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jueves, noviembre 21, 2024

Ellas siempre quieren más

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Una mesa de amigos. Cuatro mujeres, dos hombres.

Aunque eran menos ellos, no se sentían en desventaja durante la plática; sólo que uno de ellos insistía en que ya está demasiado cargada la balanza hacia nosotras.

Se hacen eventos sólo para mujeres, las redes sociales están llenas de consejeras que dan tips para acabar con el patriarcado. Ahora los hombres visten falda y tacones y van a sus trabajos así.

Eso está bien, dije, finalmente estamos dejando de apantallarnos o de asustarnos por los gustos ajenos.

Hoy Iker Casillas puso un tuit saliendo del clóset y un compañero del fut lo retuiteó y añadió que ahora sí iban a dejar de ocultar lo suyo.

Luego el portero bajó el mensaje y dijo que había sido víctima de un hackeo en su cuenta.

Yo no me trago ese cuento. Más bien creo que el tal Iker estaba envalentonado, ebrio y/o echando relajo, y quiso lanzar un bombazo que se volviera Trendig Topic, y así fue, alborotó al gallinero, y después se apeó.

Realmente no me interesa. Y ya es como muy retro que la noticia de un hombre que sale del closet se convierta en tema de agenda. Cada uno su vida, y la vía de administración por donde quieren gozar, pienso.

Pero volvamos a la mesa. Cuatro mujeres con dos hombres. Todos amigos. Nadie le echa el perro al de junto, al contrario, todos sabemos de qué pie cojea el otro y por eso mismo hay sana distancia. Sí se puede dar una amistad –sin piel– entre hombres y mujeres.

Hablando de la lucha por la equidad, de pronto surge el tema de que la vida es injusta con las mujeres porque llagamos antes a la madurez, pero asimismo se nos escabulle la lívido a causa de las malditas hormonas.

Los hombres, en cambio, son unos gusanitos amorfos hasta la veintena y no pescan más que un resfriado hasta que se les quita lo escuálidos, lo chaquetos y lo jodidos. Pero su tiempo de hedonismo es más prolongado.

Todos coincidimos que un hombre de sesenta es mucho más atractivo que uno de treinta.

Así, cuando ves los anuarios escolares te das cuenta de que el “Babas” o “El Pañal” ahora son todos unos galanes. Y así seguirán… sin embargo, hay un punto en el que no estoy de acuerdo: que los hombres tienen más apetito sexual.

Es una cuestión cultural, un mito… porque el lenguaje que utilizan en su mayoría es precisamente ese: el sexual. Son ellos los que generalmente están midiendo sus capacidades y éxitos proporcionalmente al tamaño o habilidad de sus falos. O al revés: cubren sus complejos a través de objetos que colmen la vista de belleza y estética (quieres medir el ego de un hombre, mira en qué carro se mueve).

Total, que como esta era una mesa de camaradas sin pelos en la lengua, abrimos de capa la conversación y, con base en las experiencias de cada cual, se demostró que, pese a que las mujeres tenemos el reloj biológico en contra, es mentira eso de que el hombre siempre está pensando en coger…

Lo que pasa es que las mujeres no vamos alardeando sobre nuestros deseos porque aún en pleno siglo XXI el entusiasmo sexual femenino sigue estrechamente emparentado con la condena social, lo que nos lleva a ser discretas tanto con el sexo opuesto como con el propio, pues entre amigas del mismo grupo (sobre todo las que están o hemos estado casadas), puede resultar una amenaza expresar el verdadero potencial erótico, es decir, existe muy poca complicidad entre nosotras por el temor a que la de junto tome ventaja sobre las demás.

De ahí nace el mito de que el hombre es un animal de instinto que sólo piensa en copular.

Pero no es así…

La naturaleza es despiadada e injusta con las mujeres con respecto al dolor y el trance entre la juventud y la decadencia, sin embargo, si se hiciera un sondeo interior, silencioso y sincero, la realidad se trastocaría pues, esos mismos torbellinos hormonales, provocan en nosotras cosas que los varones en su onanista vida podrían imaginar.

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