Gracias a mis papás, mi hermana y el hermano adoptivo (Alberto) por la vida.
Gracias a Pedro Ángel por todo.
Gracias a Ariana y Alejandra por ser las primas cómplices que necesitaba.
Gracias a Sol y Varinia por ser las mujeres brujeriles que me sostienen.
Gracias a Sixto Rey por seguir siendo esa Luz en forma de Palabra.
Gracias a Montse, Ana Martha por soportar.
Gracias a Xu, Yuls, Mercedes por seguir.
Gracias a Aimeé, Adán, Karlita, Carlitos, Grace, Xavi, Ale Jr. por seguir.
Gracias a Nancy, Gabs y Laura por seguir siendo el equipo que me sostiene.
Gracias a Yamel y María H. por estar.
Gracias a Mario Alberto, Alemacchia, Zeus, Manolo, Mario y Víctor por seguir siendo guías y cómplices.
Gracias a Esme, Ana Karina, Gerardo P. por sus ritmos que abrazan.
Gracias a Alex y Kaled por esa complicidad.
Gracias a Karla Miroslava, Karla H. y Yanet por su particular forma de Ser y Estar.
Gracias a Angie y Vany por darle un ritmo distinto a mi entorno.
Gracias a la familia literaria por todo lo que me siguen regalando.
Gracias a la familia teatral que he dejado en CDMX por seguir siendo casa.
Gracias a la familia del grabado por lo que me dieron y siguen dando.
Gracias a La Lattice y sus magos por ser refugio y familia.
Gracias a la Magia por las nuevas personas que me está regalando.
Y gracias a Nala por seguirme sosteniendo y animando desde el más allá.
Y hay tantas personas que agradecer y poco espacio para hacerlo, pero muchas son los seres que me han ayudado a llegar a dónde estoy.
I
Insomnio, ansiedad, desesperación, desolación, desesperanza, desilusión, fastidio, hartazgo, decepción, frustración; y la lista puede seguir.
Muchas de estas sensaciones me invaden en la noche y no logro acallar al cerebro y los malos consejos que me ofrece por la noche.
Y cuando llega la sensación de que todo está perdido, el algoritmo de mi Spotify hace magia y me regala dos canciones que nunca había escuchado.
Transcribo unas partes:
Sagrado Corazón de Darío Poletti
El camino que me lleva y me trae/ lo transito ya sin miedo, / entendiendo que no tiene final, / sólo habrá transformación.
(…)
Sagrado Corazón/ dame la fuerza pa’seguir/ por los caminos en que hoy estoy, / dame templanza y dame luz. / ¡Ay, mi Sagrado Corazón! / Dame prudencia pa’elegir/ la melodía de la canción. / Dame justicia en el final. / ¡Ay, mi Sagrado Corazón!
Flores bonitas de Los Choclok
¿Por qué de nuevo estoy parado en la orilla? / Vuelvo de lejos por mis pasos no cuidar.
Todo se transforma, nada termina / y la recete dejé de tomar, / de agradecer, de dar los buenos días, / creo por eso comienzo a enfermar
comienzo a enfermar.
(…)
Vengo a enamorarme de aquellas heridas / que en su tiempo me costó sanar / no existe receta, no existe medicina / sólo hay mañanas para volver a empezar.
Y en los desiertos nacen flores bonitas, / al silencio le vengo a cantar, / si mis piernas cuelgan de la orilla / es pa´los pies poder relajar.
Dicen que los mensajes que te salvan no llegan, necesariamente, después de una aparición divina, a veces, se encuentran en momentos tan cotidianos que no alcanzamos a percibir, a valorar.
II
Escribo esta columna a, casi, un día de distancia de cumplir 40 años de vida que se desglosan en: 480 Meses; 2, 085, 720 Semanas; 14, 600 días, 350, 400 horas y 21, 024, 000 Minutos.
Años que se traducen en una inmensidad de vivencias llenas de claroscuros, porqué la vida no es completamente blanca ni absolutamente negra. La vida contiene una gran gama de colores y la mía, afortunadamente, goza de amplio colorido.
Hay sueños incumplidos, pero también otros que nunca hubiera imaginado lograr.
La vida es un mar infinito de puertas que se abren y cierran, la magia reincide en animarse a explorar y agradecer lo transitado en aquellas que no deban volver a habitarse.
La vida, a pesar de lo que muchos digan, se disfruta y camina mejor cuando se anda al lado de amorosas y gratas compañías.
III
Y sí, la vida también es un acto que duele cuando se es testigo de la muerte de seres queridos.
Vivir es aprender a sanar las heridas que abren dichas ausencias y continuar, pues la obra de teatro llamada vida debe y tiene que continuar.
Con cada muerto que me acontece, me animo diciéndome: ahora he ganado un interventor ante Dios/El Universo.
IV
Sergio Pitol, en agosto de 2010, vino a recibir la Cédula Real de Puebla que le otorgó Blanca Alcalá —Presidenta Municipal de Puebla en aquel año— gracias a la gestión que junto con unas amistades hicimos bajo un grupo de gestión cultural denominado: La Fuga Literaria, sentenció:
“Yo me aventuro a decir que soy los libros que he leído, la pintura que he visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos triunfos, bastante fastidio. Uno es una suma mermada por infinitas restas. Uno está conformado por tiempo, adicciones y credos diferentes ”.
Uno es todas y cada una de las transmutaciones y camaleonismos que ha tenido, pues negar lo anterior sería negarse a sí mismo.
V
Hoy toca agradecer todo el camino que he transitado, todas las puertas en cuyos cuartos he habitado y todas las personas que me han/están acompañando.
Toca agradecer a las personas que han transcendido este plano, pues su compañía fue luz en mi vida.
Toca agradecer a las personas que han partido de mi vida, pues sus enseñanzas han terminado; al menos, por el momento.
VI
Sólo pido a Dios/El Universo que está situación en la que me encuentro acabe pronto, pues con la ausencia de luz y ante tanta oscuridad, cuesta mantener a flote la Esperanza y la Fe.
Y es que a veces, el Ser Racional que la vida me obligó a configurar le suele ganar al Ser Espiritual que estoy aprendiendo a fortalecer.
Aunque, quizá, tal vez, mi Alma esté transitando por otra noche oscura y sabemos que después viene la gran Luz.
VII
Llegar a los 40, últimamente, se siente como habitar entre Habrá que creer de Alejandro Filio y el poema En horas hábiles de Edel Juárez.