A Aristóteles le gustaría diseccionar le mentira de Simón Levy.
Para Aristóteles, todo fenómeno puede entenderse si se responde a cuatro preguntas: ¿De qué está hecho? ¿Cómo está estructurado? ¿Quién lo hizo? ¿Para qué lo hizo?
Aplicadas a una mentira política, estas preguntas son un escalpelo filosófico. Intentar responderlas ayuda a ganar perspectiva del caso a analizar.
Consideremos el embuste de representar una empresa China (autor: Simón Levy).
Causa material: Toda mentira tiene cuerpo. En este caso, es el texto mismo donde Levy afirmó pertenecer o representar a la empresa China, pero también las redes sociales y medios de comunicación que utilizó para propagar su engaño. ¿Qué periodistas impulsaron más sus afirmaciones?
Causa formal: Lo que organiza y estructura la mentira. Levy construyó un argumento con premisas implícitas. Algo así: Premisa 1 (P1): Represento a una gran empresa china. Premisa 2: P1 implica que tengo poder y relevancia internacional. Premisa 3: El gobierno poblano intentó chantajearme. Conclusión: Porque intentaron extorsionarme (P3), el gobierno poblano se pierde de poder y relevancia internacional (P2).
Este es un argumento de muchos otros también impulsados por distintos medios de comunicación, que parten de la misma mentira.
Causa eficiente: Lo que provoca el movimiento del efecto. En este caso: el demiurgo mismo. Para Aristóteles es el escultor de una estatua. En el caso ilustrado, es quien construyó la mentira: ¿Es sólo Levy? ¿O forma parte de un grupo más complejo?
Causa final: El objetivo final de la mentira. ¿Para qué se afirmaría tener un contrato internacional en el ciberespacio, donde fácilmente se puede ser desmentido? ¿Levy no se dio cuenta de que una vez derribada una de las premisas del argumento éste se caería? ¿Ignoró que él y el resto de sus afirmaciones pierden credibilidad una vez que se descubriera la farsa? No creo que sea ingenuo. Aristóteles habría sonreído: desde hace tiempo la causa final de la oposición al gobierno no tiene sustancia. Tampoco pretende tenerla. Se contentan con tiznar.
Todo, incluso un fraude menor, tiene materia, forma, agente y finalidad. Las mentiras políticas no son la excepción: son artefactos complejos con cuatro causas que pueden desentrañarse y revelar algo más del fenómeno.
Cuando la causa final de la oposición política se reduce a tiznar, queda en evidencia la urgente necesidad de elevar el nivel del debate público. La educación política no es un lujo: es la única vacuna contra el simulacro. Necesitamos capacitarnos para distinguir argumentos sólidos del espectáculo.