos, se fueron achicando y su marca se empezaba a oxidar en el escenario nacional, por eso Claudia Sheinbaum obtuvo 35 millones 923 mil 669 votos, mientras que su candidata, Xóchitl Gálvez, apenas alcanzó los 16 millones 502 mil 458 votos.

Es decir, la abanderada del PAN y su coalición perdería por más del doble de la votación.

Los panistas piensan que sus errores se deben a las alianzas partidarias que llevaron a cabo con el PRI y PRD. Una justificación a medias, porque su problema de fondo lo tienen ellos mismos. Es más, perdieron su presencia en este proceso, sus nichos de las clases medias e ilustradas no votaron por los panistas, mucho menos los jóvenes.

Ahora bien, en términos muy locales, podemos sintetizar que en Puebla los panistas repiten lo mismo que su dirigencia nacional, reducen su situación actual al cambio de dirigencia estatal y tienen miedo de abordar sus problemas reales.

Por ejemplo, en el proceso ordinario de Puebla, en el 2018, la coalición (PAN, PRD, MC, PSI y Compromiso por Puebla) ganaron con 1 millón 152 mil 226 votos, llevando a Martha Erika Alonso como gobernadora por encima de Miguel Barbosa Huerta.

Y en el proceso extraordinario de junio del 2019, perdieron con Enrique Cárdenas, que logró menos de la mitad, 507 mil 492 votos y Barbosa Huerta obtuvo 682 mil 245 votos.

Perdieron el gobierno, diputaciones federales y locales, solo en las intermedias del 202, pudieron rescatar la capital poblana, por los errores e incapacidad para gobernar de Claudia Rivera. El triunfo de Eduardo Rivera Pérez no se debió a su estructura partidaria o por la fuerte organización, más bien se le dieron las circunstancias políticas al panista y logró ganarle a Morena.

En estas elecciones del 2024, Eduardo Rivera Pérez alcanzó 879 mil 460 votos, mientras que el candidato de Morena, Alejandro Armenta Mier, lo dobló y ganó con un millón 578 mil 749 de personas que optaron por Morena. Perdieron todos los distritos federales y locales, también la ciudad y 21 alcaldías en el interior del estado.

Los panistas traen problemas políticos de fondo de tiempo atrás, dejaron de ser una alternativa hasta para sus propios votantes duros. Solo se han dedicado administrar sus derrotas, por más reuniones y asambleas que lleven a cabo, no tienen la más mínima idea de cómo renovarse como partido.

Sus ambiciones grupusculares e intereses particulares por los cargos y espacios públicos los han atrapado y solo les interesa eso. Por más que griten y se rasguen sus vestiduras sobre quiénes son los mejores para dirigir su partidito, nada resolverán, porque su situación política tiene otros factores e intereses de fondo.

Conclusión: La derecha electoral empieza gradualmente a perder fuerza y votos, ha dejado de ofrecer soluciones viables a la sociedad, no es oposición, no tiene nuevos líderes y no es capaz de pensar.

Se convirtieron en un partido tradicional que sufrió el rechazo de los electores en estos comicios.

Frente a una fuerza política que los avasalló y que mantuvieron su poder.

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