Tenía mucho tiempo que no escuchaba alguna historia desastrosa originada por la curiosidad mal encausada de una dama que duda de la fidelidad de su varón.
Fue apenas hace unos días cuando recibí la llamada telefónica de una víctima del espionaje femenino que reviví mi propia experiencia ya como una anécdota superada, y lo que sentí fue pena y angustia por la mujer que se acaba de lanzar al estrellato en el duro oficio de hacerse una psicópata profesional.
El amigo que me contó su triste historia no es, como nadie, una perita en dulce. Y creo que lo que pudo haber encontrado su chica en el teléfono por lo menos le debería de merecer un mes de manita de puerco y cinco patines en las gónadas, sin embargo, en esta ocasión escuché atentamente el lado B de la historia, es decir, la que no me había tocado vivir.
La cosa estaba clarísima: él no estaba dispuesto a vivir en la paranoia cuidándose el teléfono para evitar que de esa manera su dama se volviera la más puntual celadora de su bragueta.
No pude evitar reírme un par de veces puesto que todo lo que me iba narrando (cómo la cachó espiando y la charla que sobrevino luego de la hecatombe) me recordó la esterilidad de los mimikis.
Mi consejo fue uno y fue sincero: como buena remisa te puedo decir que si lo dejas pasar la situación se tornará insostenible. Tu vieja se volverá Glenn Close en “Fatal atraction” sólo que sin las piernas ni la fama ni el dinero de Glenn Close. Te matará un conejo en vez de un pollo, le saldrá un tercer ojo y no será recordada precisamente como un cíclope. No regreses. Con lo que vio basta y sobra. Ya abrió la Caja de Pandora. No valiste madre tú, finalmente lo que leyó es el garante de que tienes tus repuestos. La que valió madre es ella. El infierno está de su lado, ¿lo quieres compartir?
Colgamos.
Miré hacia mi ventana, justo en dirección del edificio en el que despacha mi galán. Di una fuerte bocanada a mi cigarro y agradecí infinitamente al cosmos haberme quitado la maña de andar espiando el teléfono ajeno.
Es respeto al celular ajeno es La Paz