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jueves, noviembre 21, 2024

Kim Kardashian y la entronización del culo grande

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Qué alegría me da que desde hace más de quince años las nalgas grandes se volvieron a poner de moda.  

Porque durante toda mi adolescencia y primera juventud, el mundo pasaba por una crisis brutal de falta de carne.  

La onerosa y vacua vida de Kim Kardashian finalmente sí ha cumplido un propósito aparte de hacer dinero al ponernos a todos como voyeurs de su estupidez: devolverles a las chicas las ganas de comer para ostentar un trasero digno de admiración.  

A mí me tocó esa época extraña cuando la anorexia y la bulimia se volvieron los problemas más graves de salud mental entre las chavas porque el establishment y los cartabones estéticos dictaban que la cadera escurrida se veía mejor dentro de los espantosos pantalones bajos que hoy la casa Miu-Miu quiere devolver a la escena.  

Años y años luchando contra lo que las revistas nos proponían como lo bello, que no lo saludable, se ve amenazado hoy con las tendencias post pandémicas, pues las marcas de ropa ganan dinero a carretadas al mismo tiempo que las chicas entran en una espiral tóxica de vómito e insatisfacción.  

Cuando tuve la suficiente edad para comenzar mis devaneos con el sexo opuesto, la falta de carbohidratos y grasas mermaban la capacidad de entrar en acción y hasta de pensar. La televisión y las publicaciones mostraban a las flacas como el zenit de cool, dejando de lado las bondades de la carne que sólo algunas latinas como Selena Quintanilla, y luego Jennifer López y Shakira, se negaban a perder.  

Fueron años complicados para las mujeres que vemos en la comida el placer más gratificante que hay (por encima del sexo), o simplemente para aquellas cuya genética no les beneficiaba a la hora de entrar a la liga de las famélicas cotizadas.  

Lejos, muy lejos se vislumbraban ya las siluetas redondeadas que hacían las delicias de una o dos generaciones previas, en donde las divas de verdad eran divas gracias a sus pechos turgentes, piernones locos y traseros de campeonatos.  

Yo me recuerdo mirando las fotos de mi abuela y sus hermanas enfundadas en vestidos ceñidos por la cintura y con copas de pico en el brasier. Veía las películas de Sophia Loren, Ava Gardner y la Monroe, pensando cómo fue que se llegó a la conclusión de que los huesos podían ser más sexys que las curvas.  

El grunge, que fue mi época estelar, nos aventó a los brazos de la decadencia en un ambientillo en donde la propia ropa estaba hecha para aniquilar la sensualidad. O al menos eso creo yo.  

Ayer que vi algunas fotos de la ceremonia de la gala del MET, me llenó de júbilo ver que lo enjuto ya no es tendencia, a menos que seas top model o yonqui 

Si bien Kim Kardashian me sigue pareciendo el parásito más grande de nuestro tiempo, habrá que rescatarle algo: volvió a entronizar el culo de las mujeres por encima de los estereotipos.  

El vestido que Marilyn Monroe usó para cantarle el Happy Birthday a Kennedy salió de las catacumbas gritando fuerte y claro que ¡donde hay carne siempre hay fiesta! 

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