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jueves, noviembre 21, 2024

Serguei Prokofiev: somos vanguardia, juguemos ajedrez

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Hugo Vargas*

Fue uno de los compositores más reconocidos del siglo XX. Siete óperas, otras tantas sinfonías, nueve sonatas para piano, ocho ballets, cinco conciertos para piano, dos para violín, uno para violonchelo, un concierto sinfónico para violonchelo y orquesta y diversas piezas menores… Toda una obra.

Nacido en Ucrania, en la región de Donetsk —hoy invadida por Rusia, que reclama su pertenencia— el 23 de abril (11 de abril del viejo calendario gregoriano) de 1891, Prokofiev fue hijo de un ingeniero agrónomo y de una ex sierva. Su madre había aprendido a tocar el piano en la niñez y fue en ella quien lo inspiró para dedicarse a la música.

Compuso su primera obra a los cinco años, Galope indio. A los siete ya sabía jugar ajedrez, una afición que se acrecentaría con el tiempo.

Regresó impresionado por la sinfónica de Moscú, cuando la conoció a los nueve años. Esa fascinación lo llevó a componer su primera ópera, El gigante. Y fue en ese momento cuando empezó a experimentar con armonías disonantes y compases inusuales que expresó en piezas breves para piano con lo que sentaría el estilo que lo distinguiría de todos los otros compositores.

Gracias a la iniciativa de su madre, en 1904, fue a San Petersburgo donde conoció a Aleksandr Glazunov. El profesor quedó impresionado con la obra de Prokofiev, quien para entonces había compuesto dos óperas más, Islas desiertas y La fiesta en la época de la peste y trabajaba en una cuarta, Undina. Serguei ingresó al conservatorio, mucho más joven que sus compañeros. Entre sus profesores estuvo Nicolai Rimski-Korsakov en la materia de orquestación.

Con la muerte del padre en 1910 cesó la ayuda financiera, pero Serguei ya era conocido como compositor fuera del conservatorio y aparecía en “Noches de Música Contemporánea” donde interpretaba varias de sus obras para piano. Los organizadores de aquellas sesiones lo invitaron a estrenar en Rusia Drei Kavierstücke, op. 11, de Arnold Schönberg.

Prokofiev ya era un experimentador avezado. Tenía sus disonantes Etudes, op. 2 y Sarcasmos para piano, op. 17, y con sus dos primeros conciertos para ese instrumento causó un escándalo, sobre todo con el segundo, estrenado en agosto de 1913. El público salió furioso: “¡Al diablo con esta música futurista!” Todo ello abonaría para hacerse una mala fama pues no era identificado con el nacionalismo ruso.

En su match contra Oistrak.

Viajó al extranjero por primera vez en 1913 y fue a París y Londres donde conoció a Serguei Diáguilev y los Ballets Rusos. Al año siguiente, a los 23, terminó sus estudios en el conservatorio y ganó un concurso entre los mejores cinco estudiantes cuyo premio era un piano de cola Schreder, además de la presea Anton Rubinstein. Prokofiev fue el primer alumno que se graduaba ejecutando una pieza de su autoría, Concierto para piano núm. 1.

Su actividad ajedrecística se expresaba en estudios, asistencia a torneos y en partidas informales con amigos.

Su primer encuentro con un campeón mundial fue en 1914, en una exhibición de simultáneas a la ciega de Alexander Alekhine, en Petrogrado. Prokofiev jugó con su amigo Bashkirov pero fueron superados en 31 movimientos. Por desgracia la transcripción de la partida no es precisa.

En mayo de ese año José Raúl Capablanca estaba en Moscú para participar en un importante torneo. Todavía faltaban siete años para que se convirtiera en campeón del mundo, pero ya era una figura del ajedrez mundial. Los organizadores del torneo le pidieron al cubano una exhibición de simultáneas durante tres días consecutivos. El músico anotó en sus Diarios: “A las ocho en punto fui a la apertura del Campeonato de Ajedrez y me trasladé inmediatamente a un reino encantado, un reino vivo con la actividad más increíble en las tres salas del Club de Ajedrez y tres salas más puestas a disposición por el Comité de la Asamblea. Este torneo es un asunto de alto nivel, todos con frac y ahí estaban los propios maestros, cada uno rodeado por una multitud de admiradores”. Y describe así a José Raúl Capablanca: “es una persona absolutamente irresistible, vivaz, guapo, ingenioso y, este es el punto, un genio. Deberías haber visto lo rápido que mostró los errores de nuestros maestros de Petersburgo: ¡en el acto, en el instante en que terminaron sus partidas, y justo enfrente de sus propios ojos! Estaba fascinado.”

El músico con el cineasta Eisenstein.

Se anotó como participante en las tres rondas de simultáneas de Capablanca. Perdió las dos primeras partidas pero ganó la última.

“Estaba cerca de casa cuando me di cuenta horrorizado de que eran las ocho menos cuarto y el encuentro de simultáneas con Capablanca era a las ocho. Como un lunático me arranqué el frac, me puse una chaqueta y, sin comer, llegué al torneo en un auto que por casualidad pasaba por allí”.

