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viernes, noviembre 22, 2024

Creer en la Magia es rescatar al niño/niña interior

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“El mundo está lleno de cosas mágicas, esperando  

pacientemente a que nuestros sentidos se agudicen.” 

W.B. Yeats 

 

I 

Se viene el 30 de abril: día del niño y las redes sociales se inundarán de fotos de cuando los adultos eran infantes y también se podrán leer y ver mensajes diciendo: para los que siguen siendo niños, no pierdas a tu niño interior, etc. 

Palabras, frases y deseos que pocos o nadie llevan a la práctica, y probablemente ni entienden lo que conlleva. 

 

II 

El infante por naturaleza es curioso, nunca está conforme con la primera respuesta y siempre quiere saber más y más, no tiene empacho en decir me gusta o no me gusta, cuando se aburre o cuando está divertido lo demuestra sin temor al que dirán, sabe contemplar, alimenta su imaginación, conversa con los animales y hasta les da voz a seres inanimados: plantas, juguetes, etc. Lo mismo se divierte con el juguete más sofisticado que con una simple caja o una rama de árbol. No entiende de juegos para niños o niñas: juega por igual y tampoco distingue de clases económicas y/o sociales. Le basta que el otro infante de enfrente quiera jugar a lo mismo. 

El infante, casi siempre, por naturaleza es noble, sincero, empático y desea que la vida sea un juego. 

El infante cree en la magia y otras cosas que después le dirán que son supersticiones o cosas del demonio. 

El infante tiene sueños y muchas cosas que le gustaría ser.  

 

III 

Conforme el infante comienza a acercarse a la adolescencia, por ende: la adultez; se le va enseñando a que lo correcto para ser un adulto aceptado en sociedad es: no preguntar mucho, hablarles a las personas adultas de usted, no expresar siempre lo que piensan o sienten porqué sus comentarios pueden no ser aceptados o bien recibidos, a “esto es de niño/hombre y esto es de niña/mujer”, esto está prohibido y un largo etcétera. 

Se van estableciendo límites y cuando el infante quiere entender el por qué, se le responde: “porqué soy tu madre/padre y te callas”, “porqué yo tengo la experiencia que tú no”, “porqué soy adulto y tengo la razón” o frases similares. Frases que se fundamentan en el autoritarismo más no en el razonamiento. 

El adolescente va aprendiendo que todo aquello de que de infante deseaba y/o anhelaba no es posible ni real. 

 

IV 

Cuando el adolescente se ha convertido en un universitario y está a nada de ser una “persona adulta funcional” se le exige que sea curioso, que no se quedé con ninguna duda, que no se deje intimidar por algún otro adulto, que vaya más allá de lo que aprende en el aula o de lo que está en los libros que le dejan. 

Dicho de otra forma: todo aquello que te dije que no hicieras, deja de hacerlo y haz lo contrario. 

El universitario está aprendiendo a sobrevivir en un mundo en el que probablemente no se siente aceptado y se está realizando no en lo que le gustaría, sino en lo que era más viable o cercano al resto de anhelo que tenía de infante. 

 

V 

La persona adulta de pronto se vuelve víctima de la nostalgia y comienza a extrañar su niñez y le da por envolverse en la bandera: “todo tiempo pasado fue mejor”, “en mis tiempos lo niños no eran así”, “en mis tiempos nos entreteníamos de otra forma y mejor”. 

La persona adulta, con tanta prohibición y tantos límites, perdió la capacidad de aprendizaje, de adaptación y de evolucionar junto con su entorno. 

La persona adulta ha aceptado su realidad y ha aprendido a vivir sin darle voz y espacio a la felicidad propia. 

La persona adulta cree que el éxito y la madurez significa cumplir con las expectativas que el mundo tenía de éste, pero no las que éste tenía para sí. 

 

VI 

Por eso, me parece curioso que cada 30 de abril se hable del niño interior y de no perder la capacidad de asombro, cuando el proceso social y educativo se ha encargado de anularlo. 

 

VII 

Vivimos épocas donde creemos que el fin del mundo está más cerca; donde tener una licenciatura ya no es garantía de tener un trabajo bien pagado y tener un doctorado significa estar sobrecalificado; donde (citando a una canción interpretada por José José) “uno no es lo que quiere, si no lo que puede ser” y donde los que manejan los destinos políticos de México y el Mundo se han encargado de construir discursos sociales confrontativos.  

Parecen tiempos apocalípticos, sí. 

Las distopías parecen cobrar vida, sí. 

Empero, en medio del caos y la bruma, es urgente regresar al centro, al origen, a la magia. 

 

VII 

La Magia como una oportunidad para recuperar aquello que nos enseñaron a ocultar y/o negar. 

La Magia como una puerta para acercarnos al niño/niña interior que todos llevamos dentro y pedirle disculpas; pero también solicitarle su guía para recuperar la capacidad de sonreír, de amar noblemente y de soñar. 

La Magia como la opción para comenzar a curarnos mutuamente y tener las herramientas para salvar al otro. 

La Magia para entender los mensajes que Dios nos envía y que no tiene otro afán que volvernos en seres de luz y amor. 

La Magia para Ser aquello que deseamos y queremos Ser, aunque otros digan que eso no es posible. 

La Magia para hacer posible lo imposible. 

La Magia para salvarnos del infierno que hemos creado. 

 

IX 

¿Y usted, hipócrita lector, si estuviera enfrente del infante que un día fue tendría los arrojos y argumentos para decirle: soy/somos aquellos que soñábamos ser? 

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