La semana pasada fue tu cumpleaños, y hace dos días tu sexto aniversario luctuoso. Y no. No te extrañamos, David Bowie.
Recuerdo esos días, cuando en la televisión vi dos noticias: la primera: cumplías 69 años. La segunda: Blackstar salía de las tinieblas. Y no, Dave. Seis años y una pandemia después, casi ni te extrañamos.
Recuerda algo, viejo: una vez mataste a Ziggy. Él no te mató a ti. Y lo extrañamos.
A Ziggy sí que lo extrañamos. Eras tú la calavera de ojos diamantinos. La niña que vivió eso (¿y más?) ¿Cien veces más? Eras la niña con cola de ratón. Y a ella… a ella también la extrañamos.
No a ti, David Bowie. A ti nadie te extraña, viejo zarco.
Diez de enero. Lázaro agoniza en una cama con los ojos vendados. Los ojos de Lázaro, el que resucita, esos ojos ocultos y desiguales son los que extrañamos. No tus ojos de Malamute, David Bowie. Esos ojos nadie los extraña.
Hace frío en Berlín, y tu nombre surca el aire. La voz helada no habla de la bondades de tu sexo (el viejo Iggy Pop y Mick sabían de él más que nadie). ¡Cuántas correrías, Dave!
Noches de cabaret, aguja y vómito. Trasmutaciones sensuales, heroína y más.
Para nadie ha sido extraña tu ausencia pues encabezaste siempre la lista de los perdidos que caminaban sobre la navaja.
También hace frío en Londres y en New York. Dave mató a tiempo a Ziggy, Lázaro mató temprano Dave. Y no te extrañamos un segundo, viejo anfibio. No te extrañamos porque la muerte fue el último trampolín, y en el trayecto del clavado los que no te conocían, te conocieron. Los que nunca te oían, te intuyeron..
Partiendo el agua en dos, el rayo en tu rostro cruzó todos los mares posibles. Las arañas bajaron mojadas de marte e hicieron fiesta. Anidaron en los muros. Hicieron ruidos elefantinos.
A seis años de tu muerte nadie te extraña. ¡Qué va! Si no hay un día que no se hable de ti.
Hemos dejado que los chicos pierdan. Y de regreso han encontrado ebrio al hombre de las estrellas. Y John Lennon ahora vive en Disneylandia.
No te extrañamos, David Bowie.
Nadie te extraña aquí.
El mundo sigue siendo la misma mierda de ayer.
Tú lo conociste bien sin arriesgarte a volarlo.
y aún así te quedaste a habitarlo.