El pensador alemán del siglo XVII, Georg Christoph Lichtenberg, es una figura emblemática entre muchos físicos y matemáticos del mundo, incluyendo los que vienen a CERN.
Pero, ¿quién es y por qué se ganó la inmortalidad? A continuación, el escritor Juan Villoro, notable germanista, nos lo explica, texto seguido de algunos aforismos acerca de la condición humana que escribió el sabio alemán.
Juan Villoro
Son leyenda los hombres de letras que se transforman y adquieren el cuerpo y las maneras de ogros y duendes. Estas transformaciones ocurrieron hace dos o tres siglos, en medio de la vorágine de las Luces, y estos duendes visitaban los salones de las princesas ociosas y tomaban chocolate o café, que entonces eran novedad.
Uno de estos hombres fue el doctor Samuel Johnson, un inglés descomunal, presa de escalofríos tremendos y deforme de tan grande, famoso por su lengua y sus extravagancias. Tuvo un discípulo, James Boswell, que escribió la biografía del ogro y dejó memoria de su carrera entre los hombres.
Otros de los transformados fue Voltaire, un francés que, con apariencia de caballero, derramaba su genio en todos los cuartos en los que entraba. Uno más de estos hombres-genio fue Georg Christoph Lichtenberg, profesor de física en una universidad alemana. Era apenas lo suficientemente alto para que no lo llamaran enano; tenía una joroba y, para disimularla, aprendió a escribir con gis dándole la espalda al pizarrón. Era hijo de un pastor protestante aficionado a la astronomía.
El don de lenguas le vino del padre, quien una vez habló desde el púlpito acerca de la ciencia astronómica de su época. Su auditorio, un templo de campesinos ignorantes, le pidió por favor: “Vuélvanos a hablar de estrellas”.
Lichtenberg se ganó la vida dando clases y escribiendo almanaques, esos copiosos libros que contienen todo: la moda y los ciclos de la luna. En unos cuadernos fue apuntando sus comentarios que un duende tiene que hacerle a la vida. Hay sabiduría y profundidad, buen humor, gracia y, al fin, burlas contra las maneras necias de los hombres.
Georg Christoph Lichtenberg (1742–1799) es uno de los cuatro escritores alemanes “rescatables”, en palabras de Nietzche. Su obra, pacientemente recogida a lo largo de dos siglos, ha impresionado a escritores tan disímiles como Kant, Freud, Tolstoi y Canetti.