Estos días y los que corrieron durante la semana pasada, seguirán generando una gran cantidad de información política en medios de comunicación y sobre todo en redes sociales. El clima de confrontación subió de tono y hasta donde se percibe, seguirá así, nada bueno para el país que se polariza y aún más con los tiempos adelantados por la sucesión presidencial.
Primero y que no acaba de terminar, fueron las cuatro semanas de juicio y la condena por cinco delitos a Genaro García Luna, por un jurado de la Corte en los EE.UU, quien lo encontró culpable por actos de delincuencia organizada.
Los hechos anteriores sobre el exfuncionario de seguridad púbica del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, por momentos logro hacer una pausa a la lucha de las tres o cuatro “corcholatas” impulsadas por el presidente, en su disputa por la candidatura al 2024.
Sin embargo, la confrontación está instalada entre el actual régimen con Calderón Hinojosa y con un tercero en discordia que es el PAN. Para el presidente de la República, este asunto es de sumo interés político, que no lo dejará pasar tan fácilmente de su propia agenda y estrategias de acción, pues involucra a uno de sus principales adversarios desde su elección fallida en el 2006.
García Luna y todo lo que representa, es una bandera de mucha utilidad para el propio López Obrador. No en balde le dedica cientos de horas en sus mañaneras para cuestionar lo que hizo el calderonismo durante su sexenio.
Ha sido tal el enfrentamiento que el propio expresidente ha fijado su postura en una misiva púbica desde España, lugar en donde reside actualmente. En dos cuartillas se deslindó de García Luna y sostuvo la validez de su actuación en contra de la delincuencia.
Por su parte la dirigencia nacional del blanquiazul, también se deslindó y sostiene que García Luna, nunca fue miembro del PAN. Después de un mes de guardar silencio, Marko Cortes, acusó a Morena de tratar de ligarlo con su partido de manera “tramposa y perversa”: “deje de mentir a la gente y enfóquese en recuperar la paz en el país que lo tiene bañado en sangre por sus abrazos a criminales”.
Más allá de que si García Luna, es o no militante del PAN, este partido debe asumir su responsabilidad pública y exigir que se castigue a quien abuso de las instituciones y corrompió a organismos de la seguridad en el país. Mientras no lo haga seguirá cargando con todo lo que representa este asunto.
Del lado oficial el propio mandatario, sus principales secretarios y los precandidatos se han encargado de cuestionar a Calderón Hinojosa e insistir que debe salir a la luz pública todo lo relacionado con este juicio. Al mismo tiempo toda la nomenclatura oficial y partidaria ha puesto en marcha un gran despliegue político para mostrar las complicidades.
En el senado y la cámara de diputados, no se quedaron atrás y la lucha entre los dos bloques partidarios fueron del tal grado que las ofensas personales y las agresiones verbales, fueron lo que prevaleció en sus debates presuntamente parlamentarios.
Segundo, con la marcha nacional convocada en defensa del INE, acabamos de presencia con mucha nitidez el grado de confrontación por el llamado Plan B. Esté domingo reciente, mostro dos rostros del enfrentamiento y la disputa política que se ha hecho presente entre la sociedad como nunca.
Miles de personas acudieron al llamado de los convocantes para llenar el zócalo capitalino, en respuesta a las reformas que desde el poder se hacen a toda la estructura del llamado árbitro electoral. Lo mismo sucedió en varias ciudades del país en donde se movilizaron grupos sociales en defensa del INE.
Estos nuevos escenarios para el propio sistema político mexicano, sin duda alguna auguran con mucha anticipación una fuerte confrontación y polarización social, rumbo a lo que será el proceso electoral y la sucesión presidencial del 2024.
El tema García Luna y el Plan B, enrarecieron el ambiente social y han puesto a la luz pública las posturas de dos bloques definidos en estos momentos.
La perspectiva política que se observa es que la confrontación política será progresiva entre ambas partes y nadie cederá. El presidente se mantendrá en su estrategia y no cambiará en nada.
La sucesión adelantada seguirá su curso y ningún precandidato oficial estará dispuesto a perder el poder político en México. Es más no se ve ninguna posibilidad de pacificar políticamente a los dos bloques.
Las elecciones lo dirán todo.