I
¿Qué es el Estado de Derecho?
Según el Secretario General de la ONU: «Un principio de gobernanza en el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente, se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos. Asimismo, exige que se adopten medidas para garantizar el respeto de los principios de primacía de la ley, igualdad ante la ley, separación de poderes, participación en la adopción de decisiones, legalidad, no arbitrariedad, y transparencia procesal y legal».
II
Dentro de este Estado de Derecho, existe algo que se llama: La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, en su Capitulo VI, De las Sanciones, Artículo 52 dice:
Al que por cualquier medio dañe, altere o destruya un monumento arqueológico, artístico o histórico, se le impondrá prisión de tres a diez años y multa hasta por el valor del daño causado. Cuando el daño no sea intencional, se estará a lo dispuesto en el capítulo de aplicación de sanciones a los delitos culposos del Código Penal Federal:
Artículo 397. Se impondrán de cinco a diez años de prisión y multa de cien a cinco mil pesos, a los que causen incendio, inundación o explosión con daño o peligro de:
-
Un edificio, vivienda o cuarto donde se encuentre alguna persona;
II. Ropas, muebles u objetos en tal forma que puedan causar graves daños personales;
III. Archivos públicos o notariales;
- Bibliotecas, museos, templos, escuelas o edificios y monumentos públicos.
- Montes, bosques, selvas, pastos, mieses o cultivos de cualquier género.
Artículo 398. Si además de los daños directos resulta consumado algún otro delito, se aplicarán las reglas de acumulación.
III
¿Qué dice la normativa internacional con respecto a estos temas?
Tanto la Convención de La Haya de 1954 como la de 1977 y el Estatuto de Roma de 1998, junto con otra normatividad de la UNESCO consideran el daño a monumentos históricos como una violación del patrimonio cultural de toda la humanidad; y según sea la circunstancia, se podría tipificar como crimen de guerra y un crimen de lesa humanidad. Mucha de esta normativa internacional obliga a los Estados a proteger y respetar los bienes culturales, prohibiendo los ataques contra ellos y estableciendo la responsabilidad penal individual y de los Estados por su destrucción intencional y arbitraria.
IV
Sucesos como el acontecido días atrás con referencia a la Fuente de San Miguel Arcángel, nuevamente, ha puesto el tema sobre la mesa.
Las voces a favor y en contra son amplias y variadas.
La protesta es un derecho humano y está garantizado, en México, últimamente se puso de moda un término: iconoclasia:
“se refiere a la manifestación o destrucción de monumentos, esculturas, arte o cualquier ícono que represente a las figuras de autoridad por motivos ideológicos.
En el caso de los movimientos y colectivos feministas, se consideran iconoclastas, debido a que la manifestación de monumentos se realiza para exigir “justicia” o un derecho. Por otro lado, la iconoclasia es una acción realizada de forma histórica por varios movimientos sociales que buscan un cambio en el gobierno o el sistema.”
En México, algunas leyes padecen de una extraña enfermedad: vacíos legales, provocados por una redacción ambigua y/o abstracta. Por ejemplo, un fragmento del artículo 6 de la Constitución de los Estados Unidos de México:
“La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público”.
Y como la iconoclasia, podría considerarse una idea; no se podría penalizar.
V
Hace unas semanas, en la CDMX se realizaron una serie de marchas contra la gentrificación.
Sumando esas marchas, según Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México (Canaco CDMX), las protestas realizadas en la CDMX durante los primeros seis meses del 2025 han dejado afectaciones por más de 370 millones de pesos.
El Diputado Nazario Roberto Sánchez de la CDMX –en su propuesta de modificación a la Ley de Cultura Cívica de la CDMX – asegura que: “la marcha del pasado noviembre del año 2019, en la que el entonces Secretario de Cultura de la Capital, José Alfonso Suárez del Real y Aguilera informó que a la Ciudad de México le cuesta 1.5 millones de pesos reparar los destrozos que dejó como resultado dicha Marcha; asimismo se reconoció que fue similar la cantidad que se erogó derivado de diversa marcha en agosto del mismo año, esto quiere decir que darle mantenimiento y limpieza a los espacios públicos fue en dos meses aproximadamente 3 millones de pesos”.
Tomando en cuenta esta información, podríamos calcular que al año, en la CDMX, entre dinero público y privado, se van 373 millones de pesos en reparar daños causados por las marchas.
