Quiero ser Don McLean.
Ese gringo que un buen día amaneció y se puso a escribir una crónica sobre la muerte del rock n roll. Una canción larga, demasiado larga para su tiempo.
American Pie no es la mejor canción del rock. Está lejos de serlo; sin embargo, se volvió en un clásico de la música estadounidense. American Pie es el Gran Gatsby del rock gringo. Su Uncle Sam, su Moby Dick.
Imagino a McLean despertando un buen día, poniéndose ante su guitarra (una guitarra que no le había dado más que tres dólares a ganar) buscando el tema de una buena rola que no pudiera pasar desapercibida por las masas. Entonces, por obra de quién sabe cuál musa, encontró la frase que lo llevaría al Parnaso: “Something touched me deep inside. The day the music died”.
Lo demás era ya sencillo: sugerir cada muerte trágica de los trágicos padres del Rock and Roll. Comenzando, por supuesto, con el avionazo en el que murió Buddy Holly.
Quiero ser Don McLean por un momento y encontrar, aunque sea en el basurero de mis vecinos veganos, una frase brutal con la que pueda comenzar el relato que traigo en mente.
También quiero ser McLean porque con esa frase pudo vivir sin trabajar el resto de su vida.