La primera partida se igualó rápidamente y parecía que llegarían al empate. “Desgraciadamente, todavía quedaban otras cinco o seis partidas y Capablanca jugó tan rápido que no tuve tiempo para analizar. De una forma u otra rompió la línea de mis peones y ganó la partida. Hasta entonces nunca había perdido una partida en simultáneas”.

Sobre la segunda partida anotó en su diario el 15 de mayo de 1914: “La partida se inició así: 1. d4 d5, 2. Cf3 Af5, 3. c4 Cc6, con la amenaza de Cb4, tras lo cual Capablanca se paró frente a la pizarra durante dos o tres minutos con el ceño fruncido y tirando de su cabello. Yo estaba emocionado más allá de las palabras por haber puesto al campeón en un verdadero problema”. Pero a pesar de todo el compositor perdió la partida.

“Por la tarde —escribe en la siguiente entrada de su diario— una vez más al torneo de ajedrez para jugar con Capablanca. La partida comenzó como ayer, pero las cosas fueron un poco más difíciles: Capablanca no perdió la calidad, pero no ganó ninguna pieza. Él atacó, lo que hizo las cosas muy difíciles, pero resistí enérgicamente. Capablanca movió sus otras piezas con estilo, dejándolas expuestas para que las ataquen, pero yo hubiese perdido la partida. Después de dos horas de juego de repente vi una combinación y le dije a Iakhontov, quien estaba a mi izquierda, ´Voy a ganar la partida´.”

Con el corazón agitado le pidió al maestro cubano una vuelta más para analizar la posición.

Carta del músico a Capablanca (fragmento).
Despedida del músico en una nota para Prokofiev.

“Cuando volvió a aparecer, estaba bastante nervioso porque había ideado una trampa para darle mate en tres movimientos. Hice mi jugada. Capablanca estaba a punto de responder, pero se detuvo al ver la celada y después de reflexionar sacrificó una pieza. De lo contrario no habría podido salvarse. Así que tenía una pieza extra y ahora debía usarla. Hubo un momento en que realmente tuve miedo y parecía que Capablanca escaparía, pero no pudo y perdió. Celebré mi victoria y fui felicitado. Bashkirov me invitó a tomer el té a su casa y le dije que era tarde, pero sabiendo que Capablanca iba, acepté la invitación”.

Durante la velada, Capablanca se mostró exhausto y estuvo en silencio. Le pidieron a Prokofiev que interpretará Tannhäuser y aunque pensó en negarse, finalmente lo hizo y también tocó el Preludio para arpa. Capablanca escuchó con placer pero dijo no conocer mucho de música. Salieron en la madrugada y caminaron un buen rato hasta que se separaron para dirigirse cada quien a su destino. “Eran las tres de la madrugada y estaba bastante claro”, cuenta el compositor.

Luego de 24. Cxc7.

 

Blancas: José Raúl Capablanca
Negras: Serguei Prokofiev
Apertura de peón de Dama
1. d4 d5, 2. Cf3 Cf6, 3. c4 Af5, 4. Db3 Cc6, 5. Dxb7 Ca5,
6. Da6 Cxc4, 7. Cc3 e6, 8. e4 dxe4, 9. Bxc4 exf3, 10 Dc6+Cd7, 11. g4 (diagrama) 11… Ag6 (si 11… Axg4, 12. Tg8 y las blancas tienen compensación por el peón entregado), 12. Ag5 Ae7 (claro que no Dxg5 porque se pierde la torre de a8), 13. Axe7 Rxe7, 14. 0-0-0 Te8, 15. h4 h5, 16. gxh5 Axh5, 17. Cb5 Rf8, 18. d5 Df6, 19. dxe6 Ce5, 20
Dc5+ Rg8, 21. exf7+ Axf7, 22. Axf7+ Dxf7, 23. Rb1 Tab8! (las negras están montando un fuerte ataque y amenazan con doblar las torres en la columna b), 24. Cxc7? (Capablanca perderá esa pieza. Diagrama. De todas formas, si 24. Cc3 Tb6, seguido de Teb8) 24… Tbc8, 25. Tc1 Te7, 26. Dd6 Texc7, 27. Txc7 Dxc7, 28. De6+ Rh8, 29. a3 Dc2+, 30. Ra1 Cd3, 31. Tb1 Cxf2, 32. h5 Dc6, 33. Df5 Ce4, 34. Dxf3 (esto simplifica aún más la posición) 34… Cd2, 35. Dxc6 Txc6, 36. Td1 Tc2, 37. Tg1 Tc5, 38. Tg6 Txh5,
39. Ta6 Cb3+, 40. Ra2 Ta5, 41. Txa5 Cxa5, 42. b4 g5, 43. Rb2 g4 Rinden blancas.

 

La amistad entre el ajedrecista y el músico se hizo fuerte y Prokofiev solía referirse al cubano como Capablanchik. En noviembre de 1918 escribe en sus diarios: “Con Capablanca para ver a la señorita Eleanor Young, la dama con la que vivió durante seis años. Es una joven refinadísima, esbelta, pálida, muy encantadora y muy americana. Éxito colosal (el mío con ella). Capablanca, que está a punto de casarse con otra mujer, me aconseja aprovechar este éxito”.

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