VI
Duda mata: ¿No sería mejor que ese dinero se invirtiera en apoyar a las madres buscadoras, por poner un ejemplo? ¿O en crear políticas públicas que abonen a la prevención de delitos como la desaparición de personas, los feminicidios y un largo etcétera?
VII
Efectivamente, ningún monumento vale más que la vida de ninguna persona.
Pero dañando monumentos o propiedad privada como: restaurantes, bancos; no se va a transformar ni cambiar nada.
Se repara y la vida continúa.
Es más, pienso, llegará el momento en que los Gobiernos dejen de invertir en reparar el patrimonio monumental, pues lo considerarán un gasto innecesario, ya que año con año se seguirá maltratando y, desde luego, tampoco invertirán ese “ahorro” en las causas que generan las protestas.
Coincido con Don Ciccio:
“por qué las manifestantes no rayan las nalgas de los policías que las detuvieron, por ejemplo. Ése sería un acto de protesta brutal que impactaría al mundo. Un par de rayas en el culo y una dosis de spray. Las fotos darían la vuelta por las redes, y todo mundo se enteraría de esa forma de protesta. Hay ventajas. Una, que el policía no forma parte del patrimonio cultural e histórico de la humanidad. Y dos, que con un buen baño turco —y unas talladas— el culo quedaría rechinando de limpio.
CADA VEZ ME QUEDA MÁS CLARO que la gente es primero. Y que el tema de los desaparecidos habla mal de un país. Eso lo tengo claro desde hace décadas. Lo que no entiendo es que para protestar por eso haya que derrumbar, por ejemplo, el Palacio Nacional o la Catedral de la CDMX. Eso no lo entiendo. Los desaparecidos no aparecerán si tumbamos, por ejemplo, la Alhóndiga de Granaditas. Y no lo harán porque a los policías poco les importan los monumentos históricos y culturales. Menos aún a los líderes de los cárteles. A ellos, los responsables de las desapariciones en este país, les importa un carajo la Fuente de San Miguel o la citada Alhóndiga de Granaditas. De hecho, están detrás de algunos personajes de la política nacional que se dicen feministas. Pienso, por ejemplo, en Silvano Aureoles, exgobernador prófugo de Michoacán, que se jactaba de apoyar a las madres buscadoras y a los grupos feministas. En consecuencia: ¿no sería mejor rayar el culo de los Silvanos Aureoles (que andan por ahí) en lugar de lastimar, como lo hicieron, la hermosa Fuente de San Miguel?”
El día que las manifestaciones comiencen a incomodar la vida cotidiana de los personajes que toman las decisiones de este país; estoy seguro de que comenzarán a actuar.
Recordemos una máxima del héroe favorito AMLO, Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
U otra de dominio popular: “tus derechos terminan donde empiezan los míos”.
Probablemente soy un cursi y no me incomoda, pero deberíamos aspirar a habitar en un mundo donde el “enemigo” no sea “el otro”, sino las personas en el poder, y entender que el Patrimonio Tangible e Intangible es parte de cada una de las personas que habitamos en una Ciudad, Estado y País y conservarlo es preservar nuestra memoria colectiva.
Fuera de lugar
Sergei Necháyev –figura revolucionaria rusa popularmente asociada con los movimientos nihilista y anarquista y conocido por su teoría de la revolución con medios mínimos y por su extremismo— escribió Catecismo del Revolucionario, me gusta este apartado:
“13. Un revolucionario entra al mundo del Estado y al llamado mundo intelectual, y vive dentro de ellos, con el solo propósito de su destrucción rápida y total. No será un revolucionario si experimenta alguna simpatía por algo de ese mundo, o si se detiene ante la destrucción de algún estado de cosas, relación o persona que pertenezca a ese mundo en el cual todo debe ser odiado igualmente. Peor para él si tiene familia, amigos o relaciones amorosas; no podrá ser un revolucionario si eso detiene su mano.”
Así que si usted conoce a una persona que se asume revolucionaria, pero siente simpatía por su familia, amistades, relaciones amorosas; no lo tome en cuenta, ni le crea nada; pues tener apegos emocionales por algo o alguien te impide entregarte a una lucha, pues asumen que tienen que matar, y para matar no hay que tener fe, ni corazón ni nada.
Solo ser una máquina ideológica que no le importa nada que no sea imponer sus ideas.